FERROVIAL Y LA TERCERA FORTUNA DEL
PAÍS SE DAN A LA FUGA
El grupo que preside
Rafael del Pino ha vivido en gran medida de la contratación pública y no
siempre de forma lícita. La Agencia Tributaria certificó en 2010 que esta
compañía pagó casi 5,9 millones de euros a Convergencia a cambio de obra
pública
CONTEXTO Y ACCION
Rafael del Pino, presidente de Ferrovial.
Una de las grandes multinacionales españolas, Ferrovial, ha decidido abandonar nuestro país. O más exactamente trasladar su sede social a los Países Bajos. Allí no tiene negocio de construcción, de servicios, ni nada parecido. Por ello no se conoce con exactitud por qué se va. El grupo que preside Rafael del Pino ha sido muy poco claro al exponer las razones que le llevan a huir de España. Decir que allí tendrá más acceso para captar financiación suena a excusa. Ferrovial puede buscar recursos financieros en cualquier lugar de la Unión Europea, como hacen tantas compañías sin trasladar su sede social. Atribuye a los Países Bajos estabilidad y seguridad jurídica, justo cuando ese país tiene que acometer cambios tributarios importantes por indicación de la Unión Europea y por los acuerdos comprometidos con la OCDE. Con ellos, se reduciría o incluso se acabaría con esa especie de paraíso fiscal en el que se constituyó hace tiempo.
Ferrovial es una de
las grandes empresas que creció al albur del dinero público. Comenzó montando
traviesas y carriles para Renfe en la España todavía devastada de los años
cincuenta. De ahí pasó a realizar obras públicas que pagaban el Estado, los
municipios y más recientemente las comunidades autónomas, es decir, los
españoles. Así se enriqueció Rafael del Pino padre. Su hijo y principal
heredero, que es la tercera fortuna de España, y la compañía que preside, como otras
muchas, se fue con lo ganado a montar negocios en otros lugares. Ferrovial ha
vivido en gran medida de la contratación pública y no siempre de forma lícita.
Ferrovial tiene
causas pendientes en nuestro país por amañar concursos públicos
La empresa tiene
causas pendientes en nuestro país por amañar concursos públicos. La más
importante, en compañía de otras cuatro grandes con las que se repartía el
pastel de la contratación en infraestructuras. Llevaban 25 años haciéndolo. La
Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia les sancionó por ello en
julio del año pasado con la mayor multa impuesta en materia de competencia en
España: 203 millones de euros, de los que a Ferrovial le correspondía pagar 34
millones. Pero lo más importante, se les prohibía contratar con las
Administraciones Públicas. La sanción no ha sido ejecutada aún porque las
empresas recurrieron ante la Audiencia Nacional, que la suspendió cautelarmente
a la espera de que se pronuncie el tribunal.
No es la primera
vez. Un año antes, la CNMC anunció que había descubierto y desmantelado un
cártel que amañaba las licitaciones para la conservación de las carreteras del
Estado. Allí estaba Ferrovial, y otras muchas compañías. La sanción implicaba
también la prohibición de contratar con las Administraciones Públicas. Su
ejecución sigue pendiente.
Hay que recordar
también que Ferrovial estuvo implicado en un caso de corrupción política, desde
el lado del corruptor. La Agencia Tributaria certificó en 2010 que la compañía
que preside Rafael del Pino pagó casi 5,9 millones de euros a Convergencia
Democrática de Catalunya a cambio de obra pública. Fue el llamado caso Palau, a
través del cual se canalizó el soborno.
Todo esto puede
explicar la fuga de la constructora. También se le podría denominar evasión, si
eso es lo que persigue Ferrovial al marcharse. Países Bajos es el primer
receptor de beneficios empresariales de Europa para evadir impuestos. Según un
informe publicado por La Izquierda del Parlamento Europeo, la cifra alcanza los
134.000 millones de euros, y Alemania es el país que más aporta. Pero esto
parece que se va a acabar, por presión de los grandes Estados de la Unión
Europea, ya que entre otras cosas supone un flagrante caso de competencia
desleal. Así que no parece que este sea el móvil que mueve a Del Pino a darse a
la fuga.
Quizá una razón sea
que las conductas del cártel de la construcción pueden llevar aparejadas
sanciones penales, porque el traslado a otro país no impediría ni la ejecución
de las multas si se declaran firmes ni la aplicación de la ley concursal en
España, si llegara el caso. De momento, las administraciones perjudicadas por
los sobrecostes del cártel de las cinco grandes no han movido un dedo para
defender los intereses de los contribuyentes. Otro factor posible es que los
beneficios de Ferrovial bajaron el año pasado un 78 por ciento. Lo que no
impidió que su presidente, que atesora según Forbes un patrimonio superior a
los 4.000 millones de euros, se subiese el sueldo un 17 por ciento. Trasladar
la sede a otro país es un ejercicio infrecuente, que parece contrario al
sentimiento patriótico que las grandes familias españolas dicen tener y del que
el PP y la extrema derecha tanto presumen en las pulseras. Si Isabel Díaz-Ayuso
comparte y entiende que Ferrovial se fuga por los impuestos, la invitamos a
hacer lo mismo que Del Pino. Así quizá Madrid dejaría también de ser alguna vez
un paraíso fiscal para los más ricos.
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