EL OCASO DE DONALD TRUMP
POR GERMAN GORRAIZ LÓPEZ
Tras el asalto al Capitolio por los seguidores arengados por un Trump totalmente enervado, se se habría abierto un nuevo frente para intentar declararlo «inestable mental» y aplicar la Enmienda 25 de la Constitución que dispone la sucesión del presidente «si el vicepresidente y la mayoría de su gabinete considera que está mental o físicamente inhabilitado para ejercer su cargo».
El biólogo Lyall
Watson en su obra “Lifetide” publicada en 1.979 afirma que “ si un número
suficientemente grande de personas (Masa Crítica) adquieren un nuevo
conocimiento o forma de ver las cosas, esto se propagará por toda la
humanidad”, para lo que es necesario que un determinado número de personas
(Masa Crítica), alcance una conciencia más elevada y en ese momento el
individuo es capaz ya de realizar un salto evolutivo y lograr un cambio de
mentalidad. Dicha tesis es conocida como “Teoría del Centésimo Mono” y tendría
su plasmación en la sorpresa electoral de Donald Trump, candidato en principio
totalmente refractario a la disciplina de partido y devenido en la “bestia
negra” del establishment neocon. Así, tras el inesperado triunfo de Donald
Trump en las Presidenciales de EE.UU, asistimos a la irrupción del llamado
“escenario teleonómico” (en contraposición al ”escenario teleológico”
actualmente vigente) y que estuvo marcado por dosis extremas de volatilidad
debido a la personalidad paranoica de Donald Trump.
La paranoia
autocrática de Donald Trump
El psiquiatra
español Enrique González Duro en su libro La paranoia (1991), afirma que “los
factores desencadenantes de esta enfermedad se encuentran muy activos en
individuos que presentan un acusado narcisismo y que se han visto expuestos a
serias frustraciones, hallándose consecuentemente dotados de una baja
autoestima. Esto provoca que se dispare en los mismos el mecanismo natural de
Proyección, en virtud del cual tendemos a atribuir a otros aquellos impulsos,
fantasías, frustraciones y tensiones que nos resultan inexplicables,
inaceptables e insoportables en nosotros mismos”.
La personalidad de
Donald Trump encajaría plenamente en la descripción medica del trastorno conocido
como psicosis paranoica pues su pensamiento es rígido e incorregible: no tiene
en cuenta las razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confirmen
el prejuicio para convertirlo en convicción y aunque esté aquejado de dicho
trastorno delirante sería bastante funcional y no tiende a mostrar un
comportamiento extraño excepto como resultado directo de la idea delirante
(léase la construcción del Muro con México). En el caso concreto de Trump,
estaríamos ante un caso típico de paranoia megalómana, delirio de grandeza que
provoca que “el individuo se crea dotado de un talento y un poder
extraordinarios debido a que las deidades le han elegido para una alta misión”
(restaurar el White Power en una sociedad en la que la evolución demográfica
provocará que la población blanca será minoritaria en el escenario del 2.043).
Otro rasgo de su personalidad sería el histrionismo que le impele a “ llamar la
atención pública y ser temerario en sus afirmaciones sin importarle la opinión
de los demás debido a su evidente falta de moralidad”.
¿Enmienda 25 de la
Constitución o Perdón Presidencial para Trump?
La paranoia de
Trump se habría agravado al verse afectado por el llamado “sindrome de hydris”
citado por el médico y político inglés David Owen en su obra “The Hybris
Syndrome: Busch, Blair ant the Intoxication of Power”. Dicho término procede de
la palabra griega “hybris” que significa desmesura y que tendría su paradigma
en el intento de aplicar la Ley de Insurrección que conllevaría la utilización
del Ejército que se enmarcaría en su lema electoral (“The President of Law and
Order”). Sin embargo, el intento de militarizar todo el país habría provocó la
inquietud en el establishment dominante y tuvo su plasmación en las
declaraciones del secretario de Defensa Mark Sper, que se mostró contrario a la
aplicación de la Ley de Insurrección tras afirmar que “el racismo es real en el
país y debemos hacer lo posible por reconocerlo, plantarle cara y erradicarlo”.
Especial relevancia adquirió la irrupción mediática del ex-secretario de
Defensa de la Administración Trump, el ex-general de la Marina,James Mattis al
acusar a Trump de “intentar dividirnos y de la necesidad de unirnos sin él,
aprovechando las fuerzas inherentes a nuestra sociedad civil” .
Sin embargo, tras
el asalto al Capitolio por los seguidores arengados por un Trump totalmente
enervado, se se habría abierto un nuevo frente para intentar declarar a Trump
«inestable mental» y aplicar la Enmienda 25 de la Constitución que dispone la
sucesión del presidente «si el vicepresidente y la mayoría de su gabinete
considera que está mental o físicamente inhabilitado para ejercer su cargo».
Dado que Trump se niega a aceptar los resultados de las Elecciones y continúa
alimentando la teoría del fraude electoral, el establishment republicano
abandonará a su suerte a un Donald Trump aislado en su Torre de Marfil que
quedará a merced de los futuros procesos judiciales que le aguardan, no siendo
descartable que Trump esté negociando en secreto con Biden para conseguir el
perdón Presidencial que le exonere de posibles cargos judiciales a cambio de
reconocer su derrota.
GERMÁN GORRAIZ
LÓPEZ-Analista político
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