LAS RATAS ABANDONAN EL BARCO
PABLO
JOFRE LEAL
Juan Guaidó vive, día a día, el abandono propio de aquellos que en algún momento sirvieron a los intereses de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) y que la propia dinámica de la verdadera política venezolana lo deja hoy a la vera del camino.
Efectivamente, el abandono del buque golpista y desestabilizador, que tenía como capitán figurativo a Juan Guaidó comienza a concretarse. Josep Borrel. Jefe de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE) en un comunicado emitido el pasado miércoles 6 de diciembre señaló que el bloque multinacional europeo comenzará desde ahora “a mantener contacto con todos los actores políticos y de la sociedad civil, para devolver la democracia a Venezuela, incluido Juan Guaidó y otros representantes de la Asamblea Nacional saliente”. Ni líder, ni presidente ni diputado, y con una Asamblea que ya no es, que no existe. Es la expresión de una caída libre, sin freno alguno.
La Unión Europea le
ha puesto la lápida a este verdadero títere estadounidense y lo ha hecho
mediante un comunicado, que no deja lugar a dudas, que es hora que comience a
ocupar el dinero robado al pueblo venezolano, para un exilio dorado en Bogotá,
Miami o en alguna ciudad española donde su padre goza de bienes mal habidos (1)
junto al padre de Leopoldo López, quien ocupa un cargo parlamentario ante el
parlamento europeo por el partido popular español. Esto, mientras pueda, pues
el objetivo apenas se tenga la oportunidad, debe ser juzgar a toda esta tropa
de delincuentes disfrazados de opositores, por todos sus crímenes. La UE ha
sido enfática al sostener, que ya Guaidó no recibirá la denominación de
“presidente interino”, que ya no lo llamarán diputado – con toda lógica pues no
ocupa curul alguno en la Asamblea nacional y más aún, consignan que aquella
Asamblea donde Guaidó como diputado saliente, levantó su mano en una plaza
caraqueña para autoproclamarse mandatario, es una “Asamblea saliente” y ello
implica que ya no es, que salió, para quien no entienda el significado de
ciertas palabras.
Es interesante
constatar, que sólo unos días atrás, el 2 de enero pasado, el presidente
Nicolás Maduro, en entrevista dada al periodista Ignacio Ramonet hizo un
llamado a la Unión Europea, a sus gobiernos y políticos para promover el
diálogo y la reflexión entre los sectores de la oposición venezolana, de
cambiar su postura. Sostuvo el mandatario venezolano “la Unión Europea es
responsable del extremismo de la oposición venezolana, al respaldar todas las
políticas de “barbarie” apoyadas por Washington contra Venezuela. Buena parte
que la derecha venezolana, la oposición entre en una política de sensatez, de
participación, de diálogo, tiene que ver que esa Unión Europea que influye
tanto en las mentes de esos dirigentes políticos, de ese sector”.
Un llamado medular,
pues esta Unión Europa ha sido actor principal en el apoyo desestabilizador,
reconoció a Guaidó como autoproclamado, desconoció las elecciones del 6 de
diciembre del 2020 y se negó a enviar una misión de observación alegando “falta
de tiempo” a pesar que se le había invitado meses antes. Una excusa bastante
particular, pues si la memoria no nos falla, es cosa de recordar que esta misma
Unión Europea sólo demoró 35 días en autorizar y preparar las acciones
destinadas a preparar las fuerzas militares destinadas a invadir Libia, derrocar
al asesinado presidente Muamar Gadafi y finalmente terminar fragmentando el
país el año 2011. El tiempo es relativo, es un paradigma indiscutible diría un
físico y que en el caso de la política parece ser refrendado en forma brutal.
Una Unión Europea, que no esperó el silbato indicador del movimiento a
concretar con Guaidó desde el entorno de Joe Biden, teniendo presente que no ha
levantado el teléfono para mostrar el camino a seguir a partir del 20 de enero
próximo.
Juan Guaidó, el
autoproclamado presidente de un gobierno que jamás cuajó, que nunca pudo
instalarse ni siquiera en una oficina de alquiler y que tuviera el
reconocimiento de gobierno. Cuyos representantes en los países donde fueron
nombrados terminaron acusados de actos de corrupción o tuvieron que dejar las
funciones pues en general, cuando no se hace nada y las remesas de dinero se
hacen cada día más escasas, hay que buscar la manera en que ganarse la vida.
Este testaferro de Washington, aliado del secretario general de la Organización
de Estados Americanos (OEA) vive hoy su camino cuesta bajo en la rodada.
Guaidó, en estas
horas, vive la lenta muerte de aquel, estilo participante de algún reality
(show farandulero televisivo) que tuvo sus quince minutos de fama y constata,
con pavor, que ya ni siquiera el perro que acudía presuroso a recoger los
bocados lanzados desde la mesa de la popularidad, se acerca a este virtual
menesteroso de la política. Se cumple aquella idea de Donald Trump, dada a
conocer en julio del año 2020, cuando sostuvo que era necesario dejar caer a
este político que con todo el poder económico, financiero y político de
Washington fue incapaz de llevar a término la campaña de desestabilización de
Venezuela. Trump, en una entrevista dada a la cadena antichavista Telemundo sostuvo
que Guaidó “está perdiendo cierto poder y lo que queremos es a alguien que
tenga el apoyo de la gente”. Semanas antes, Trump afirmó, ante el medio Axios,
que no tenía mucha confianza en Guaidó, y señaló estar dispuesto a reunirse con
su homólogo venezolano, Nicolás Maduro. Finalmente el agónico Trump se va y
Maduro se consolida con más fuerza aún.
La diplomacia venezolana, con una agudeza que deslumbra, para sacudir
esos pasillos de cancillerías y gobiernos tan llenos de óxido, aprovecho la
insurrección en Washington para enviar un mensaje de solidaridad al pueblo
estadounidense, recordando de paso, que está sufriendo aquello que suele
ejecutar contra otros países.
La Unión Europea,
con sus propios problemas internos y un tanto agotada de dar validez a grupos
opositores venezolanos, que la única muestra de rapidez que dan es la velocidad
con que han robado bienes y activos del pueblo venezolano, entregados dadivosa
pero ilegalmente por la agónica administración estadounidense; comienza a
alejarse de esta tropilla de rateros. El testimonio, como una especie de
carrera de atletismo 4X400 ha sido tomado en forma principalísima por el
patético Grupo de Lima, que como muestra de la realidad paralela que viven con
relación a Venezuela, sacaron una declaración desquiciada.
Efectivamente, el
día 5 de enero, tras la puesta en marcha de las sesiones de la Asamblea
Nacional Venezolana, el grupo de gobiernos antivenezolanos, títeres de
Washington, autodenominado “Grupo de Lima” emitieron un comunicado donde desconocen
la instalación de la Asamblea nacional venezolana presidida por Jorge Rodríguez
y que surgió tras las elecciones del 6 de diciembre del año 2020. Un comunicado
donde, contradictoriamente si reconocen la vigencia de la constitución
venezolana pero, a su vez en un intríngulis que desconcierta, sostiene “No
reconocemos la Asamblea nacional pero reconocemos la existencia de la Comisión
Delegada encabezada por su legítima Junta Directiva, establecida por la
Asamblea Nacional, presidida por Juan Guaidó". Perdóname, Mario Moreno,
Cantinflas por recordarte en esta circunstancia pero dicha declaración más que
nunca reflota el famoso discurso cantinflesco.
La Comisión
delegada existe en la constitución bolivariana en los artículos Nº 195 y Nº 196
pero sólo durante dos períodos en el año. La primera por treinta días y la otra
por veinte días. Una creación que debe ser conformada por diputados electos,
cuestión que en el caso de Guaidó no concurre con dicha obligación por tanto
cumpliría una función inexistente. Una muestra más de la conducta errática,
golpista, desestabilizadora y patética d ellos gobiernos de Brasil, Canadá,
Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras,
Paraguay, Perú que conforman esta asociación creada para delinquir, que con la
agonía política de Trump han perdido su voluble brújula y no saben cómo viene
el panorama con Joe Biden.
Las vocerías de
este patético grupo de Lima usan la vieja receta de “una mentira repetida…”
replicando día tras días que Venezuela y su gobierno, que las elecciones de
diciembre pasado, no fueron transparentes, que la Asamblea nacional no es
legítima, que esto, aquello, lo de allá y también lo de acá. Estas son, como se
lo oí mencionar acertadamente a un amigo venezolano “puras etiquetas
goebbelianas” Donde nada se trata de explicar, ni argumentar, sólo lanzar
proclamas ¿Por qué afirman que las elecciones no son justas, libres, creíbles,
democráticas, abiertas, informadas, participativas, vigiladas por organismos
reconocidos entre otros puntos? Por qué?
No lo hacen, no lo explican porque si llegan a hacerlo, mostrarán a la luz sus
propias jugarretas de intereses y que en realidad, estamos en presencia de una
pirotécnica mediática con trasfondo geopolítico.
En Europa, ese
continente cada día en franca decadencia, con democracias tuteladas por
monarquías corruptas unas, salpicadas de escándalos palaciegos otras.
Democracias donde pululan con privilegios que deberían ser inaceptables:
reyezuelos, princesitas, lores, duques y otros títulos medievales dedicados a
chupar la sangre de los Estados. Esta
Europa flagelada por Estados Unidos. OTAN mediante, para recordarles, día a día
sus deberes, obligaciones y tareas mandatadas allende el Atlántico. En esa
Europa tan deprimente, los mandamases son gobiernos en cuyos países se albergan
poderosas transnacionales petroleras. Un desolado paisaje, inmoral, donde los
intereses geopolíticos dominan las cuatro potencias petroleras sin petróleo.
Holanda y su empresa Shell con posesiones coloniales en costas venezolanas.
Inglaterra y la empresa British Petroleum con espurios intereses en la zona del
Esequibo. Francia y su empresa Total con réditos en juego en cuarta región del
mundo tengan petróleo, gas, con la seguridad que se instalará un conflicto armado.
Unamos a los países mencionados a dos potencias segundonas como son España y
Portugal. Todos ellos convencidos que el reparto del mundo, estilo Conferencia
de Berlín, Acuerdo Sykes-Picot es todavía una realidad y para ello utilizan
como testaferros de esos intereses al Grupo de Lima, gozosos de satisfacer las
órdenes de sus amos.
Para el canciller
Arreaza esta conducta desestabilizadora y patética del grupo de Lima refleja
que “el grupete caduco aprendió mucho de su jefe en la Casa Blanca. Se parecen
tanto que, aunque ya no existen y aunque su estrategia de agresión fue
pulverizada por el pueblo venezolano, al igual que Trump se niegan a aceptar su
derrota y se aferran torpemente a la nada”. Es evidente que el grupo de Lima
trata de mantener vigente a este zombi político en que se ha convertido Juan
Guaidó y ese apocalíptico donde sueñan con presidir un país que no existe y
encabezar una Comisión Delegada de la Asamblea Nacional que es el organismo
especial del Poder Legislativo de Venezuela que se encarga de las tareas
correspondientes de la Asamblea Nacional cuando se encuentra en receso.
Alguien, un amigo,
un cercano de confianza, tal vez su terapeuta o algún político o empresario
estadounidense o europeo le debe decir a Guaidó, primero, que él no es
diputado, segundo, que la Unión Europea ya no lo reconoce como presidente
interino. Tercero, que la Asamblea nacional, en la cual él alguna vez cumplió
funciones de diputado suplente es hoy “saliente” como la calificó la propia
Unión Europea que alguna vez lo recibió con ramas de olivo. Cuarto, no existe
asamblea nacional alguna en receso, está plenamente vigente y entró en acción
el día 5 de enero. Todo lo demás es cuento, parafernalia política destinada a
seguir llenándose los bolsillos del dinero y bienes venezolanos y ser parte de
la política de máxima presión llevada a cabo por Washington contra la nación
sudamericana. Más temprano que tarde el conjunto de ratas deberá abandonar el
barco de la desestabilización contra Venezuela, ya comenzaron las primeras, en
este caso, ratas de origen europeo.
Pablo Jofré leal
Cedido por
www.segundopaso.es
1. Hasta enero de
2019 se conocía que Wilmer Guaidó Vidarte trabajaba como taxista en el sur de
Tenerife, luego de haber abandonado Venezuela hace 16 años y mudarse a las
Islas Canarias, en la España insular. En medio de las acusaciones dirigidas
contra los ex diputados opositores ligados a Guaidó, empresarios y funcionarios
estadounidenses donde se acusa de una trama de corrupción de cientos de
millones de dólares, que salpica al propio Juan Guaidó y a su padre a quien se
le sindica que de taxis ha pasado a ser dueño de una flota de ellos (donde sólo
la licencia de operación supera los 150 mil euros) junto a la compra de dos
chalés en la zona de El Médano, Tenerife.
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