PABLO CASADO PASA REVISTA
DAVID TORRES
La semana pasada
Pablo Casado protagonizó una gira por toda la Comunidad de Madrid cantando sus
grandes éxitos: "No me mientas que te creo", "Aparta, que me
pongo yo" y "La pandemia es culpa de la izquierda". Estuvo en el
Ifema, arropando a Ayuso, Almeida, Leguina, Gallardón, Aguirre y un montón de
viejos roqueros de la política madrileña no sólo para hacerse otra foto sino
para darle otra oportunidad al coronavirus. Había tanta gente y tan apretujada
que la distancia de seguridad se redujo a quince centímetros, pero no pasa nada
porque el coronavirus no es tonto y sabe muy bien con quién se juega los
cuartos. El Ifema ha sido el buque insignia de Ayuso en su gestión de la
pandemia hasta el punto de que lo ha denominado "milagro", un milagro
construido, en efecto, al estilo esperancista, es decir, deconstruyendo
pabellones que ya estaban montados en Alcalá, en Leganés y en el 12 de Octubre.
Sin embargo, el
momento que mejor resume la gira regional de Casado es la visita que hizo a un
rebaño de ovejas, una auténtica reunión en la cumbre donde se lo veía tan
natural como aquella vez que se subió a un tractor -aunque aquí en lugar de
mascarilla debería haberse puesto una boina. No se sabía si las ovejas se
arremolinaban a su alrededor para escuchar el mitin o si le estaban diciendo
que no hiciera más el borrego, que se marchara a su casa y dejara de saltarse
el confinamiento. Por supuesto, Casado no desaprovechó la ocasión y se marcó
otra sesión de fotos para su book personal y deleite de sus admiradores, demostrando
que podía superar de calle aquel autorretrato pensativo frente al espejo del
baño. Pedro será más guapo, pero él es mucho más fotogénico.
Puesto que la
competencia con el presidente del gobierno es su principal objetivo (por no
decir el único), Casado aprovechó la festividad del 2 de mayo para montar una
charlotada en la Puerta del Sol y desfilar ante un plantel de sanitarios y
bomberos plantados en posición de firmes. Menos mal que Ayuso ya había enviado
al paro a unos diez mil enfermeros y médicos de los que contrató a toda leche
para hacer frente a la pandemia y cubrir el desastre de la gestión del PP en
materia de sanidad pública en la Comunidad de Madrid, que si no allí se podía
haber armado otra manifestación feminista. Los huecos entre una bata blanca y
otra corroboraban que con los aplausos de las ocho ya van pagados de sobra y
que, cuando dejan de ser héroes, los sanitarios vuelven a ser ovejas.
A finales de enero
Casado anunciaba una querella contra Quim Torra por usurpación de funciones y
este sábado él mismo usurpaba diversos cargos gubernamentales con una parada
militar que, más que parada, parecía una parodia. No ha pasado ni un mes desde
que le reprochara a Sánchez que estuviera todo el día comparando la lucha
contra el coronavirus con una guerra y va y se pone a pasar revista a las
tropas. Podía haber sido peor, podía haber pasado revista a una brigada de
enterradores. La verdad, estaba mucho mejor entre ovejas.
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