ESQUIROLES, COSTRAS Y PESTE OBRERA
POR ANTONIO MAESTRE
La semana pasada
tuve que limpiar el bote sifónico del baño. El desagüe de la ducha comenzaba a
evacuar el agua con dificultad y tuve que afrontarlo. Extraer la masa
maloliente que se acumula de jabones, pelos, suciedad y humedad provoca arcadas
a cualquiera que tenga un estómago delicado. Pero hay que hacerlo. Después de
eliminar esa pestilencia todo circula mejor. Sin embargo, las hay que no se
arrancan ni con papel de lija. La amalgama pringosa y hedionda que sale del
baño de un cuartel militar es una delicia fragante al lado de los personajes
que se manifestaron en contra de la huelga de Alimerka. Una troupe de serviles
traidores que fueron a manifestarse para defender al patrón ante la huelga de
sus compañeros. La hez.
Cada vez que pasa
una tormenta poderosa se remueven las alcantarillas. Elsa fue una borrasca de
un gran potencia y la mierda afloró en forma de vasallos de Alimerka. Las
peores excrecencias que tiene la clase trabajadora se mostraron orgullosas con
carteles en defensa del patrón. Unos carteles muy bien ejecutados, todos
homogéneos y con tipografia cuidada les pintaban la cara de amarillo.
Un esquirol es aún
más respetable que estos infraseres. Porque sabedor de su condición mísera y
traidora con los de su clase se procura esconder. Se avergüenza de sí mismo e
intenta ocultarse para que no aflore su arrastrada condición. David Peace los
viste enGH84 con una capucha para ocultar su rostro. Siempre escondidos. Lo de
Alimerka es más obsceno. Los trabajadores que se manifestaban con carteles del
patrón contra sus trabajadores en huelga son el esmegma de su jefe. La peor
ralea que crece intramuros de la clase trabajadora.
En inglés la
palabra que define a los esquiroles es scab, costra. No hay nada peor que ser
un scab en algunas regiones mineras británicas. Jack London decía que el
esquirol tiene «un tumor de podridos principios» donde otros tienen corazón.
Otro de los nombres que recibe es el de Blacklegs, porque los esquiroles no
podían ocultar la negrura en sus piernas al volver de trabajar en la mina
cuando había una huelga: «Sucio minero de piernas negras», dice una canción
popular brit que les señalaba como la más alta purulencia de su comunidad.
La fibra que teje
el fascismo es la entraña de estos individuos. Desclasados, egoístas,
ambiciosos e individualistas que sueñan con ser admitidos en la clase de los
patronos y para ello no dudan en vender a sus compañeros, a su madre si es
menester. Chivatos y delatores, la deslealtad a sus iguales les acompaña
siempre. Si la huelga es derrotada correrán a lamer las botas del jefe para
recoger los restos de su triunfo. Si, por el contrario, vence no dudarán en
recoger los frutos de la lucha ajena. Parásitos de clase. Peste obrera.
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