¿ESTÁ RAJOY? QUE SE PONGA
JUAN CARLOS ESCUDIER
La
diplomacia del teléfono la inventó Gila hablado con el enemigo y ha encontrado
en Trump a un seguidor fervoroso. Désele a este hombre una tarifa Delfín de
Orange y controlará el mundo, pese a que con Twitter ya iba servido. El del
flequillo ha reinventado la geopolítica. La importancia de un país ya no se
mide por su situación estratégica o sus recursos sino por la duración de sus
llamadas. Si es muy importante, la charla será larga, de 45 minutos o más; si
no hay charla o el magnate cuelga el teléfono abruptamente y manda al carajo al
que está al otro lado es que está en el eje del mal; si es inferior denota que
el Estado en cuestión es de medio pelo y juega en segunda división.
La
de anoche con Rajoy fue de quince minutos aunque en un principio se estimó en
veinte. Para el que llama predeterminar cuánto tiempo durará el diálogo es muy
razonable porque las conferencias siguen saliendo por un pico. Para el
receptor, sin embargo, es bastante humillante porque significa que nada de lo
que diga será lo suficientemente importante como para entretener a quien está
al otro lado de la línea. De antemano se descarta el cuelga tú, no tú primero
de la adolescencia que tanto ha dado a ganar a Telefónica a lo largo de la
historia.
En
realidad, la conversación de Estado entre Trump y Rajoy ni siquiera duró quince
minutos sino exactamente la mitad, ya que el resto del tiempo lo consumieron
los traductores en conseguir que se entendieran. A esos 7,5 minutos hay que descontar
los saludos para romper el hielo y las inevitables referencias a la familia del
estilo de qué tal Melania o cómo ha crecido Ivanka, otros dos minutos como
poco. En definitiva, fueron 5,5 minutos intensos hablando de política. A calzón
quitado.
El
escaso margen implicó todo un reto para Rajoy, que ya se sabe que a veces se
lía y entre vecinos y alcaldes que eligen a los vecinos puede inducir al
suicidio a un intérprete poco preparado. Aun así, según la nota de Moncloa,
debió de estar a la altura del mejor Antonio Ozores porque ofreció a España
como interlocutor de EEEUU en Europa, América Latina, Norte de África y Oriente
Medio, que es como decir que aquí estamos para lo que se les ofrezca, y le dio
tiempo a hablar del Brexit, de lo bien que crece la economía española, de la
OTAN y las bases españolas y de la lucha contra el yihadismo, que era un tema
obligado. Todo ello en menos de tres minutos porque es de suponer que Trump
asintiera, pronunciara alguna interjección o se atreviera con alguna frase.
De
haber tenido más tiempo, Rajoy le habría reprochado el proyecto del muro con
México, que el gallego por teléfono no es de los que se achantan y es capaz de
cantarle las cuarenta al más pintado. Y le habría afeado su machismo, su tono
de matón de serie C y su desprecio por la libertad de expresión.
Lamentablemente no hubo ocasión para esto ni para explicarle que Estaña es un
ejemplo en lo que acogida de refugiados se refiere y que EEUU debería seguir
sus pasos y sentar como poco a uno de ellos en la Casa Blanca el día de Acción
de Gracias.
Rajoy
no se conforma como Aznar en sacar a España del rincón de la historia mandando
tropas a Irak sino que quiere ser parte importante del nuevo edificio de
relaciones internacionales que Trump se ha empeñado en construir. Ha elegido un
lugar destacado justamente al entrada del bloque. Seremos el felpudo perfecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario