LOORENA MCKENNITT.
MUSICA.2
DUNIA SANCHEZ
Sí, el sonido imparable, inexorable de
un alma que viaja en otro tiempo, en otras dimensiones. Me someto a él, al
incansable hábito de escuchar el sonido de la belleza, de la cuasi- perfección
de su voz. Me aleja, me destina donde las cumbres nevadas descansan sobre lagos
azules donde los cuerpos danzan al son de un arpa, de un piano grande, muy
grande. La escucho…la escucho en tintineo veraz de su verticalidad ante otras
voces, ante otras canciones que vagamente dicen algo. Me miro, me observo ante
esta pantalla y mis oídos estremecen mi cuerpo cuando paso a paso elige como
amante a la música como dicha eterna. No sé, es lo que ya andaba diciendo de
identificarse ante la melancolía, ante la alegría, ante un poema envuelto en
notas que te absorben hasta ser corriente uniforme y azocada por su don.
Aquí está, aquí la presento, la dama que me hace fraccionarme en un mundo
inexistente para todos, para todas “Loreena Mckennitt”. Adiós, ya continuaré en
el curso de las reinas que imperan en mis huellas. Hoy un día como otro, algo
frío, algo lluvioso pero continuando.
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