¿CUÁNTO GANAN LAS GRANDES
ELÉCTRICAS EN ESPAÑA?
MARTA VICTORIA y JOSÉ LUIS
VELASCO
El sector
eléctrico vuelve a estar en el candelero tras la enésima subida sospechosa del
precio de la electricidad. Regresa con ello a los debates televisivos y rara
vez falta el tertuliano que clama a la defensiva que las eléctricas pierden
dinero en España y que, si sobreviven, es gracias a sus negocios en el
extranjero. Esto es sencillamente falso.
Resulta
legítimo que las empresas que participan en el sistema eléctrico español
obtengan beneficios derivados de su actividad. Esto es válido en principio para
cooperativas, pequeñas compañías o grandes multinacionales. Pero es también
legítimo preguntarnos si estos beneficios son razonables. Al fin y al cabo, las compañías eléctricas
operan en un sector estratégico regulado (aunque no lo suficientemente y además
mal) por el Estado y que determina el acceso de los consumidores a la
electricidad, un bien básico que hasta hace unos años era considerado un
servicio público.
Y “razonable”
es, significativamente, la palabra que el Gobierno ha utilizado hace unos años
para reformar la remuneración de las empresas que generan electricidad
utilizando fuentes renovables. [1] Asimismo, disponer de esta información es
útil para abordar de forma razonada y razonable el reciente debate sobre cómo
debe costearse el bono social. Confrontar los beneficios anuales de las
empresas eléctricas con los 200 millones de euros que en promedio aproximado
representa cada año el bono social permite evaluar el esfuerzo económico que
supone a estas compañías cumplir con el servicio público que se les exige.
Una buena forma
de hacer esta valoración es comparar los beneficios de las principales empresas
eléctricas operando en nuestro país con los que obtienen sus homólogas que
operan en otros países europeos y con el coste del bono social. Los tres
gráficos que acompañan a este artículo permiten obtener una visión de conjunto.
En la figura
superior hemos recopilado el beneficio neto o EBIT (beneficios antes de
intereses e impuestos) de Endesa, Iberdrola y Gas Natural Fenosa para los años
comprendidos entre 2008 y 2015. Los datos proceden de las cuentas de resultados
que publican cada una de estas compañías en sus informes anuales. Las cifras de
beneficio neto incluyen las actividades de generación, distribución y
comercialización de electricidad en España y Portugal. Entre 2008 y 2015 esta
cifra asciende a 37.260 millones de euros.
En la figura
intermedia se muestra la evolución, para cada empresa y año, del margen
operativo, es decir, el ratio entre el beneficio neto y la cifra de negocio.
Como referencia, en la figura se ha añadido también el margen operativo medio
de las empresas eléctricas que operan en Reino Unido [2], cuyo valor estimado
entre 2007 y 2011 es 8,6%. Las “Big 6” suponen un buen elemento de referencia a
la hora de comparar directamente beneficios: son empresas operando en el mismo
sector, que además en ambos países tienen un mix de tecnologías de generación
similar y un mercado liberalizado parecido, ya que la Ley 54/1997 del Sector
Eléctrico fue inspirada por el sistema del Reino Unido.
Ahora podemos
calcular el beneficio neto “excesivo” como la diferencia entre el beneficio que
ha obtenido cada empresa española y el que hubiese obtenido si su margen
operativo hubiera sido igual al que han obtenido sus homólogas en Reino Unido.
En este paso, alguien podría argumentar que el beneficio de las empresas
eléctricas en España podría ser superior porque sus decisiones inversoras han
sido más acertadas. Sin embargo el hecho de que la mayor parte de centrales
hidroeléctricas, térmicas de carbón y nucleares sean previas a la implantación
de este mercado, junto con la masiva inversión en centrales de ciclo combinado
que ahora operan un número de horas muy inferior al previsto, parece indicar
que este no es el caso y, por tanto, la hipótesis asumida es razonable.
El gráfico
inferior muestra los beneficios netos “excesivos” que han obtenido Endesa,
Iberdrola y Gas Natural Fenosa, cuya suma asciende a 11.053 millones de euros
entre los años 2008 y 2015 [3]. Si, por ser conservadores, limitamos la
comparación al intervalo 2008-2011, en que los datos del Reino Unido nos sirven
de referencia, el resultado es 8.844 millones de euros.
Durante el
periodo de tiempo analizado, el coste del bono social ha representado
aproximadamente 1.300 millones de euros (100 millones en 2009 y 200 millones de
euros al año entre 2010 y 2015). Para visualizar la magnitud del bono social en
comparación con los beneficios de las grandes eléctricas, en las figuras
superior e inferior hemos añadido las cantidades aproximadas con que cada una
de estas empresas debería financiar del bono social según estableció el
Gobierno para el año 2016 (previamente a que el Tribunal Supremo invalidase
este mecanismo). Las gráficas hablan por sí solas.
Las sucesivas
sentencias del Tribunal Supremo anularon los distintos mecanismos por los que
la financiación del bono social corría a cargo de las eléctricas (el Real
Decreto-Ley 6/2009 fijó la forma de costear el bono de los años 2009-2013 y el
Real Decreto 968/2014 determinó el funcionamiento en el período 2014-2016)
estableciendo que el coste debía ser reintegrado a dichas empresas. En ambas
sentencias, el mecanismo correspondiente es invalidado porque es considerado
discriminatorio pero, en ningún caso, el Tribunal Supremo rechaza la
posibilidad de que sean las empresas eléctricas quienes financiasen el bono
social.
El Gobierno ha
propuesto recientemente en el Real Decreto-Ley 7/2016 que sean las comercializadoras
las que carguen en exclusiva con dicho coste. Nos parece una decisión errónea
en base a dos argumentos. En primer lugar, uno de tipo legal: que no participen
en la financiación empresas generadoras o distribuidoras puede provocar que el
Tribunal Supremo también considere este mecanismo discriminatorio. En segundo lugar, uno de tipo económico: la
comercialización es la actividad donde se obtienen los menores márgenes de
operación: sería más razonable incluir también los segmentos de donde provienen
los beneficios excesivos de las grandes eléctricas, generación y distribución.
Precisamente
por no hacerlo, la propuesta puede finalmente tener un efecto regulatorio muy
perverso: beneficiar de facto a comercializadoras que forman parte de grupos verticalmente
integrados (grupos que tienen enormes beneficios en otros segmentos) con
respecto a aquellas que no, como las comercializadoras cooperativas verdes. Eso
sería una decisión de política energética inadecuada de cara a la necesaria
transición a un nuevo modelo energético.
En conclusión,
y a la vista de los resultados, exigir que todas las empresas que participan
del sistema eléctrico financien, de manera proporcional a la energía que
gestionen, el bono social es, además de algo posible desde el punto de vista
legal, lo mínimo razonable a la luz de los beneficios que obtiene las tres
principales empresas que operan en este sistema.
[1] A nadie
debería escapársele, que el establecimiento de una “rentabilidad razonable” no
fue sino un recorte retroactivo a retribuciones comprometidas; en este artículo
nos limitamos a fijarnos en la retórica utilizada.
[2] Los
beneficios se refieren al EBIT (beneficios antes de intereses e impuestos). Los
datos de España se han comparado con los beneficios netos obtenidos en Reino
Unido por las 6 mayores empresas eléctricas: Scottish Power, SEE, EDF Energy,
Centrica, RWE Npower, EON, reportados en el documento “UK Big 6 utility
investment trends, Bloomberg”.
[3] Cabe
mencionar que todos estos enormes beneficios han ido a empresas privadas, ya
que en España no existen grandes compañías eléctricas públicas desde finales de
los noventa. Un repaso detallado a cómo se llevó a cabo la privatización de
Endesa y la liberalización del sector eléctrico puede leerse en el libro del
Observatorio Critico de la Energía “Crónicas eléctricas. Breve y trágica
historia del sector eléctrico español”, editado por Akal.
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