CARLOS SLIM, EL MAGNATE
POLÍTICO
POR: SILVINA ROMANO / CELAG
Fue
sin dudas el 27 de enero de 2017 cuando se concretó la aparición triunfal del
magnate como “voz política” autorizada. Las decisiones tibias del presidente
Peña Nieto ante las afirmaciones de Trump de que efectivamente construirá un
muro en la frontera entre ambos países
En
perfiles oficiales, Carlos Slim es presentado como “Magnate mexicano”. Es
conocido a nivel mundial por su negocio en telecomunicaciones (de la mano del
Grupo Carso) y su fortuna, que en 2014 ascendía a 72 mil millones de dólares
(posicionado como uno de los hombres más ricos del mundo, según indicadores de
Forbes, América Economía, etc). Si bien se enriqueció exponencialmente a partir
de la década de los ‘90, el comienzo de su emporio se sitúa en los ‘80, la
“década perdida” para los mexicanos, pero no para él, que se enriqueció
comprando empresas en quiebra. Hacia 1984, Slim se unió a los millonarios
Emilio Azcárraga Milmo, Antonio del Valle, Carlos Autrey, Roberto Sertvije y
Juan Gallardo, en la compañía “Libre Empresa S.A.”, que tenía como objetivo
explícito consolidar una estrategia para hacer viable el proyecto del Partido
de la Revolución Institucional (PRI) en el poder y –como se expresó– adquirir
todas las empresas operadas por el Estado, para “auxiliarlo en sus
responsabilidades”.
Pero
la “movida clave” del Grupo Carso (la empresa de Slim) fue en el marco del
gobierno de Carlos Salinas de Gortari, también del PRI, que propició más que
ningún otro la reestructuración (desindustrialización, desnacionalización,
etc.) de México en virtud de las privatizaciones. En ese entonces, el
empresario mexicano incursionó en el mercado de las telecomunicaciones,
impulsado por la privatización en Teléfonos de México a precios muy bajos,
creando Telmex y multiplicando por cuatro la riqueza del ya acaudalado
empresario. A partir de allí surge Telcel, la empresa de telefonía móvil más
grande de América Latina y la compañía se diversifica: brinda servicios
bancarios, de Internet, vende seguros y equipos para la industria petrolera,
adquiere la cadena de Hoteles Calinda (OSTAR Grupo Hotelero (1991), Cendumex y
la mayoría de General Tire y Grupo Aluminio (1993), Sears Roebuck (1997) y
Pastelería Francesa El Globo (1999). También incursionó de lleno en el negocio
de la “libre expresión” al comprar acciones del The New York Times. Para
principios del 2016 se había convertido en el mayor accionista.
Su
fortuna llevó a Slim, como a tantos otros millonarios, a desarrollar
actividades filantrópicas, inclinación que lo acercó a la familia Clinton,
líder en el mercado de la asistencia. El ex presidente estadounidense Bill
Clinton, es uno de los que mejor conoce el costado asistencialista de Slim,
asegurando que sus dos fundaciones, Carso y Telmex, se dedicaban a pagar
cirugías, trasplantes de órganos, donar computadoras y dar becas de estudio. Es
decir, Slim se dedica a cubrir las necesidades que debería atender el Estado,
funciones que han sido privatizadas en un proceso en el que el mismo Slim fue
actor principal, que incluye además la monopolización de servicios clave, como
las telecomunicaciones. En efecto, un estudio asegura que entre 2005 y 2009 el
monopolio de las empresas de telecomunicación de Slim significó una “pérdida de
bienestar” para los mexicanos superior a los US$129.000 millones, alrededor del
1,8% del Producto Interno Bruto (PIB) anual. Pero esto es saldado con
asistencia.
Clinton
suma a las actividades filantrópicas, los emprendimientos de Slim para mejorar
el centro histórico de la Ciudad Autónoma de México. Fue durante el segundo
gobierno de Andrés Manuel López Obrador –en ese entonces en el Partido para la
Revolución Democrática– cuando Slim participa como “gran Mecenas” de un
Fideicomiso para “recuperar” el centro, en una alianza entre capital privado y
público, en la que el Grupo Carso adquiriría y rehabilitaría más de 60
edificios para diversos usos, de los cuales 55 albergan 620 departamentos de
uso habitacional. Esta “modernización” del centro, tuvo como “daño colateral”
la expulsión de habitantes y comerciantes ya no deseados, así como la
securitización de la zona en el marco de un claro proceso de gentrificación.
La
presencia de Slim se extiende también al mundo (negocio) del fútbol. En 2012,
el magnate compró el 30%de las acciones del equipo León y los Tuzos. El club
León ha sido la plataforma utilizada por Slim, a través de su empresa América
Móvil, para adentrarse en este deporte, haciendo alianzas estratégicas que le
permitieron revender los derechos de transmisión a diversos medios de
comunicación –televisión e Internet.
Slim
también está presente en los avances del libre comercio en la región. En una de
las reuniones de la Alianza del Pacífico en 2016, se proyectó disminuir al
mínimo posible los cargos de llamadas de larga distancia entre los países
miembro y eliminar los cargos de roaming de datos, para bajar los costos a
Pequeñas y Medianas Empresas. Casualmente, la primera favorecida fue el
monopolio de telecomunicaciones de Slim, por medio de la empresa Claro que
brinda el servicio.
La
escalera al éxito de Slim ha encontrado algunos obstáculos a raíz de los
impuestos propiciados por una nueva ley de telecomunicaciones mexicana que ha
buscado imponer el actual Gobierno de Peña Nieto (PRI) –no exenta de problemas–
y que parece estar destinada específicamente a limitar el monopolio Slim –quien
desea hace tiempo combinar el negocio de las telecomunicaciones con el de la
televisión. El magnate declaró sentirse agraviado: “Ve todas las regulaciones
que nos han puesto. Velas (…). Cada vez que se quejan de algo, hacen gestiones
para que pongan una regulación” expresó el ingeniero de ascendencia libanesa a
mediados de 2016. En los hechos, la presión regulatoria derivó en la apertura
del mercado de telecomunicaciones, para que entrara otra empresa monopólica,
AT&T, que hasta ahora no ha logrado desplazar a América Móvil.
En
paralelo a esta aparente “pérdida de influencia y poder” de Slim, el magnate
adquiere gran visibilidad a partir de sus opiniones con respecto al actual
presidente de EE.UU., Donald Trump, ante una clara “inoperancia” mostrada por
el Gobierno de Peña Nieto.
Una
de las primeras noticias sobre Slim y su postura frente a Trump es de finales
de junio de 2015, a raíz de un proyecto de Ora TV, empresa fundada por Slim
junto al presentador de TV Larry King y financiada por América Móvil. En ese
entonces, Slim desistió de trabajar en un proyecto con Trump, debido a
declaraciones “fuera de lugar” del millonario estadounidense, que “hacían
referencia a los inmigrantes mexicanos como delincuentes”.
Durante
las elecciones, Trump arremetió varias veces contra Slim, no solo “por ser
Mexicano” sino por su cercanía a los Clinton: en primer lugar, por ser uno de
los mayores accionistas del diario “oficialista” de la campaña de Hillary (el
New York Times); en segundo lugar, porque Slim es uno de los millonarios más
vinculados en términos de financiamiento y organización de eventos con la
Fundación de la Familia Clinton, donando entre 1 y 5 millones de dólares.
A
principios de diciembre, con Trump como presidente electo de EE.UU., Slim
comenzó a posicionarse como “voz” pertinente en cuanto a las políticas de Trump
hacia México. En ese momento declaró que “Trump no tiene por qué ser malo para
México”, dando cuenta de que él está pensando en todos los mexicanos, que se
“preocupa” por ellos.
Fue
sin dudas el 27 de enero de 2017 cuando se concretó la aparición triunfal del
magnate como “voz política” autorizada. Las decisiones tibias del presidente
Peña Nieto ante las afirmaciones de Trump de que efectivamente construirá un
muro en la frontera entre ambos países –en el punto álgido de un contexto de
crisis económica y política que viene en aumento, coronada por el aumento del
precio de los hidrocarburos, popularizada como el “gasolinazo” –. De este modo,
estalló la política mexicana, y en este estallido, hacía falta una voz
confiable, sería y creíble como la de Slim. Así que él convocó a su propia
conferencia de prensa, en la que llamó a la “unidad nacional”, asegurando que
la mejor manera de hacer frente a la situación, es generar oportunidades para
los mexicanos en México: “hay que volcarnos de manera completa al desarrollo de
la economía interna”. Además, aduce que Trump no es un “terminator” sino un
“negotiator”, apaciguando las tensiones y mostrando que sí hay una manera de
tratar con Trump. Entre empresarios millonarios se entienden, será por ello que
en la misma oportunidad señaló que entre las ventajas para mantener las plantas
industriales en México son el bajo costo de fabricación y que no existe
“transferencia tecnológica”.
Este
“costado político” de Slim no es casual ni repentino. A fines de noviembre de
2016, algunos medios corrieron la voz de que una serie de encuestas (en
particular la realizada a los Millenials mexicanos, del Foro Bloomberg México)
informaban sobre el éxito que podría tener Slim si se presentara a elecciones
presidenciales en 2018. A principios de enero de 2017, miles de usuarios
propusieron en las redes sociales a Slim como candidato a la Presidencia, con
el argumento, entre otros, de que “es la única persona a la que Trump le teme”.
Hace
apenas unos días, una cuenta de YouTube publicó un video donde describen al
magnate como el candidato ‘ideal’ para la Presidencia de México y donde es
presentado como alguien capaz de fomentar el desarrollo en el país ya que no
tiene compromisos con ningún partido político, ni tampoco se dejaría manejar
por empresas que en otras elecciones han influido en la población mexicana. En
Twitter y Facebook comenzó a circular un video en donde se enumeran las diez
razones por las que el empresario sería el “candidato ideal”, ya que es
considerado la antítesis de Trump; entre ellas, menciona su altruismo, que no
robaría del dinero público por su nivel de riqueza y que ya posee prestigio y
liderazgo internacional.
Aunque Slim niega tener voluntad de
presentarse a elecciones, es un escenario posible. Y su éxito deriva en que es
presentado como un “outsider” de la política –al igual que en el caso de Trump
(EE.UU.), Macri (Argentina), Jimmy Morales (Guatemala), etc. Esta imagen de
outsider es poco creíble si recordamos el modo en que amasó su fortuna: poco
podría haber hecho sin sus vínculos con el PRI desde los ‘80 en adelante, y con
políticos de larga trayectoria como el matrimonio Clinton.
Desde
Monterrey el flamante gobernador mexicano de Nuevo León y aspirante a la
Presidencia de México, Jaime Rodríguez, declaró que renunciaría a sus
intenciones de participar en la contienda de las elecciones presidenciales del
2018 si el empresario Carlos Slim se postula al cargo por la vía independiente.
En una entrevista exclusiva para Univision Noticias, Rodríguez manifestó: “Si
él quiere (...) hasta me convertiría en su jefe de campaña, si le entra. (...)
Si va con un partido no lo apoyaría, me gusta para que sea candidato
independiente” , agregó. Esta es la primera vez en la que un gobernador ofrece
respaldar una potencial candidatura de Slim.
Considerando
que existe una posibilidad de que el empresario busque un lugar en la esfera
política formal, conviene destacar un “detalle” sobre su pasado. Su hermano,
Julián Slim Helú (fallecido en 2011, en completo anonimato), integró la
Dirección Federal de Seguridad en plena “guerra sucia” (guerra contrainsurgente
en México) y estuvo implicado al menos en una escena de persecución y tortura
en noviembre de 1974, la del sobrino del ex presidente López Mateo. En una
serie de entrevistas en 2011, cuando Slim fue inquirido sobre esta cuestión,
prefirió no hablar de eso, diciendo que “a nadie de la familia le gustaba que
estuviera en el gobierno” . Parece que el magnate cambió de opinión con
respecto a la distancia con el gobierno, pero lo seguro es que esta historia (y
otras de este tipo) quedarán bien enterradas en este camino que parece abrirse
hacia la escena política de primer nivel.
Artículo
publicado en: http://www.celag.org/carlos-slim-el-magnate-
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