FELICES CINCO AÑOS DE SECUESTRO
Al igual que
el 6 de diciembre el Congreso abre sus puertas para honrar a la Constitución,
el Poder Judicial debería abrir las suyas hoy para invitar a los que han
permitido este lustro de mandato caducado
GERARDO
TECÉ
CGPJ, bloqueo conservador. / Pedripol
Para un andaluz como yo, el 4 de diciembre ha sido siempre día nacional de Andalucía. Y, sin embargo, quizá vaya tocando ser generosos y compartir fecha y celebración con otro gran hito de la historia de la España reciente que parece asentarse de manera sólida. Hoy, 4 de diciembre de 2023, se cumplen cinco años de gobierno de los jueces con el mandato caducado. O, como lo llama la mayoritaria prensa de derechas, cinco años de independencia del Poder Judicial. En realidad, no mienten. Efectivamente, el Poder Judicial se independizó en 2018 de la voluntad popular de la que, según la Constitución, debería emanar, como el resto de poderes del Estado. Si ha pasado usted demasiadas horas estos últimos tiempos viendo los programas de Pablo Motos, Susana Griso o Ana Rosa Quintana, es muy probable que necesite repasar algunos conceptos básicos para entender la grandeza de este aniversario que hoy celebramos. Imagine que, cuando Zapatero perdió las elecciones en 2011, hubiera decidido no irse y declarar al poder ejecutivo “independiente” hasta que le hubiera venido en gana. Imagine que la prensa hubiera dicho que oye, eso de ser independiente suena ético, limpio y eficaz. Imagine que en el Congreso –poder legislativo– hoy no estuvieran representados los nuevos diputados elegidos en las últimas elecciones, sino tipos cuya acta de diputado tuviera más polvo acumulado que el carnet del Partido Comunista de Jiménez Losantos. Imaginen que Ciudadanos siguiera siendo una fuerza política determinante en España a fecha de hoy porque, cuando se quedaron sin apoyo popular en las urnas, hubieran decidido que deben ser los propios políticos quienes decidan la composición del Parlamento y que, hasta que eso no sea así, ellos de ahí no se mueven. Es lo que, alegremente, lleva pasando cinco años en España con la Justicia en contra de lo que dice la Constitución.
Lo que era una
anomalía democrática, cinco años después se ha asentado como el nuevo orden
natural de las cosas. Lo ha hecho sin demasiados sobresaltos. Si los medios no
denuncian este golpe de Estado contra uno de los tres poderes, si el rey Felipe
VI no sale en urgente y dura comparecencia televisada a pedir que los
secuestradores depongan su actitud de una vez por todas, si Feijóo anuncia, ya
sin pudor, que su intención es que esta mayoría caducada de derechas en la
Justicia se alargue al menos otra legislatura más, si aquí no pasa nada, ¿no
deberíamos de una vez aceptarlo e incluso festejarlo? Al igual que el 6 de
diciembre el Congreso –poder legislativo– abre sus puertas para honrar a la
Constitución, el Consejo General del Poder Judicial debería abrir las suyas –o
reservar el salón de actos de la sede del PP– para, en una fecha tan señalada
como hoy, invitar a copa y canapés a las autoridades y personalidades que han
hecho posible celebrar este precioso aniversario de independencia. Tras el
discurso del presidente del CGPJ en el que se destacarían las enormes ventajas
que tiene ser independientes de la voluntad ciudadana, llegaría la entrega de
medallas a quienes tanto hicieron por la defensa de España en este último año
desde la judicatura. Aplauso cerrado a quienes, en el ejercicio de su función,
pusieron en la calle a centenares de violadores, pudiendo elegir no hacerlo,
logrando así joder a las feminazis. Vítores al ideólogo del comunicado del CGPJ
en el que se anunciaba la destrucción de España si el poder legislativo
legislaba una ley de amnistía que aún no se conocía cuando los jueces
independientes y objetivos se manifestaban ya frente a los juzgados.
Nombramiento de hijo predilecto al juez García Castellón, aquel que nunca supo
quién podía ocultarse tras la encriptación M. Rajoy, pero sí sabía que era
justo y necesario imputar sin pruebas a Podemos una y otra vez hasta su derrota
final o acusar de terrorismo a Puigdemont en el momento oportuno de la
negociación PSOE-Junts, entre tantos otros servicios a España prestados desde
su modesta sala. Premios al mejor comunicador a ese juez y esa jueza que
insultan en redes sociales a diputados de izquierda e independentistas –no
todas las independencias están bien– o difunden bulos en la red social X sin
complejos ni recusación por parte de sus superiores. Tras los actos de
celebración de su independencia, el rey Felipe VI, presente por supuesto en el
acto como representante de la independencia del poder monárquico, alzaría la
copa brindando por muchos años más y agradeciendo el siempre impecable y
entregado trabajo de nuestra justicia. Para concluir, Pablo Motos y Alfonso
Guerra disfrazados de hormiga amenizarían el acto con un divertidísimo show de
variedades repleto de chistes de maricones y enanos para deleite de los
togados.
Muchísimas
felicidades, señores jueces. Celebren ustedes este 4D con salud y anímense a
hacer oficial esta realidad. Sean justos. Piensen que, si los ciudadanos hemos
perdido uno de los tres poderes que nos pertenecen, ¿no sería de justicia
declararlo festivo para empalmar el 4D con el 6D de la Constitución y el 8D de
la Inmaculada y, al menos, compensarnos con dos días más de puente?
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