miércoles, 16 de agosto de 2023

LA MESA Y LA INVESTIDURA: DOS PARADOJAS

 

LA MESA Y LA INVESTIDURA: DOS PARADOJAS

Mientras los partidos de izquierdas no pueden exigir nada al PSOE ante la lógica de que cualquier cosa es preferible a un gobierno de las derechas, Puigdemont y Junts están planteando cuestiones políticas de fondo

PABLO IGLESIAS


CATdado. / Carlos Echevarría

¿Es posible una amnistía para los presos y exiliados políticos catalanes? Por supuesto que es posible. De hecho, casi todo es posible en la política y en el Derecho si se cuenta con voluntad y poder suficientes. ¿Es posible una reforma del Estado que afronte el agotamiento histórico del sistema autonómico? Es perfectamente posible, del mismo modo que, si el PP y Vox tuvieran la mayoría suficiente, podrían recuperar para el Estado central las competencias autonómicas. No olviden que, en política europea, todo lo que permitan la OTAN y el Banco Central Europeo es posible y no necesariamente tan difícil. Les aseguro que hoy un referéndum de autodeterminación en Catalunya o sobre la continuidad de la monarquía es mucho más viable que uno sobre la permanencia de España en la OTAN. También sería posible reformar el sistema de elección del CGPJ, permitir la libre sindicación de policías y guardias civiles, nacionalizar empresas estratégicas, limitar los oligopolios mediáticos e incluso derogar la ley mordaza. No lo digo por molestar; es así.

 

Lo que resulta un tanto ridículo, discúlpenme de nuevo, es que se hable de amnistía y de una transformación del modelo territorial solo porque Pedro Sánchez necesita que los diputados de Carles Puigdemont le apoyen para tener el control de la mesa del Congreso y para ser investido presidente del Gobierno. Es como si Sánchez aceptase un referéndum sobre la república a cambio de los cinco diputados de Ione Belarra.

 

Resulta ridículo que se hable de amnistía y de una transformación del modelo territorial solo porque Pedro Sánchez necesita los diputados de Carles Puigdemont

 

No me interpreten mal. Soy favorable a la amnistía y a la república, pero no creo que estos objetivos se puedan lograr si el PSOE no está mínimamente dispuesto a recorrer ese camino. Aunque la derecha presente a Sánchez como un personaje sin escrúpulos, ya les digo yo que Sánchez no va a aceptar ni un referéndum de autodeterminación ni otro sobre la monarquía, ni la amnistía, a cambio de ser presidente. No olviden que ni siquiera se atrevió a quitarle a la derecha el control del CGPJ ni a re-equilibrar un poder mediático que acabó denunciando en campaña.

 

Pero aquí llegan las dos paradojas.

 

La primera es la paradoja de la izquierda. No es que los partidos de izquierdas no puedan exigir en este momento ni la república, ni la autodeterminación, ni la amnistía. Es que en realidad no pueden exigir al PSOE nada. La lógica según la cual cualquier cosa es preferible a un Gobierno de las derechas tiene implicaciones obvias que todos debemos reconocer. Todas las formaciones políticas de la izquierda, desde Bildu, pasando por ERC y el BNG, hasta todos y cada uno de los partidos de la coalición Sumar, han reconocido más o menos explícitamente que darán el sí a Pedro Sánchez en la mesa y en el Congreso. Y bien podría ocurrir que en el PSOE acabaran decidiendo que un Gobierno en solitario les va mejor que uno de coalición, por mucho que Yolanda Díaz y los ministros que nombrara les resulten mucho más cómodos que Podemos. De hecho, si finalmente Sánchez lograra la abstención de Junts y el apoyo de Coalición Canaria, el presidente en funciones sabe que jamás Yolanda Díaz comprometería su investidura aunque se quedara fuera del Gobierno. Ni ella, ni Podemos, ni ERC, ni Bildu, ni el BNG ni el PNV negarían a Sánchez el sí a la mesa y a la investidura aunque el líder del PSOE les presente el más desagradable plato de lentejas. Los socios no pueden reconocer esto, pero yo sí lo puedo decir y ustedes saben que digo la pura verdad. Sánchez sabe que si logra un acuerdo con Puigdemont, la investidura le sale casi gratis. Cualquier cosa es preferible al fascismo, pensamos en las izquierdas. Y aunque el PNV tiene más dudas y podría bailar con el PP, los de Ortuzar saben que la sociedad vasca les castigaría; Podemos les ganó en 2015 y 2016 dos elecciones generales y Bildu les acaba de ganar ahora.

 

El presidente en funciones sabe que jamás Yolanda Díaz comprometería su investidura aunque se quedara fuera del Gobierno

 

Pero la segunda paradoja llega ahora. Solo Puigdemont y Junts están planteando cuestiones políticas de fondo para llegar a acuerdos con el PSOE. Lo que piden es muy claro y no puede sorprender a nadie. Quieren que Sanchez reconozca a Puigdemont (tiene que haber foto en Bélgica) y quieren hablar de amnistía, de autodeterminación y, por lo tanto, de Estado. Los empresarios catalanes y los nostálgicos del posibilismo pujolista pueden decir misa, pero la partida crucial para Junts se juega en Catalunya y no hace falta ser muy listo para saber que la estrategia de Puigdemont tiene que ser siempre diferente a la de ERC porque está en juego precisamente quién manda en Catalunya. Se ha comprobado que el electorado de Junts y el de ERC son diferentes y no parece que el pragmatismo nostálgico de los tiempos de hegemonía convergente vuelva a tener un partido como el que tuvo.

 

Si no se interviene sobre estas paradojas, el principal problema de nuestro país no será que haya repetición electoral o no la haya. Si el PSOE se hace con la mesa y la investidura de Sánchez sale adelante pero no se afrontan las cuestiones de régimen y de Estado que el PSOE no quiere enfrentar, tendremos una legislatura breve con presupuestos prorrogados y mucho decreto-ley de difícil convalidación. Si por contra se produce una repetición electoral, parece que la mejor opción del PSOE sería un mayor respaldo en las urnas que debilitara a los partidos a su izquierda y que no le hiciera depender de Junts, manteniendo el cheque en blanco de sus socios. Pero, ¿cuánto puede durar ese cheque en blanco?

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