jueves, 17 de agosto de 2023

LA ROJA 1-MACHISMO 0

 

LA ROJA 1-MACHISMO 0

ANITA BOTWIN

Las jugadoras de la selección española de fútbol y el equipo técnico celebran su pase a la final de la Copa Mundial Femenina de la FIFA, tras vencer a Suecia por 2 a 1, en Auckland (Nueva Zelanda). REUTERS/Amanda Perobelli

Que la nuestra es una revolución que toca todas las esferas de la sociedad es ya una evidencia. Las últimas en demostrarlo, aunque llevan años haciéndolo, han sido nuestras chicas de La Roja ganando a Suecia y pasando a la final del Mundial de Fútbol que se celebrará este domingo a las 12.00 horas. Aunque la historia del fútbol y del deporte en general se había escrito con nombre masculino, lo cierto es que cada vez más las mujeres deportistas se han ganado por propios méritos el lugar que merecían. Las ya finalistas han marcado un claro gol al machismo y a la misoginia y a todos los que no creían que las mujeres pudieran hacer espectáculo igual que sus compañeros, firmar camisetas después de haber terminado un partido o abrir portadas de prensa deportiva. Hasta hace muy poco apenas se hablaba de ellas, se las veía como a ciudadanas de segunda, como a suplentes eternas en un banquillo del que no podrían salir, un banquillo de cristal como esos techos que tanto nos cuesta romper. Sin embargo, gracias a su esfuerzo, perseverancia y a la lucha de tantas, han conseguido llegar donde siempre debían haber estado, en el verde y haciendo historia.

 

Las chicas de la Roja no solo han hecho historia dentro del terreno de juego, sino fuera rompiendo los roles y estereotipos de género, esos que no nos dejan avanzan como sociedad y que nos relegan a un segundo puesto por el hecho de ser mujeres. Recuerdo los recreos en el patio de colegio, donde solo una niña jugaba al fútbol, mientras las demás jugábamos "a cosas de niñas" o a lo que nos habían hecho creer que era de niñas. Recuerdo que ella fue valiente y otras más como ella, en otros patios de otros colegios empezaron una revolución que era invisible entonces, pero que sería imparable.

 

Hay algo que me encanta de este fútbol que llaman femenino, que es su elegancia, su fair play, su deportividad, su superación, su lucha durante tantos años lejos de los focos, cuando vestían camisetas que no tenían ni sus nombres. Me gusta este fútbol que no necesita de polémicas para aparecer en la prensa deportiva, que protagonizan titulares por su propio esfuerzo y no por insultar o pegar al rival, que es un rival, sí, pero no un enemigo. Este fútbol es una oportunidad que puede enseñarnos mucho como personas, a amar el deporte lejos del ruido, los gritos, las polémicas, los insultos gratuitos y la violencia en los campos de fútbol. Estas chicas y otras tantas han venido a hacer historia y a devolvernos a muchas las ganas de ver deporte y volver a la cancha que ya no nos pertenecía (si es que alguna vez lo hizo). Además, los corners volvieron a ser saques de esquina y no un campo de lucha libre en el área de juego, algo que los árbitros masculinos permiten. También observé cómo la árbitra mujer sacaba muchas menos tarjetas amarillas ni que decir rojas, porque no es necesario, porque no necesitan golpearse para hacer un buen partido. De hecho, en este partido contra Suecia, no hubo ni una sola tarjeta, no hizo falta, fueron mucho más que eso y lo demostraron.

 

Sin embargo, aún quedan techos por romper, y es que muchas veces estas deportistas y otras que acaparan menos protagonismo carecen de contratos y de convenios colectivos que establezcan las condiciones laborales mínimas de su relación profesional. Les cuesta encontrar patrocinadores que crean en ellas o ven muchas barreras a la hora de conciliar su vida profesional o laboral, abandonando en muchas ocasiones la segunda. Por ejemplo y algo de lo que se debería tomar buena nota es que en países como Noruega y Dinamarca se presentan los mismos presupuestos para el equipo masculino que para el femenino.

 

Por nuestra parte y para que sigan creciendo y manteniéndose en lo más alto, para que sigan siendo referentes de muchas niñas que antes no tenían a quien mirar, será necesario que sigamos animándolas, viéndolas y llenando sus estadios.

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