DEFENSA DEL FÚTBOL
POR SANTI OCHOA
El fútbol es una religión
benévola que ha hecho
muy poco daño. M.V. Montalbán.
INTELECTUALES
El fútbol se parece a Dios por la devoción que le tienen sus seguidores y la desconfianza de muchos intelectuales para los que diferenciarse de la gente común es su legitimidad, su desconfianza nace de ser el deporte popular por excelencia orientado a incultos y paletos que no tienen interés por otros temas. Muchas personas de clase media con estudios y amantes de la literatura consideran incompatible cultura y fútbol. Al mundo de la cultura le espanta lo sectaria que es la masa que para disfrutar de este juego necesita amar a un equipo y odiar al otro, y en la creencia de que este menosprecio les prestigia. Esa superioridad moral que se auto atribuyen es una falacia saturada de demagogia y complejos que está en vías de desaparecer.
En
muchos intelectuales conservadores el desprecio se fundamenta en la idolatría
del fútbol, la superstición que el pueblo merece porque piensa con los pies, el
instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta la cultura y
así la chusma tiene lo que quiere. También muchos intelectuales de izquierda
descalifican el fútbol por ser el nuevo opio del pueblo y un medio capitalista
de control de las masas a través de la alienación cultural y el conformismo,
cuando no, de fomentar el odio y, su masiva difusión, mantiene en edad infantil
a los pueblos, los castra, desvía su energía revolucionaria y atrofia su
conciencia.
Pero el
fútbol dejó de ser cosa de ingleses y de ricos; en Buenos Aires nacieron los
primeros clubes de fútbol en los talleres de los ferrocarriles y los puertos.
El primer club se llamaba “Mártires de Chicago” en homenaje a los obreros
anarquistas ahorcados un 1º de mayo. En aquellos inicios del siglo 20 no
faltaron intelectuales de izquierda que celebraron al fútbol en lugar de
repudiarlo como anestesia de la conciencia. Actualmente hay peñas de seguidores
como los del San Pauli, de Hamburgo, cercanos a los movimientos
contraculturales, Indar Gorri (Fuerza Roja) del Osasuna de Navarra, abertzales
de extrema izquierda o los Bukaneros del Rayo Vallecano, un club de barrio y
conciencia obrera.
ESCRITORES
Elogiaron
el fútbol: Albert Camus, “Lo que más sé acerca de moral y de las obligaciones
de los hombres, se lo debo al fútbol”. Pier Paolo Pasolini lo asemeja al
lenguaje: “Puede haber un fútbol poético y otro en prosa” y para Heidegger, el
pensador alemán más importante del siglo 20, el fútbol fue su pasión oculta que
hizo pública a los ochenta años, o el escritor marxista Antonio Gramsci que
consideraba el futbol como un reino de la lealtad humana ejercida al aire
libre.
Eduardo
Galeano “el maestro que unió la literatura y el fútbol”, junto a Mario
Benedetti, Miguel Ángel Asturias o Gunter Gras y aquí Alberti, Cela, Delibes,
V. Verdú, Javier Marías, M.V. Montalbán o Almudena Grandes: “El fútbol forma
parte de la educación sentimental de las personas” quien, a su muerte, recibió
el homenaje de un minuto de silencio del público del estadio del Atlético de
Madrid. El futbolista británico Simon Kuper escribe sobre temas deportivos
desde una perspectiva antropológica en The Observer, The Guardian y Financial
Times, o aquí Daniel Entrialgo, periodista, ha escrito sobre fútbol artículos y
varios libros.
Despotricaron
del fútbol Rudyard Kipling que consideraba a sus aficionados como “unas almas
pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan” y
Borges que, aunque le parecían lindas las peleas de gallos, consideraba
entupido al fútbol por ser popular.
JUGADORES
El
delantero francés Thierry Henry dice que “en todos los deportes, y más aún en
el fútbol, hay que ser inteligente”. En contra del sentir de que los
futbolistas son tontos, hay muchos ganadores de varias Ligas y copas del Mundo
que han seguido o terminado sus estudios mientras jugaban, como el
seleccionador argentino Carlos Bilardo (Ginecología), Sócrates (Medicina), Pelé
(Ministro de Deportes de Brasil y embajador de Ecología en la ONU), Pirri
(Medicina), Valdano, autor de varios libros sobre este deporte, se declaró
antimilitarista y socialista cuando llegó al Real Madrid como jugador en 1984.
El central checo Ivan Hasek habla 7 idiomas y se hizo abogado. El delantero
sueco Zlatan Ibrahimović mereció que la palabra “zlatanear” (dominar con
fuerza) fuera incluida en el diccionario sueco. El defensa alemán Paul
Breitner, reconocido inconformista y maoísta y el portero de Trinidad Shaka
Hislop, que ha trabajado para la NASA.
EL JUEGO
El juego
es más viejo que la cultura, los animales no han necesitado que los humanos les
enseñaran a jugar. El fútbol es un juego que ritualiza relaciones, genera
emociones y fiestas colectivas y merece que se le estudie como el fenómeno de
masas más importante de nuestro tiempo y que define a una gran parte de esta
sociedad. Los ídolos deportivos se convierten en mitos, imponen su corte de
pelo, tatuajes o la forma de vestir, despiertan la admiración de adolescentes y
adultos de todas las edades que ven en ellos ejemplos triunfadores.
El
fútbol se volvió un deporte muy popular por la simplicidad de sus materiales y
se juega tanto en los barrios más pobres del planeta como en estadios millonarios.
Es un elemento de identidad. Sienten que pertenecen a un grupo, cuando eres
pequeño eso refuerza la autoestima y te hace sentir acompañado y no excluye que
todos tengamos íntimos amigos del equipo rival. Para el escritor y director de
cine estadounidense Paul Auster el fútbol es el subterfugio que los europeos
utilizan para odiarse sin hacerse pedazos.
AHORA
El
capitalista es la persona que en todo ve un negocio y así nace el futbol como
nueva religión laica para beneficio de las multinacionales y las televisiones
que ejercen una fuerte influencia en la política, la cultura y en la sociedad,
con complejas tramas ocultas de ambición y poder, de pasiones individuales y
nacionales. Pero nada de eso es propio del fútbol, tan solo de la bajeza humana
que se manifiesta igualmente en otros contextos.
El
fútbol se ha convertido en una industria que mueve cada vez más dinero y donde
solo cuenta el resultado, por lo que abunda el juego aburrido, con defensas
reforzadas, contraataques y pases largos… en detrimento de las ofensivas, la
creatividad y la alegría del placer de jugar porque sí. El franquismo
desnaturalizó la relación no solo con el fútbol, también con la copla, porque
todos los espectáculos de masas eran pan y circo. No se leía literatura española
porque era connivente con la dictadura, pero después de cuarenta años se han
ido amortiguando esos complejos.
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