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sábado, 4 de junio de 2022

DEFENSA DEL FÚTBOL

 

DEFENSA DEL FÚTBOL

 POR SANTI OCHOA

El fútbol es una religión benévola que ha hecho

muy poco daño. M.V. Montalbán.

 

INTELECTUALES

El fútbol se parece a Dios por la devoción que le tienen sus seguidores y la desconfianza de muchos intelectuales para los que diferenciarse de la gente común es su legitimidad, su desconfianza nace de ser el deporte popular por excelencia orientado a incultos y paletos que no tienen interés por otros temas. Muchas personas de clase media con estudios y amantes de la literatura consideran incompatible cultura y fútbol. Al mundo de la cultura le espanta lo sectaria que es la masa que para disfrutar de este juego necesita amar a un equipo y odiar al otro, y en la creencia de que este menosprecio les prestigia. Esa superioridad moral que se auto atribuyen es una falacia saturada de demagogia y complejos que está en vías de desaparecer.

En muchos intelectuales conservadores el desprecio se fundamenta en la idolatría del fútbol, la superstición que el pueblo merece porque piensa con los pies, el instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta la cultura y así la chusma tiene lo que quiere. También muchos intelectuales de izquierda descalifican el fútbol por ser el nuevo opio del pueblo y un medio capitalista de control de las masas a través de la alienación cultural y el conformismo, cuando no, de fomentar el odio y, su masiva difusión, mantiene en edad infantil a los pueblos, los castra, desvía su energía revolucionaria y atrofia su conciencia.

Pero el fútbol dejó de ser cosa de ingleses y de ricos; en Buenos Aires nacieron los primeros clubes de fútbol en los talleres de los ferrocarriles y los puertos. El primer club se llamaba “Mártires de Chicago” en homenaje a los obreros anarquistas ahorcados un 1º de mayo. En aquellos inicios del siglo 20 no faltaron intelectuales de izquierda que celebraron al fútbol en lugar de repudiarlo como anestesia de la conciencia. Actualmente hay peñas de seguidores como los del San Pauli, de Hamburgo, cercanos a los movimientos contraculturales, Indar Gorri (Fuerza Roja) del Osasuna de Navarra, abertzales de extrema izquierda o los Bukaneros del Rayo Vallecano, un club de barrio y conciencia obrera.

ESCRITORES

Elogiaron el fútbol: Albert Camus, “Lo que más sé acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”. Pier Paolo Pasolini lo asemeja al lenguaje: “Puede haber un fútbol poético y otro en prosa” y para Heidegger, el pensador alemán más importante del siglo 20, el fútbol fue su pasión oculta que hizo pública a los ochenta años, o el escritor marxista Antonio Gramsci que consideraba el futbol como un reino de la lealtad humana ejercida al aire libre.

Eduardo Galeano “el maestro que unió la literatura y el fútbol”, junto a Mario Benedetti, Miguel Ángel Asturias o Gunter Gras y aquí Alberti, Cela, Delibes, V. Verdú, Javier Marías, M.V. Montalbán o Almudena Grandes: “El fútbol forma parte de la educación sentimental de las personas” quien, a su muerte, recibió el homenaje de un minuto de silencio del público del estadio del Atlético de Madrid. El futbolista británico Simon Kuper escribe sobre temas deportivos desde una perspectiva antropológica en The Observer, The Guardian y Financial Times, o aquí Daniel Entrialgo, periodista, ha escrito sobre fútbol artículos y varios libros.

Despotricaron del fútbol Rudyard Kipling que consideraba a sus aficionados como “unas almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan” y Borges que, aunque le parecían lindas las peleas de gallos, consideraba entupido al fútbol por ser popular.

JUGADORES

El delantero francés Thierry Henry dice que “en todos los deportes, y más aún en el fútbol, hay que ser inteligente”. En contra del sentir de que los futbolistas son tontos, hay muchos ganadores de varias Ligas y copas del Mundo que han seguido o terminado sus estudios mientras jugaban, como el seleccionador argentino Carlos Bilardo (Ginecología), Sócrates (Medicina), Pelé (Ministro de Deportes de Brasil y embajador de Ecología en la ONU), Pirri (Medicina), Valdano, autor de varios libros sobre este deporte, se declaró antimilitarista y socialista cuando llegó al Real Madrid como jugador en 1984. El central checo Ivan Hasek habla 7 idiomas y se hizo abogado. El delantero sueco Zlatan Ibrahimović mereció que la palabra “zlatanear” (dominar con fuerza) fuera incluida en el diccionario sueco. El defensa alemán Paul Breitner, reconocido inconformista y maoísta y el portero de Trinidad Shaka Hislop, que ha trabajado para la NASA.

EL JUEGO

El juego es más viejo que la cultura, los animales no han necesitado que los humanos les enseñaran a jugar. El fútbol es un juego que ritualiza relaciones, genera emociones y fiestas colectivas y merece que se le estudie como el fenómeno de masas más importante de nuestro tiempo y que define a una gran parte de esta sociedad. Los ídolos deportivos se convierten en mitos, imponen su corte de pelo, tatuajes o la forma de vestir, despiertan la admiración de adolescentes y adultos de todas las edades que ven en ellos ejemplos triunfadores.

El fútbol se volvió un deporte muy popular por la simplicidad de sus materiales y se juega tanto en los barrios más pobres del planeta como en estadios millonarios. Es un elemento de identidad. Sienten que pertenecen a un grupo, cuando eres pequeño eso refuerza la autoestima y te hace sentir acompañado y no excluye que todos tengamos íntimos amigos del equipo rival. Para el escritor y director de cine estadounidense Paul Auster el fútbol es el subterfugio que los europeos utilizan para odiarse sin hacerse pedazos.

AHORA

El capitalista es la persona que en todo ve un negocio y así nace el futbol como nueva religión laica para beneficio de las multinacionales y las televisiones que ejercen una fuerte influencia en la política, la cultura y en la sociedad, con complejas tramas ocultas de ambición y poder, de pasiones individuales y nacionales. Pero nada de eso es propio del fútbol, tan solo de la bajeza humana que se manifiesta igualmente en otros contextos.

El fútbol se ha convertido en una industria que mueve cada vez más dinero y donde solo cuenta el resultado, por lo que abunda el juego aburrido, con defensas reforzadas, contraataques y pases largos… en detrimento de las ofensivas, la creatividad y la alegría del placer de jugar porque sí. El franquismo desnaturalizó la relación no solo con el fútbol, también con la copla, porque todos los espectáculos de masas eran pan y circo. No se leía literatura española porque era connivente con la dictadura, pero después de cuarenta años se han ido amortiguando esos complejos.

 

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