SÁNCHEZ DRAGÓ Y LA HISTORIA DEL OJO
BARBIJAPUTA
Hace unos días, Sánchez Dragó tuiteaba lo siguiente: "Hoy me ha guiñado el ojo una chica. ¿Qué hago? ¿La denuncio o le guiño también el mío?". No entraré en hablar de las posibilidades reales que existen de que una chica se le insinúe (y digo insinuación porque es lo que él da a entender) por la calle a un octogenario. Es lo de menos que se lo haya inventado, y además no sería la primera vez que un señor blanco más cerca de los 100 que de los 50 suelta algo parecido en sus redes sociales.
Lo interesante a
analizar no es que sea verdad o mentira sino lo que subyace, lo que desprende,
lo que pone de relieve el comentario: la misoginia galopante y prepotente, el
cómo los Sánchez Dragó del mundo se sienten con el derecho de restar
importancia a una violencia cotidiana para nosotras como es el acoso sexual y
las denuncias que se interponen debido a ello. La performance dragoniana,
además, tiene esa pátina de impunidad sentida porque, y esto no son imaginaciones
suyas, esa impunidad existe. Son impunes. Recordemos que este hombre confesó
por escrito en uno de sus libros haberse topado en el metro con "unas
lolitas de esas -ahora hay muchas- que visten como zorritas, con los labios
pintados, carmín, rimel, tacones, minifalda". Añadía que "No hay nada
como la piel tersa, los pechitos como capullos, el chochito rosáceo", y
según cuenta, esas mismas niñas (13 años) supuestamente acabaron en su cama:
"las muy putas se pusieron a turnarse".
Que un hombre se
sienta legitimado para narrar (o fantasear) en público sobre niñas y menores en
general no es nuevo (el primero que se te viene es aquel Salvador Sostres en un
plató de la tele pública), ni es el primero que escribe "literatura"
al respecto ni será el último, por supuesto. Esa validación que sienten no es
una interpretación de ellos, es real, es social, coexiste en el mismo mundo
donde las niñas, las adolescentes y las mujeres vivimos. Esos hombres siguen
publicando y trabajando, sin que sus vidas se tambaleen lo más mínimo, porque
la que nos tambaleamos somos las demás, el sexo débil, el segundo sexo, las que
sufren la pederastia, la violencia sexual dentro y fuera de casa, las
explotadas sexual y reproductivamente, las mujeres.
Y en pleno 2020,
nuestro gran hombre y mejor votante de Vox, sigue sintiéndose como sabe que
puede: impune, validado, legitimado para decir lo que quiera. Incluso para
dejar ver su cabreo porque el feminismo avanza y las mujeres hablan y denuncian
lo que los hombres les hacen. En pleno 2020 los Sánchez Dragó siguen
sintiéndose como hace 10, 20 o 40 años: los que pueden hacer y deshacer, los
que todo merecen, los que no están dispuestos ni a callarse ni por pereza. Y
con estos mimbres se generan nuevos Sánchez Dragó a una velocidad vertiginosa,
que cuidan y protegen el legado de los viejos héroes, cuyas páginas de
wikipedia son hagiografías, sin controversias ni polémicas, porque también en
wikipedia, claro, hay una brecha importante en cuanto al sexo de quienes
escriben y moderan.
Creen que si el
mundo es así es porque debe serlo, porque son hombres y nosotras mujeres. Y
punto. Tampoco necesitan pensarlo mucho, la vida les ha ido siempre bien. Somos
nosotras las que tenemos que exprimirnos el cerebro, buscar respuestas, leer,
instruirnos, desaprender todas las injusticias misóginas que nos han inoculado
desde pequeñas. Somos nosotras las que sufrimos la opresión sexual y nosotras
las que tenemos que pelear, contra el sistema y contra los hijos del mismo.
Así ha sido y así
seguirá siendo. Para desgracia de los palmeros del patriarcado, la lucha
feminista va mucho más deprisa de lo que nadie creía hace menos de una década,
y además tenemos muchas más energías y agudeza que los apoltronados que sienten
intocable su trono. Somos más cada día a un ritmo que no están calculando ni
previendo. Nos estamos organizamos y no se están ni enterando. Estamos por
todos sitios y cuanto más alto es su trono, más incapaces son de vernos.
Y no hay de qué
lamentarse en ese sentido, el factor sorpresa siempre hace más certero un
ataque.
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