LA MUJER DE LA ESQUINA...
DUNIA SANCHEZ
Nubes. Hay muchas
nubes. Sobre ellas se esconde los secretos, los misterios de un universo
inconcluso, de un vacío que nos saluda cuando la mañana brinca en nuestra ojos
en el horizonte. La mujer de la esquina aun sigue ahí. La mujer de la esquina
está fumando un cigarro en las prisas de la jornada. La mujer de la esquina
lleva falda y una camiseta. La mujer de la mañana lleva su mirada a las nubes.
Hay muchas nubes. Un mes de septiembre
extraño, enrarecido por cada suceso de su vida. La mujer de la esquina deja el
cigarro. La mujer apaga en la acera con sus playeras el humo que la llevara al
movimiento. Desaparece. La mujer de la
esquina se pierde en el populoso boscaje de cemento de una ciudad. Cierro la
ventana. Desnuda, recorro el pasillo. Desnuda me adentro en la mujer de la
esquina. En la cocina, enciendo un cigarro…uhmm…un café. Soy la mujer de la esquina, ahora, envuelta
en dilemas. La mujer de la esquina anda y anda.
Los perros en la mañana ladran, saludan. En la ducha, mi cuerpo desnudo
se expande en la libertad del agua, un agua que corre y me niega esta humedad
apegada. La mujer de la esquina ve su destino. La mujer de la esquina baja la
cabeza y se mira las manos, sus líneas se confunden, se cortan. La mujer de la esquina vuelve. Abro la ventana. Mojada, con una toalla
enrollada la observo. No sé si se da cuenta que estoy aquí. La mujer de la
esquina enciende otro cigarro. De las nubes preñadas cae alguna gota. La mujer
de la esquina lleva sus ojos a mi
ventana. Su mirada y mi mirada se cruzan, penetran en túneles donde el
recorrido se hace vago, cansado. Su mirada y mi mirada ven la luz, un febril
final estado nos hace temblar. Un cielo despejado, impecable, pulido se
presenta. He llegado
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