LAS SOMBRAS DE LA LEGIÓN, “LO MEJOR DE LA HISTORIA DE ESPAÑA”
Repaso
de los ‘logros’ más destacables de esta unidad fundada por el fascista Millán
Astray en los años veinte del siglo pasado: torturas, represión y refugio de
nazis
LUIS GONZALO SEGURA
“La Legión representa lo mejor de la historia de España” y sin ella “no se puede entender el mundo libre, nuestra Europa”. Esas fueron las palabras de Margarita Robles, actual ministra de Defensa designada por el PSOE, cuando hace un año presentó los actos del Centenario de la Legión (1920-2020). Un centenario presidido por Felipe VI, no menos orgulloso de la Legión española. Y si la Legión representa lo mejor de la historia de España, parece aconsejable repasar los logros históricos más destacables de esta unidad fundada por el célebre fascista Millán Astray en un período de ascenso de esta ideología, los años veinte del siglo pasado.
Torturas,
decapitaciones, armas químicas en la Guerra del Rif
Un par de sucesos
atroces los encontramos en la ornamentación con cabezas cortadas de enemigos,
algo que disgustó a un nada refinado Miguel Primo de Rivera. Constan –en El
País en 2017 o en El Correo en 2011– al menos dos protestas por esta macabra
costumbre legionaria: 1) por la revista realizada a un batallón de la Legión
que portaba diez cabezas clavadas en bayonetas; y 2) con motivo de la visita de
la Duquesa de la Victoria se le entregó, como obsequio, una cesta con dos
cabezas cortadas en un centro floral.
Legionarios
sosteniendo cabezas de rifeños. Foto publicada por Jacques Roger-Mathieu en
'Las memorias de Abd El Krim' (1926).
La esencia de este
comportamiento no puede en ningún caso catalogarse como espontánea, sino que
debe entenderse como una costumbre inducida por los mandos militares, entonces
fascistas y, posteriormente, franquistas, como Sanjurjo, Millán Astray, Queipo
de Llano, Yagüe o el propio Franco. Un episodio sobre la inducción de este
comportamiento bárbaro lo encontramos en una anécdota relatada por Arturo Barea
en 1926, entonces periodista y después autor de la magnífica –y muy reseñable
en este caso– La forja de un rebelde, en la que afirma que Millán Astray peleó
cuerpo a cuerpo con un legionario para hacerse respetar.
Pudiera parecer
anecdótico reseñar los comienzos africanos de la Legión, pero no es así. Por un
lado, el prestigioso hispanista Sebastian Balfour señala en su obra Abrazo
mortal –reeditada recientemente, en 2018– cómo los métodos y las estrategias
utilizadas en el Rif fueron puestas en práctica tiempo después durante la guerra
entre 1936 y 1939. Y, por otro lado, se cifran en unos 80.000 los marroquíes
que acudieron al conflicto militar en la Península, donde fueron empleados como
carne de cañón en vanguardia y donde, además, exhibieron una crueldad a la
altura de los deseos más íntimos de sus mandos militares. Unos mandos que
dejaron, además de cabezas de rifeños cortadas, una maldición que todavía hoy
envenena el Rif: el bombardeo con armas químicas. Un bombardeo que sitúa hoy al
Rif como una región con una tasa de enfermos de cáncer muy por encima del resto
de Marruecos –gracias también al napalm arrojado entre 1957 y 1958 por las
tropas del general Mizzian, recién reincorporado en el Ejército marroquí tras
abandonar el español con consentimiento de Franco. Otro acto que bebe
directamente del Ejército español africanista, aunque ya no se protagonizara en
su nombre.
Represión
en Asturias
Pero antes de la
guerra asimétrica acaecida en España, la Legión tuvo un último entrenamiento en
1934: Asturias. Allí, la Legión tuvo un comportamiento brutal, tal y como
relata Paul Preston en su obra El Holocausto español: Odio y exterminio en la
Guerra Civil y después, en la que se puede encontrar el siguiente fragmento,
producto de la conversación entre el general Eduardo López Ochoa y Juan Simeón
Vidarte, entonces vicesecretario general del PSOE:
“Una noche, los
legionarios se llevaron en una camioneta a veintisiete trabajadores, sacados de
la cárcel de Sama. Sólo fusilaron a tres o cuatro porque, como resonaban los
tiros en la montaña, pensaron que iban a salir guerrilleros de todos aquellos
parajes y ellos correrían peligro. Entonces procedieron más cruelmente,
decapitaron o ahorcaron a los presos, y les cortaron los pies, manos, orejas,
lenguas, ¡hasta los órganos genitales! A los pocos días, uno de mis oficiales,
hombre de toda mi confianza, me comunicó que unos legionarios se paseaban
luciendo orejas ensartadas en alambres, a manera de collar, que serían de las
víctimas de Carbayín”.
En 1934 en Asturias
las ejecuciones organizadas de civiles se convirtieron en un método más del
Ejército español y, obviamente, de la Legión
Cabe señalar,
además, que en Asturias las ejecuciones organizadas de civiles se convirtieron
en un método más del Ejército español y, obviamente, de la Legión. Pablo Gil
Vico explica en Verdugos de Asturias que “si en la violencia revolucionaria con
resultado de muerte hubo en torno a cuarenta escenarios diferentes, las fuerzas
gubernamentales ejecutaron a sus víctimas en 17 lugares, pero en solo dos de
ellos –Carbayín y el Cuartel de Pelayo– tuvo lugar casi el 50% de las muertes
computadas. No se trata, como en el caso revolucionario, de acciones dispersas
y no siempre predecibles, sino de un ejercicio de la violencia concentrado,
materializado en oleadas y organizado en –o desde– centros de detención”. Es
decir, la violencia del Ejército español y de la Legión española fue en la
mayoría de los casos organizada y solo en ocasiones más infrecuentes producto
de arrebatos. Aunque episodios impulsivos también acontecieron. Valga como
ejemplo el siguiente relato también extraído de Verdugos de Asturias:
“Un oficial ordenó
lanzar una bomba dentro. Seis personas, entre ellas tres mujeres y una niña de
doce años, cayeron mientras trataban de protegerse; otros seis intentaron salir
y fueron ejecutados en la puerta o por la parte de atrás y Casimiro Álvarez, un
hombre de sesenta y un años, fue acuchillado en el piso de arriba por un
soldado moro que lo persiguió hasta acabar con él”.
En total, según la
mencionada obra, dos tercios de las víctimas asturianas fueron fusiladas; más
de una quinta parte fue asesinada de forma salvaje, a veces acuchillados; el
resto falleció en el combate o debido a los malos tratos.
En definitiva, la
represión en Asturias, en la que perecieron unos 2.000 asturianos, demuestra
que la brutalidad en la guerra española por parte del bando fascista, y de la
Legión, fue organizada y, ante todo, predecible. Y, por tanto, evitable. De
hecho, los fascistas españoles, como el resto de totalitarios, lo único que
hicieron fue trasladar las prácticas coloniales a Europa. Unas prácticas que
incluyeron, en todas sus formas, a la mujer.
Porque la mujer
durante la guerra fue violada de forma salvaje por las tropas fascistas y, muy
especialmente, por las compuestas por legionarios. De ello tenemos constancia
por múltiples referencias, entre las que podemos reseñar la que ofrece el
periodista John Whitaker, que relata una violación múltiple de dos muchachas en
Navalcarnero en 1936 en un texto en la revista Foreign Affairs en octubre de
1942. Herbert Southworth señala en El mito de la Cruzada de Franco que a las
tropas de marroquíes reclutadas por Franco se les incentivaba con la promesa de
“mujeres blancas”.
Brutalidad
durante la guerra
De las salvajadas
acaecidas durante la guerra provocada por la sublevación fascista se podrían, y
se pueden, escribir libros, pero hay una matanza que queda, tristemente, por
encima de todas: Badajoz. Una masacre en la que fallecieron entre 1.500 y 4.000
personas, según las distintas versiones, incluyendo mujeres, ancianos y niños y
que inundó, literalmente, las calles de sangre y, peor aún, de horrorosas
mutilaciones. De las mismas mutilaciones que se habían producido en Asturias.
Fueron seccionados senos, penes, genitales, narices, orejas...
Prostitutas
para la Legión en la Guerra de Ifni
David Torres
afirmaba en la presentación de la novela Todos los buenos soldados que “la
historia del legionario que pegó fuego a un burdel con las putas y los clientes
dentro es verídica”, que no se trata de una leyenda urbana. Además, relataba
que la corrupción siempre acompañó al Ejército español, algo obvio por otra
parte. Corrupción que ha sido especialmente consentida en la Legión, una unidad
que siempre contó con una licencia especial para el consumo de drogas, la
desmemoria de los antecedentes penales y los desmanes más inimaginables a
cambio de sus servicios.
Quizás, por este
motivo, uno de los episodios más singulares que acontecieron durante la Guerra
de Ifni consistió en el traslado de prostitutas desde Canarias hasta la colonia
española en la costa africana. Todo un reto logístico para el Ejército español
con el objetivo de cubrir el asueto de la Legión.
Refugio de
nazis durante la dictadura
Joachim Fiebelkorn
(Leipzig, 5 de abril de 1947), conocido como el legionario nazi, guarda
excelentes relaciones con los legionarios retirados y con altos mandos
militares de la Guardia Civil y de las Fuerzas Armadas todavía en servicio o
retirados, con los que comparte paellas y cervezas en su finca-castillo en
Rojales (Alicante) repleta de simbología nazi y franquista. Estos eventos son
exhibidos en redes sociales sin ningún pudor. No es una casualidad que Joachim,
compañero de aventuras de Klaus Barbie, conocido como el Carnicero de Lyon, y
relacionado con multitud de atentados sangrientos en Europa y América Latina
acontecidos durante el siglo pasado y vinculados a la extrema derecha, cuente
en su hoja de servicio con el honor de haber jurado bandera en la Legión
española en 1966. La unidad se convirtió en refugio de nazis. Joachim juró
bandera en la Legión junto a Herbert Kopplin, miembro de las Waffen SS durante
la II Guerra Mundial.
Guerra de
Irak: torturas y denuncias de crímenes de guerra
4 de abril de 2004,
Nayaf (Irak). La guerra a la que España oficialmente no acudió también supo de
la Legión. Durante esta contienda se produjo la batalla bélica más importante
de España desde la Guerra de Ifni y, claro, la Legión española también estaba
allí. Existe el rumor no confirmado de disparos sobre niños iraquíes, ya que
estos ayudaban a municionar al Ejército de Mahdi, que atacó la base española en
Nayaf. Los españoles confirman que hubo niños y que estuvieron bajo su mira,
pero niegan que les dispararan. Imposible saberlo, pero de haberlo hecho
resulta improbable que lo confesaran. Como no se confesaron jamás, ni se
investigaron, las torturas que durante años fueron denunciadas por iraquíes. No
se confesaron, hasta que años después nos estallaron en la cara.
Un vídeo publicado
en El País demuestra que los legionarios torturaron y maltrataron a prisioneros
en Irak en 2004
17 de marzo de
2013, Madrid. Un vídeo publicado en El País demuestra que los legionarios
torturaron y maltrataron a prisioneros en Irak en 2004 bajo el mando del
general Fulgencio Coll y el coronel Alberto Asarta, ambos integrantes en la
actualidad del partido ultraderechista Vox. El vídeo, grabado con un móvil,
tras casi un minuto de brutales golpes, termina con una expresión lapidaria: “A
este se lo han cargado”. Cinco militares fueron procesados y exonerados en
2015, según denunció Amnistía Internacional, de forma irregular. Entre otras
cuestiones porque nunca se investigó el acoso salvaje que sufrió el único
testigo del caso, cuyo cambio de versión fue esencial para el cierre del
asunto.
26 de abril de
2004, Diwaniya (Irak). Retrocedamos en el tiempo y volvamos de nuevo a la
guerra de Irak. Tras la batalla de Nayaf se produjo una carnicería en Diwaniya
cuando la Legión abatió a once iraquíes. Más allá de la escaramuza bélica,
quedan, de nuevo, huellas de las torturas a las que sometieron a los
prisioneros y unas fotografías de militares españoles con prisioneros desnudos
y abatidos fueron publicadas en Interviú y sirvieron para un documento titulado
‘Los muertos que dejó la Legión’.
De aquella guerra
quedan incluso confesiones públicas sin investigar de exmilitares que afirmaron
disparar contra civiles en una boda. “Era un boda. Y ya se sabe cómo es una
boda allí [Irak], o por lo menos cómo era hace 13 años [en 2003]. Los invitados
se pusieron a celebrar disparando al aire sus AK-47 y varias ráfagas fueron a
parar a nuestro puesto. Mi compañero y yo nos miramos y abrimos fuego. Y,
claro, yo tiré a dar”. Un exmilitar que, por cierto, después de su confesión
fue recibido por la propia ministra de Defensa, Margarita Robles, y apareció en
varios programas de televisión de Risto Mejide.
Machismo y
discriminación
8 de diciembre de
2017, Viator (Almería). “¿Prefieres que te arreste a que tu hija pase frío?”. Esta
fue la disyuntiva a la que se tuvo que enfrentar una legionaria que denunció
cómo su vida cambió tras ser madre: “Siempre fui buena militar hasta que fui
madre”. Era el 8 de diciembre de 2017, fiesta de la Inmaculada Concepción,
patrona de la Infantería española, y tanto la madre como el padre fueron
obligados a desfilar y les exigieron dejar a su bebé de ocho meses enrollado en
una manta con un desconocido en las gradas mientras ambos desfilaban. Se
negaron. Hoy, ambos han abandonado las Fuerzas Armadas y sus jefes han quedado
impunes a pesar de las represalias que se sucedieron a posteriori y del relevo
en el ministerio de Defensa. Nada cambió para ellos con la llegada de Margarita
Robles.
Además, en el
diario Público, el marido de la legionaria arrestada denunció discriminación al
afirmar que de “un total de 400 miembros que integran las dos banderas del
Tercio no hay ninguna mujer combatiente, sino que de las 15 que se encuentran
en la unidad –cifra muy baja, pues representan menos del 4% cuando la media en
el Ejército se sitúa en el 12%– están en la cocina, dándonos de comer en las
maniobras, o en la oficina”.
Muerte y
ocultación de un crimen
25 de agosto de
2019, Agost (Alicante). El último relato legionario relevante del que tenemos
constancia versa sobre la ocultación de un homicidio negligente en unas
maniobras. En las mismas, un sargento disparó contra un legionario, Alejandro
Jiménez Cruz, algo que se intentó ocultar con una gran mentira de la que,
incluso, participó Margarita Robles. No fue una bala perdida de un disparo
accidental en otro ejercicio cercano ni el proyectil entró rebotado en la
axila: el proyectil entró en el pecho. Si no hubiera sido por un legionario,
uno solo, honesto, el caso habría quedado impune, como ocurre en la mayoría de
los casos. De hecho, la presión y el acoso al que sometieron al testigo
recuerdan mucho al caso del legionario que confesó las torturas en Irak y
después se retractó. Hoy hay cinco militares imputados por este caso, pero la
historia demuestra que la Justicia militar siempre guarda un as en la manga.
Trabajarán para exonerar, no para condenar.
Pero recuerden la
frase de Robles con la que comenzamos estas líneas: “La Legión representa lo
mejor de la historia de España” y sin ella “no se puede entender el mundo
libre, nuestra Europa”.
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