lunes, 24 de octubre de 2016

“BOB DYLAN, UN POETA POPULAR”

“BOB DYLAN, UN POETA POPULAR”
POR: EDUARDO SANGUINETTI
 FILÓSOFO
Bob Dylan, un poeta popular, gana el Premio Nobel de Literatura 2016. Las letras de sus canciones y el sonido de su música, accionó cual alarido de una generación (la del 50 y 60), indignada y harta de guerras, de segregación racial, del hambre en el mundo, de educación caduca, de depredación de la naturaleza, de justicia para pocos y de las desigualdades civiles, siempre presentes, en cuanto acto por la libertad se lleva a cabo en cada región del mundo.
El Nobel, otorgado, a un poeta de la Generación Beatnik: Bob Dylan, fundador de memorias y libertades desenterradas, que interpreta su poesía bajo la forma de canciones, tal como hacían los antiguos griegos, que solían acompañar sus obras con música, ha provocado una explosión de polémicas. La indignación amanerada y snob de los intelectuales de salón, reliquias de un feudalismo aún vigente, se hizo presente. Discursos congelados y obsoletos de catedráticos con mortaja, ridículos detractores de la creación en estado puro, de lo que aún no ha nacido.
La ignorancia de la burguesía y la oligarquía, siempre ha sido y es, material para hacer esclavos ilustrados, a lo que se antepone de manera clara y contundente la poesía de Dylan, apuntalado por representantes de la denominada Generación Beatnik, Hippie, del /68 Francés, incluso de Woodstock, como la de poetas-músicos, como Leonard Cohen y otros héroes del Rock and Roll, que con sabiduría vocacional, aplauden este galardón entregado a su colega… y la de tantos otros/as artistas, músicos, poetas ya muertos, incluso ensayistas jóvenes, que se suman a la épica de un tiempo que no han vivenciado, donde las balas y los exilios, la persecución, la cárcel y las torturas eran moneda corriente… lindo homenaje, tardío, de la Academia Sueca del Nobel, al artista popular, tan desmerecido por las ignorantes elites de empresarios offshore y sus funcionales gerentes.
No ignoramos que la Academia Sueca, premia la ideología correcta y consagrada, creo, no es el caso de Bob Dylan, que a mi manera de pensar y sentir, lo recibirá, en nombre de tantos representantes de una generación que hizo sacudir al mundo allá por los lejanos /60, una bisagra en esta clásica ceremonia… y meditándolo un poco, ¿acudirá a recibir el galardón Dylan?…
Obama, quien ha recibido un Nobel de la paz a días de asumir como presidente de Estados Unidos, aplaude este Nobel de Literatura a Dylan. No me agrada, para que andar con vueltas, que lo aplauda un presidente, adorador de la guerra, de las invasiones a naciones y al asesinato de cientos de miles mujeres y niños, degradando culturas milenarias, en nombre de una democracia que huele a cadáver… tiempo donde los simuladores, son coronados por Academias y otros antros: el futuro y el pasado se abrazan en la letrina… canta el poderoso genocida, idealizando sus virtudes de violencia y psicopatías… ¿y los talentos corajudos, solitarios y libres?, ¿qué espacio en la historia se les reserva?, ¿porqué se les esconde, silencian o simplemente los matan?: “¿porqué se le niega el vuelo al que nació con tal suerte?” (José Larralde dixit) Toda creación poética es histórica; todo poema es apetito por negar la sucesión y fundar un reino perdurable. Si el hom bre es trascendencia, ir más allá de sí, el poema es el signo más puro de ese continuo trascenderse, de ser permanente imaginarse. El poeta es imagen porque se trasciende, tal el caso de Dylan.
La poesía nace en silencio, en el no poder decir, pero aspira irresistiblemente a recuperar el lenguaje como realidad total. El poeta vuelve palabra todo lo que toca, sin excluir al silencio y a los blancos del texto. El poema acoge al grito, al giro de vocablo, a la palabra infectada, al murmullo, al ruido y al sin sentido: no a la in-significancia En una época en la que el sentido de las palabras se ha desvanecido, estas actividades no son diversas a las de un ejército que ametrallase cadáveres. Dejo un fragmento de una poesía devenida en canción de Dylan, lo dice todo para los “Nadie” que gobiernan en este mundo y sus acólitos escribas, con perfil de intelectuales del podio del neoliberalismo: “…No puedo evitar avergonzarme de vivir en un país Donde la justicia es un juego. Ahora todos los criminales con sus trajes y corbatas Están libres para beber martinis y mirar el amanecer…” Bob Dylan (Hurrricane, 1976)
El Nobel de Literatura, ganado por un poeta popular como lo es Bob Dylan, conduce a un enfoque coherente, una concepción dinámica de la ideología de la cultura, y de su significado para aquellos de nosotros que, a nuestra manera, creemos en el rock ‘n’ roll como el movimiento cultural y popular más importante del siglo XX, y puede ser descrito en términos de cohesión sólo si se trata de algo más que un mero entretenimiento de consumo y travestismo.
En su origen, fue marginal el “movimiento Beatnik”, al que se asimiló Bob Dylan. Se enfrentaron con su poesía al sistema capitalista y sus víctimas: los invisibles. Sus detractores fueron el poder político, religioso y burgués, asesinos de la vida. En su acción de vida, el poeta, se niega a servir a las palabras destempladas de un político, de un empresario, tan carentes de sensibilidad e intuición humanista, tan procaces y sin sentido vital… el poeta lanza temibles palabras, envueltas en pasión del instante, solo en Tiempo de Poesía… palabras atemporales, fuera de las estrictas normas y reglas de un sistema esclerótico y falaz.
De este modo, el poeta resiste a las imposiciones obtusas de los ridí- culos dueños del reino material, del “siempre jamás”, los asesinos de la vida en esplendor especular… los que dicen gobernar, en nombre del papel moneda y los pactos infectos hechos a espalda de los pueblos. Tiempo de Poesía, que no pide permiso en anunciar el porvenir, a estos oscuros personajes, que aún dictan y rigen en el mundo, operando desde las sombras, anulando, lo que pudo haber sido en acciones plenas de humanidad, en antípodas a sus brutales actos.
Un espacio, donde prevalezca la paz y la igualdad, e impriman un sello distintivo a este tiempo impertinente, donde una comunidad, hoy sojuzgada y temerosa, soporta una esclavitud “modelo siglo XXI”. Todo está presente en el futuro que aguarda concretar el deseo de vivir en poesía, cualquiera sea el rol que elegimos para transitar esta existencia

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