LA MEMORIA QUE HABITO(NARRATIVA)12
DUNIA
SANCHEZ PADRON
Ando en la huida. Culpable. Un tremor desata en mis piernas un vértigo. Culpable. Quiero avanzar , ser barrera que se interpone a la muerte y tropiezo. Mis rodillas son borbotones de sangre y me levanto. Culpable. Nor, porqué. El engaño y la mentira son cuchillos al viento que sacuden mi espalda. Me enderezo y busco un rincón donde yo no sea vista por los cazadores furtivos del odio, de la estupidez. Sí, el odio, los celos, la envidia, la mentira hace presa a una de un delito no cometido. Culpable. La guerra ha comenzado y todos nos prestamos a la incertidumbre , ha erigirnos aquello que nos pueda salvar. Culpable. Tocan a la puerta de mi casa, allá en Nor. Estoy con mis padres. Estamos cenando. El toque se hace repetitivo y feroz, violento. Culpable. Abro, hombres y mujeres vestidos de calles preguntan como me llamo. No entiendo. Mi madre me llama ¡Qué pasa Ann¡ ¿Quién es a estas horas? Se habrán equivocado. Cierra la puerta y ven a cenar. Culpable. Escucho las pisadas de mis padres al comprobar mi tardanza, al escuchar el vocerío de esta gente desconocida. Culpable. En ese instante estalla la radio. La guerra a comenzado. Mi padre esboza el espanto en toda su entereza y se lanza precipitadamente a esos extraños, a esas extrañas. Sacan las armas y zas…Padre mío, madre mía. No. No. No puede ser. Culpable. Mis ojos se reviran, mis manos temblorosas suplican. Tu Ann eres culpable. Busco y busco donde está el delito. Mi compresión no llega. Mi madre y padre tumbados boca abajo en el suelo. No queda mucho
. La guerra ha
estallado. Culpable. Escaleras abajo salgo agresiva. Lo único que sé es que
tengo que huir. Mis padres. Culpables. Se oyen disparos. Me encapsulo en la
nada. Se escuchan estruendos, el estallar de algo. El fuego impregna la ciudad
de Nor. No miro atrás, corro y corro hacia las afuera de la ciudad. Por un
instante me detengo, no hay nadie atrás y sigo en mi huida. Culpable. Me sacude
por momentos cortos una especie de convulsiones, vomito. La fatiga me dice que
mis madres han sido asesinadas pero una fuerza anormal me impulsa a continuar.
Barranco arriba voy con el dolor de mis sentidos, barranco arriba voy con mis
penas por las piedras, con mi ombligo colgando el amor perdido, con mis manos
desamparadas arrancado cada obstáculo de mi huida. Culpable. Y no entiendo. Y
no comprendo. Esos hombres y mujeres, vestidos de calle, con la mirada afilada
en la mortandad, con los ojos extraviados por la locura obsesiva de sus
convencimientos. Culpable. Un desorden
perpetra en mi estómago, en mi pecho y el dolor aqueja mi respiración. Me
detengo de nuevo. Pinares abultan esta tierra. Y tanto , tanto he avanzado.
Bajo un poco hasta el Monteverde, ahí, donde la maraña de la madre tierra me
oculte, me salve. Culpable. Esta palabra rebota en mi mente. Muerte¡ Ay madre¡ ¡Ay
padre¡ Padre y madre del alma mía. Qué ha pasado. Una ventisca de engañosa y
brumosa se ha clavado en mi existencia y ustedes se han ido. Se han ido por
protegerme. No. No. Culpable. Me paro y me sumerge en el firmamento, puedo
observa dos estrellas fugaces y la ramificación de la vía láctea. Puedo
observar a Nor encendida en negros mañanas, herida de muerte. Culpable.
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