lunes, 17 de junio de 2024

LA MEMORIA QUE HABITO (NARRATIVA)15


LA MEMORIA QUE HABITO

(NARRATIVA)15

DUNIA SANCHEZ PADRON

El pájaro azul. Yo. El garrote. Me adentro en la cueva, la miro con la decisión de la despedida, de un adiós hasta estaciones venideras…si vuelvo. Cojo el garrote, su tersa madera me dice que ya he de partir. El pájaro azul cuando salgo de mi escondrijo me espera, se posa en mi hombro. Nos dirigimos a Nor por los riscos casi , por no decir imposible, de practicar las pisadas sin alguna ayuda. Me lanzo en caída libre a la vez que el palo me sirve de apoyo. Prefiero así, por si quizás, por si tal vez, tengo que volver. Voy por esos lugares donde no hay senderos, estrangulados de maleza, de piedras y alturas difícil de llegar. Por un momento me paro, observo la humareda que escupe la ciudad. El viaje no es largo solo la abruptes y lo grave del terreno lo hace lejos. El pájaro azul sigue en mi hombro, escucho un tambor, una flauta, las chácaras que me acompañan en mi regreso. Un regreso donde las almas de los idos me amparan , me hacen vertical en este descenso vertiginoso de los riscos. Uhm, el olor a mar me viene y me refresca la memoria de lo que fue Nor. El ahora no lo sé, bajo y bajo hasta encontrar la carretera más cercana a ella. La nada me rodea, no se escucha ningún quejido, la fiebre de la ciudad debe de ser infernal. 

Todo es callar y la conversación se la han dejado a los muertos. Me retraigo y recelosa observo todo lo que me rodea, silencio. Un vació raja mi estomago y de mi ombligo derrama la vida. Nor cerca ya y yo con la ansiedad de abrazarlo, de pisar nuevamente sus calles ahora, ensangrentadas, con las campanadas del duelo eterno. Y qué haré cuando llegue, esa es mi cuestión. Un interrogante que me estremece, albergando cierto nerviosismo. Me dejo ir y este garrote donde doy un salto hacia abajo me anima…aun me quedan fuerzas. El pájaro azul sigue en mi hombro. No se aparta de mi en cada brinco. Y aquí estoy , he llegado a una carretera donde el polvo y la nada la hace hermética, fría. Pienso que estaremos en invierno. Un petrificante halo gélido se clava en mis espaldas pero el pájaro azul sigue en mi hombro. Mis palmas sangran algo y es el esfuerzo, las ganas de ver mi querida Nor. Oh, Nor, se que no serás la misma pero te abrazaré con el impulso de un amor que no olvida. Sí, no olvido sus antiguas callejuelas acariciar mis pisadas. Si, no olvido sus modernas calles visitar mis ojos. Y el baile comienza, un baile donde cadáveres posan en el asfalto , fuera y dentro de él. El pájaro azul se despide, de vuelta a la cumbre. El garrote me acompaña. Me hallo indefensa, lo inimaginable estalla en mis sentidos. Me detengo, un cierto miedo me impide avanzar. Aprieto el palo y continuo. Estar a salvo. No estar a salvo. Es una pregunta que me es indiferente en estos instantes. Estar o no estar. Jalo de mi respiración , inspiro y espiro…lento…muy lento. Cierro los ojos y dejo que la calma alcance cada vena que llena mi cuerpo. No sé que decir. No sé que dirección tomar. No sé como comportarme. Sin embargo, continuo. Las moscas y gusanos son escuadrones del hambre, escuadrones de la miseria , de la muerte. Ya estoy en Nor, en su capital. Estoy en sus entrañas, en la columna vertebral que lo sostiene. Ahora, es la nada. Es un quemante hierro al rojo vivo que azota mis cimientos. Pero tenia que estar preparada para esto. Sí, tenía que estar preparada. Unos ojos se asoman donde los escombro, porque todo es destrucción, y me mira. Deletreo la infelicidad, el pánico, el sórdido ruido de años soportando sobre sus sienes, los desastres antinaturales de los hombres, la descabellada razón humana. Me aproximo, hay en ella, en esa mirada, algo familiar. Y ese ser también viene a mí. Es una anciana con harapos negros, con un pañuelo blanco en la cabeza. Intento agarrar mi memoria esos ojos y son los mismos. Son idénticos a la anciana de la cumbre. Escucho por un instante corto de tiempo el cantar del pájaro azul, escucho por un instante corto de tiempo el cantar del amor. Me coge de una de las manos y con su dedo sigue las líneas de la palma. Pone una mano en mi frente y de callada manera me invite a que me siente.

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