INSENSATOS SIN
ESCRÚPULOS
POR JUAN TORTOSA
Periodista
Llevan tanto tiempo siendo tan excesivos y han puesto tan alto el listón de las insidias que han acabado agotando los recursos disponibles para crispar sin traspasar líneas rojas. Jamás salieron a la calle para reclamar ampliación de derechos o reivindicar una mejor sanidad y educación públicas, y ahora lo hacen cabreados porque se les escapa el chollo de las manos. A falta de argumentos para oponerse a pactos legítimos, instigan a combatirlos con insultos barriobajeros, banderas y cánticos fascistas, llamando patria al pequeño mundo donde solo quieren caber ellos… En esas estamos.
Los analfabetos no suelen tener miedo a quedar en evidencia. Más que no
tener vergüenza, que tampoco la tienen, lo que les ocurre es que no tienen
conciencia de sus carencias. Así es como, tacita a tacita, Alberto
Núñez Feijóo va incrementando la condición
pirómana que desde hace cinco largos años caracteriza a su partido. Como los
conocimientos que posee son inversamente proporcionales a su capacidad para
mentir según tiene demostrado, quizás esto pueda explicar la falta de
escrúpulos que exhibe al equiparar la amnistía con el 23F o los asesinatos de ETA, en esa carrera con Ayuso -quien ha llegado a pedir la intervención del rey y del Ejército- por
ver quién la suelta más gorda.
“Lo venden todo por siete votos”, repiten como papagayos los promotores de
las revueltas callejeras de los últimos días. Miren, no son solo esos siete
votos de Junts; se trata de algo mucho más importante, de una estrategia de pactos
que permitirá continuar trabajando para armar un país solidario y abierto,
preocupado por los débiles y generoso con las minorías en lugar de capitular
ante una derecha que integra ya a la reacción más temible de Europa. Por tanto,
si la alternativa es que gobiernen ustedes… pues va a ser que no.
Observándolo con perspectiva política, el pacto entre PSOE y Junts, en palabras de Gorka
Landáburu, “ha enterrado el Procés y el 155 y abierto una nueva etapa mediante el diálogo y el acuerdo.”
No será nada fácil con una oposición enfurecida, pero igual es la única manera
de conseguir desbloquear una situación de impasse.
Hará
falta mucha paciencia y mucho trabajo, pero alguna vez habrá que terminar con
las cloacas, ¿no? Alguna vez los jueces han de acabar limitándose a ejercer el
papel que les corresponde y dejarán la política para los políticos, alguna vez
los obispos dejarán de meterse donde no les llaman, ¿o es mucho pedir? Porque
lo de soñar con que llegue el día en que los medios de comunicación que ahora
no lo hacen ofrezcan una información decente, ya sé que es ingenuidad pura. En
resumen, que cuatro esquinitas sigue teniendo mi cama… obispos tridentinos,
jueces con tricornio, periodistas hambrientos y cloacas pestilentes ¿hasta
cuándo?
Las derechas han de cambiar el discurso si quieren tener futuro, han de
dejarse de distorsiones y aceptar el carácter territorial del Estado, algo que,
por cierto, figura desde hace 45 años en una Constitución redactada por siete
expertos, cuatro de los cuales (Fraga,
Herrero de Miñón, Cisneros y Pérez
Llorca) pertenecían a formaciones políticas de
derechas que desembocaron en lo que hoy es el Partido
Popular.
El
problema, como escribíamos al principio, es que los herederos de aquellos
juristas no acaban de asumir que se les escapa el chollo de las manos, que
durante cuatro años no van a poder trincar en un momento en el que habrá
sabrosas cifras de fondos europeos por gestionar. Alguna vez tendrán que
apostar por convertirse en una derecha moderna y europea que haga
desaparecer de nuestras vidas y nuestras calles el enconamiento ultra y la
nostalgia franquista ¿O también es mucho pedir?
El futuro no puede ser un expresidente enervando los ánimos a la voz de “el que
pueda hacer algo, que lo haga”; el
futuro no puede ser una exministra y expresidenta autonómica encabezando cortes
ilegales de tráfico ni tampoco niñatos malcriados llorando por las esquinas
porque no les dejan “putodefender España”. Ya está bien de bromas, fustigadas además desde un partido teóricamente
“de Estado”.
¿Qué trabajo les costaba haber sido tan rotundos como lo fue el lehendakari Urkullu condenando las algaradas fascistas: “Los hechos ocurridos estos últimos
días –dijo- son inaceptables, muy graves y preocupantes. Unos hechos provocados
por grupos de ideología fascista y promovidos desde sectores políticos y
sociales que dicen defender la democracia. Los condenamos con rotundidad. La
condena de la violencia debe ser clara y rotunda, sin medias tintas, sin
excusas ni justificaciones. Hacemos un llamamiento a desconvocar la oleada de
protestas que están sirviendo de excusa ara seguir generando odio, rencor y
violencia.”
Sideral la distancia entre estas palabras y las del líder del PP. La historia de la humanidad está llena de mediocres como Feijóo, que son
los que al final acaban liándola parda. Quien pensara cuando saltó al ruedo que
era una mosquita muerta de provincias se equivocó. Como nos descuidemos, este
gallego nos va a acabar buscando la ruina.
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