viernes, 14 de julio de 2023

UN INSOPORTABLE ESTADO DE MALESTAR

 

UN INSOPORTABLE ESTADO DE MALESTAR

El candidato Feijóo, con absoluta banalidad, afirma que va a derogar también la Ley de Memoria Democrática. En la Nueva Siracusa, y como escribió Walter Benjamin: “Ni siquiera los muertos estarán a salvo”

MANUEL RIVAS

Sección del infierno del tríptico El jardín de las delicias

(1500-1505). / El Bosco

“¿Qué tal tu viaje a Siracusa?”. Esta es una de las mejores preguntas de la historia de la filosofía. Se la hizo a Martin Heidegger un irónico colega de docencia, cuando el ya célebre autor de Ser y tiempo interrumpió su colaboración directa con el nazismo como rector de Friburgo. El suyo no había sido precisamente un viaje de vacaciones. Llegó a escribirle un telegrama a Hitler proponiendo que el partido tomase el control directo de las universidades en base al Führerprinzip, el principio de obediencia absoluta. Y la tarea principal con el alumnado era definir y “confrontar el enemigo”. ¿Por qué Siracusa? El doctor teutón se consideraba depositario de los clásicos griegos. Así que sabía muy bien de lo que le hablaban. A Siracusa se había ido Platón como asesor del mandón Dionisio y con el propósito de hacer de él un rey filósofo. Iba con la intención de salvarle la cara al déspota y suerte tuvo él de salvar el pellejo.

 

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Es curiosa la cantidad de gente que se va estos días de viaje a Siracusa. No hablo de la ciudad italiana, que es hoy un parque arqueológico digno de visitar. La otra Siracusa, la del viaje colaboracionista de Heidegger, ya quedó como infierno histórico, aunque el escurridizo sabio nunca se retractó de la experiencia. Las excursiones que yo veo digamos que van a una Nueva Siracusa, con viajes contratados en una franquicia del Partido Popular de Génova. Fundamentalmente, una peligrosa y divertida experiencia virtual en la “realidad alternativa” con el regalo de un pack de enemigo. Según este espejismo, España está mal, más que mal. Un país en ruinas, en manos de okupas, sobrevolada por un Falcon marroquí y donde gobierna de facto, entre rejas, un tal Txapote. ¿Quién viaja a Siracusa? Se ven intelectuales a los que les duele España, sea por la ciática o el colesterol, y periodistas de lo “políticamente correcto” que encontraron por fin el lugar “correcto”. Y un verdadero líder que va con la verdad de frente, o viceversa.

 

 

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Es cierto que Pedro Sánchez no se parece a John Fitzgerald Kennedy, pero también lo es que Alberto Núñez Feijóo tiene bastante parecido con Tricky Dick, alias Richard Nixon.

 

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En el debate vimos cómo la lengua de la campaña es el mejor ejemplo de lo que el filólogo Víctor Klemperer detectó en los años treinta, con el crescendo de la brutalidad autoritaria. Una lengua intoxicada, empobrecida y mutilada. Convertida toda ella en “apelación, arenga, incitación”. Con las debidas distancias, hay en eso una cierta semejanza ambiental entre la vieja y la nueva Siracusa: el lenguaje se utiliza para asfaltar el odio. Gran parte del mundo mediático conservador está pavimentando la ruta a esa Nueva Siracusa, la del régimen del odio. La democracia exige un mínimo de confianza básica. Esa confianza está siendo destruida cuando la derogación de leyes es un eufemismo de la destrucción de valores que son el código de barras de la democracia. Es significativo que la rampante derecha española de hoy no se identifique como conservadora, liberal o socialcristiana. La identidad es derogar al enemigo. El Todo Vale. Referentes de la mejor derecha democrática y europeísta como Angela Merkel o Simone Veil son ahora, para esta derecha descivilizada, como brujas de Salem.

 

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Los de la Nueva Siracusa no se atreven a clausurar la democracia, pero traen un gran surtido de candados con la marca común de la excitación destructiva. El candado Machismo, el candado Racismo, el candado Homofobia, el candado Censura, el candado Recentralismo… Lo que caracteriza un ecosistema democrático es la diversidad. Es una palabra tan feraz e inclusiva que desquicia al pensamiento reaccionario porque desmonta la maquinaria del vacío. El programa pánico de la Nueva Siracusa consiste en vaciar de diversidad la democracia. En la naturaleza no hay “malas hierbas”. En la política y en la prensa, sí. Cuando vacías un ecosistema democrático, se va a llenar de uniformismo. Bioperversidad en lugar de biodiversidad. Por eso, el primer candado de la Internacional del Gran Retroceso se destina para el ecofeminismo.

 

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En Vox niegan el cambio climático e incluso culpan a los meteorólogos del incremento de las temperaturas. Un trazo de humor pánico: culpar a los forenses de las muertes que investigan. Hay otro negacionismo climático, el propio de nuestro Tricky Dick. El negacionismo cínico. El silencio. Mirar hacia otro lado, pero a la vez consentir en el programa pánico de la Nueva Siracusa: “Un cazador negacionista del cambio climático gestionará Medio Ambiente en Mallorca” (La Vanguardia, 11/7/2023). No se puede prohibir la estupidez, pero sí debería establecerse, por seguridad pública, la inhabilitación de los pirófilos para la lucha contra los incendios.

 

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Vivimos un tiempo de emergencia. El dilema es: o comunidad o caos. Esta derecha turbia solo puede traer inseguridad. Más sequía, más desertización. El primer y más grave incendio es negar la realidad. Tensión y conflictos en las nacionalidades históricas. Impunidad para la corrupción. Censura cultural y adoctrinamiento educativo. Fractura social. Xenofobia y aislamiento. En resumen: un insoportable estado de malestar.

 

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En la Nueva Siracusa se pretenderá implantar otro inquietante negacionismo. Esa obsesión por sepultar la memoria histórica. El recuerdo y la reparación de las víctimas del fascismo y de la dictadura, ese pueblo de las cunetas y las fosas comunes. Pasadas décadas y décadas, todavía hay familias que tienen que explicar por qué buscan a sus padres, madres o abuelos. Es algo insólito en todo el orbe. El candidato Feijóo, con insoportable banalidad, afirma que va a derogar también esta ley de mínima moral. Si es así, en la Nueva Siracusa, y como escribió Walter Benjamin: “Ni siquiera los muertos estarán a salvo”.

 

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