VUELVEN LOS JUDEO-MASONES
ANÍBAL
MALVAR
Según colijo tras leer nuestros rancios y abolénguicos periódicos, el extranjero se tiene que haber convertido en un sitio muy raro desde que no voy por allí. La prensa internacional lo oculta, quizá por vergüenza, y no saca noticias sobre los desajustes intelectuales que están denigrando la calidad neuronal de los hombres y mujeres que no viven en España. Pero en el extranjero están pasando cosas raras, y solo la vieja y papelera prensa española tiene el valor de contárnoslo.
No es la primera vez que ocurre en la historia reciente. Por ejemplo, en el siglo pasado, solo la prensa española y el NO-DO tenían el valor de denunciar el contubernio judeo-masónico que amenazaba al mundo y, particularmente, a la cristiandad. Era un escándalo, lo del contubernio. Mientras el silencio internacional permitía su expansión, solo Franco y la prensa franquista demostraban el coraje de arrojar luz sobre la plaga de judíos y masones que asolaba el planeta. Mientras, los extranjeros, que siempre han sido gente muy rarita, andaban distraídos con chorradas como articular una futura unión europea, crear la Unesco, el movimiento feminista, el ecologista, y todo en ese plan flower-power. Pero aquí, como somos muy españoles y mucho españoles, nos empecinábamos en lo mollar: acabar con el contubernio judeo-masónico. Y vaya si lo conseguimos. Desde que murió Franco, de hecho, nadie ha vuelto a hablar del contubernio. Prueba irrefutable no solo de que fue vencido, sino además de su existencia.
Nuestros viejos
periódicos, sin embargo, conservan en sus cadenas desoxirribonucleicas aquella
memoria victimista y victoriosa, y nos advierten de los peligros que calla la
falaz prensa extranjera.
Me arrojo con
virilidad taurina sobre las páginas de El Mundo, despreciando por un momento mi
feminidad poética. Y me doy cuenta enseguida de que la culpa de todos nuestros
males ya no es el vencido contubernio judeo-masónico, sino Venezuela.
Ahora resulta que
la visita a Caracas de Cristina Gallach, secretaria de Estado de Exteriores,
supone "rendir tributo a los jerarcas bolivarianos". Y eso fomenta
"la irrelevancia en la que España está cayendo en el escenario
internacional". Cierto es que Venezuela es algo más tangible y
fronterizable que el contubernio judeo-masónico, pero, como amenaza, es tan
real como aquel.
En la prensa
extranjera, nada escucho del escándalo de esta visita de Cristina Gallach, a
quien nadie conocía hasta ahora en España, pero cuyos pasos deben de ser
seguidos villarejamente por toda la prensa mundial, según se desprende de las
lucubraciones editoriales de El Mundo.
Que el escándalo
que ha supuesto la visita de Gallach a Venezuela no haya salido en la prensa
extranjera no quiere decir, necesariamente, que todo el planeta no esté
pendiente de qué dice y qué no dice, qué escucha y qué no escucha, la
secretaria Gallach allí. Cuidadito. Ya se dijo aquí que los extranjeros están
muy raros. Y nos ocultan contubernios.
La irrelevancia
internacional de España es evidente. Desde que José María Aznar apoyó la
invasión de Irak, basándose en rumorcillos de patio de vecinas sobre armas de
destrucción masiva, nuestra relevancia internacional ha sido casi nula. Yo creo
que deberíamos invadir algún otro sitio para recuperar nuestra relevancia en el
marco planetario.
Pero, ya que
estamos vagos y no lo hacemos, habremos de mortificarnos porque una secretaria
de Estado visite Venezuela, "una auténtica claudicación ante el Estado
bolivariano".
Los ludópatas de la
paradoja me dirán qué asombro internacional produce el exilio de nuestro
presunto corrupto jefe de Estado, Juan Carlos I, en Abu Dabi, capital de la
libertad y de las modernidades. O que José María Aznar, en sus memorias,
reconozca que contribuyó a "mantener en el poder a Chávez". O que
unos terroristas fascio-chic ataquen la sede de Unidas Podemos en Cartagena. De
estas chorradas sí habla la prensa extranjera a menudo. Sobre todo del emérito.
Pero no de esta ignominiosa visita de la secretaria de Estado. Eso se lo
callan. Puta prensa extranjera judeo-masónica.
PS: Es curioso que
Venezuela solo sea noticia persistente en España desde que se supo que Pablo
Iglesias trabajó allí. ¿Sucedería lo mismo si Pablo Iglesias hubiera trabajado
antes en El Corte Inglés? Tonterías que se piensan los sábados.
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