LAS CLOACAS MONÁRQUICAS
POR RAFAEL SILVA
“Que toda la ponzoña que acecha en el fango
salga a la superficie”
(Claudio,
Emperador Romano)
“La conclusión es clara. Estamos gobernados por un Estado
opresivo, reaccionario, enemigo del pueblo y de la clase trabajadora en
particular, con su pata mediática adosada que le sirve de altavoz, y por encima
de ellos una oligarquía parásita y corrupta que maneja las 35 empresas
españolas más grandes, el llamado IBEX35, más las 65 grandes empresas restantes
que configuran la Bolsa de Madrid. Todo ello en mano de 20 familias (…) con
ramificaciones hasta alcanzar 200 familias de súper ricos y explotadores que
controlan el 85% de la riqueza del país”
(David Rey)
Hemos sospechado
siempre que nuestro actual “Rey Emérito”, dotado al igual que su hijo de
inviolabilidad, había sido un corrupto y un mujeriego, pero las noticias que
desde hace varias semanas se agolpan en diarios nacionales e internacionales ya
no nos dejan lugar a dudas. Debajo de ese disfraz de “campechano” se escondía
un especulador que había amasado una fortuna personal incalculable, procedente
de sus muchos trapicheos cada vez que acompañaba a nuestros “grandes
empresarios” a esos viajes de negocios. De ahí que las grandes empresas, esas
que David Rey menciona en la cita de entradilla, sean las primeras defensoras
de “Su Majestad”, y ahora continúen haciéndolo con Felipe VI, así como las
fuerzas políticas que las representan, la derecha extrema y la extrema derecha
del trío Ciudadanos-PP-Vox, que en seguida salen a defender la figura del Jefe
del Estado, como si les fuera la vida en ello. Hasta el ex Presidente Felipe
González ha salido recientemente en defensa del Emérito, contra lo que pueda
sostener un “policía corrupto” (refiriéndose al ex Comisario Villarejo), o “una
señora” (refiriéndose a Corinna Larsen). Cuantas más pruebas se acumulan contra
la figura de Juan Carlos I (en este caso por una trama de comisiones ilegales
en la construcción del AVE a la Meca), más enconada es la defensa que recibe de
las cloacas.
Hay que comenzar
recordando que Juan Carlos I fue siempre un admirador de Franco, que su
proclamación fue lanzada recordando la figura de Franco, y que por tanto, es
una figura ilegítima que se crea para ofrecer continuidad al régimen, bajo un
halo de democracia, una apariencia de que el pueblo elige, sin elegir. Ahora
quieren desligar la figura de Felipe VI de la de su padre, y hacen desmedidos
esfuerzos en lavar su imagen, insistiendo en que las corruptelas del padre no
afectan al hijo, que está llevando a cabo desde su proclamación grandes
esfuerzos por ofrecer una imagen de la monarquía limpia y honesta. Pero esto es
imposible mientras no sea el pueblo quien verdaderamente elija la forma de
Estado, luego la única manera de que Felipe VI pueda desvincularse de su padre
es renunciando a su cargo, mientras no sea el pueblo quien lo elija
democráticamente. Pero ante tamaño asedio al poder, el CIS hace ya varios años
que ni siquiera pregunta por la figura del monarca. Otra pata del régimen del
78, para tenerlo todo “atado y bien atado”, son los partidos del régimen,
incluido el PSOE, que en medio de tanto escabroso escándalo, continúan
defendiendo un silencio cómplice encogiéndose de hombros, sin denunciar
abiertamente el obsceno comportamiento del Rey Emérito, y oponiéndose a cuantas
iniciativas solicitan en el Congreso una Comisión de Investigación sobre el
asunto, con los insostenibles argumentos de que las Cortes no pueden investigar
a la Corona.
Hemos de tener en
cuenta que los poderes político, económico y mediático no actúan de modo
separado, sino que son los tres vértices de eso que estamos llamando las
“cloacas monárquicas”, es decir, el entramado de poder que va a intentar por
todos los medios que dicha institución no se venga abajo, puesto que es la
última garante de que sus privilegios continúen intocables. Estas cloacas se
fueron gestando durante el franquismo, sistema que estaba inundado de
criminales, torturadores, vividores, parásitos y represores que acumularon
enormes privilegios por arrimarse a la sombra del dictador, y que vienen
disfrutando del pago a los servicios prestados a la clase dominante en España
durante casi 80 años (los 40 primeros del franquismo, más los que llevamos
viviendo en aparente “democracia”). La aparente contradicción a todo ello que
representa el Caso Villarejo es explicada por David Rey en este artículo: “La
razón por la cual la justicia burguesa no ha tenido más remedio que atacar a
Villarejo, encausarlo con múltiples denuncias y mantenerlo en prisión preventiva
(…) es porque, henchido de su sentimiento de impunidad, se ha considerado
“intocable” y ha ido más allá de lo permisible en sus oscuros negocios,
afectando algunos intereses empresariales relevantes con el peligro de
desacreditar al propio aparato del Estado y al “fair play” entre grandes
empresas”.
Son las cloacas
monárquicas, con todas sus ramificaciones, las que han intentando durante
décadas lavar la imagen de Juan Carlos I, esconder sus escándalos, mejorar su
imagen pública, manipular los relatos, impedir los ataques hacia su figura, así
como también, en la misma línea, atacar a Podemos, neutralizar a los
independentistas catalanes, o suavizar los casos de corrupción del
bipartidismo. Todas son piezas de un mismo puzzle. Y todas ellas son muestras de
la escasa democracia que padecemos. Un día sí y al otro también aparecen nuevas
informaciones, incluso en la prensa internacional, con nuevos datos
inculpatorios sobre las mafiosas actividades del Rey Emérito, pero nuestras
instituciones y sus líderes políticos se empeñan en defenderlo. ¿Hasta cuándo
van a estar protegiendo a la monarquía? ¿Es eso lícito y soportable en
cualquier democracia que se precie? Es absolutamente intolerable que a medida
que conocemos el alcance y la gravedad de las implicaciones del ex Jefe del
Estado en actividades corruptas, las instituciones de ese mismo Estado se
empeñen en protegerlo a toda costa, alejando también ese mismo fantasma de la
imagen de su hijo, el actual Rey Felipe VI. No valen parches ni paños
calientes, como los que quieren aplicar en torno al posible desalojo del Rey
Emérito hacia otra vivienda, para separarlo de la vivienda oficial del monarca.
No es un asunto de dónde se aloja, sino de dilucidar hasta qué punto el Rey
Emérito ha representado al Estado Español con dignidad durante su mandato, o
más bien ha contribuido a su deterioro institucional.
Y en las cloacas
monárquicas también se encuentran las Fuerzas Armadas, uno de los reductos
sociales más rancios y conservadores, capaces de tomar las armas en cuanto se
produjera un cambio de Gobierno tal, que se tomaran medidas profundamente
transformadoras, tanto como para poner en serio peligro el status quo de las
clases dominantes, y atacar a sus privilegios (recuérdese la firma del
Manifiesto en apoyo al dictador y contra su salida del Valle de los Caídos que
elaboraron multitud de altos cargos militares, retirados y en activo). Como ya
ha ocurrido en el pasado (piénsese en el Golpe de Estado de 1936), las Fuerzas
Armadas, al no haber sido democratizadas, se levantarían en armas contra el
pueblo, para volver a restituir el orden social dominante. No tenemos otra
salida que aglutinar un contrapoder ciudadano con tal fuerza que sea capaz de
plantar cara a la hegemonía de los poderosos, y forzar un referéndum popular
contra la Monarquía. Mientras esto no ocurra, seguiremos padeciendo el
continuismo y la decadencia de los Borbones. En palabras de David Rey: “La
lucha por democratizar el aparato del Estado, por limpiar y eliminar su basura
acumulada en décadas y siglos, está inextricablemente unida a la lucha por una
república democrática que derribe de raíz este aparato de Estado y su monarquía
corrupta, para crear uno nuevo bajo el control democrático de las familias
trabajadoras y demás sectores oprimidos de la sociedad”.
Blog del autor:
http://rafaelsilva.over-blog.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario