ANIQUILADORES DE LIBRERÍAS
DAVID BOLLERO
Amazon se encuentra
en plena Fiesta del Libro. Una lectura ligera deduciría que se trata de una
buena noticia, pero no lo es. La multinacional está dispuesta a ofrecer
descuentos de hasta un 25%, cuando el máximo permitido por la ley es del 5%;
sólo en casos excepcionales, como en ferias o el Día del Libro se puede subir
hasta el 10%.
Cualquier persona
que lea la entradilla de esta columna pensará que es fácil pararle los pies a
Amazon si va en contra de la ley, pero no es así. No es tan sencillo. La
dejadez por parte de los poderes del Estado a este respecto es absoluta, como
evidencia el hecho de que nuestra Ley de la lectura, del libro y de las
bibliotecas date de 2007. Un escándalo.
Amazon lo tiene
todo para competir deslealmente: además de trabajar con volúmenes ingentes y
aprovecharse de las economías de escala, no podemos obviar que de los casi 500
millones de euros que ingresaron en 2018 todas las filiales de Amazon en España
únicamente pagaron 3,7 millones en impuestos, es decir, apenas un 7%, frente a
una librería independiente que paga un 23%.
Recientemente, la
multinacional del comercio electrónico lanzó una campaña de publicidad con la
que intentaba vendernos la idea de que es la gran salvadora de las pequeñas
empresas, dado que les brinda la oportunidad de vender los productos en
cualquier punto de España. Lo que no cuenta es la tajada que se lleva por ello
y cómo buena parte de las empresas que optan por esta fórmula lo hacen
claudicando a sus condiciones abusivas.
Sigamos con el
ejemplo de una librería independiente: si quiera vender a través de Amazon,
además de 47 euros de cuota mensual y la condición de vender un mínimo de 40
libros, verá cómo la plataforma de comercio electrónico se embolsa un 15% de
comisión. El porcentaje que una librería suele ganar por la venta de un libro
es de un 30%, es decir, que de un libro de bolsillo de 10 euros obtiene un
beneficio bruto de 3 euros (2,85 euros si aplica el descuento del 5%); con
Amazon, sólo 1,5 euros.
La Confederación
Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) está planteándose
seriamente denunciar a Amazon por vulnerar la ley con sus descuentos del 25%.
No es lo único que planea, puesto que para finales del año que viene podría reconvertir
Todostuslibros.com en un plataforma de comercio electrónico que compita con
Amazon en condiciones mucho más ventajosas para los libreros y libreras.
El problema es que
el caso de Amazon no es una excepción y las grandes cadenas de librerías son muy
dadas a traspasar los límites legales, lo que a todas luces supone una
competencia desleal ante la que la Administración mira hacia otro lado. De
hecho, cuando el cliente son bibliotecas, la ley contempla una excepción de
descuento sobre el precio fijo del libro del 15%, pero no son pocas las veces
que las grandes escalan más los descuentos mientras los ayuntamientos dan
palmas con las orejas, apeando del proceso a las librerías independientes más
modestas.
Las editoriales y
distribuidoras tampoco ayudan. Ya no es sólo que algunas de ellas tengan
cadenas de librerías, sino que cuando se lanzan novedades las librerías
independientes más modestas son discriminadas, haciéndoles llegar los libros
con retraso respecto a las cadenas. Recientemente, pudo comprobarse este hecho
con el lanzamiento de Los Testamentos, de Margaret Atwood (El cuento de la
criada), que a pesar de haberse fijado una fecha concreta para su lanzamiento a
nivel mundial, las pequeñas no dispusieron de ejemplares hasta varios días
después.
Con este panorama,
¿quién se sorprende de que estas librerías independientes estén cayendo como
moscas? La buena noticia es que la solución no sólo pasar por los poderes
públicos, también por las personas consumidoras. Ustedes, nosotr@s podemos
elegir dónde comprar nuestros libros (o cualquier otro producto) y detener a
los aniquiladores de librerías. Una librería de barrio o de pueblo es mucho más
que un comercio; es un punto de encuentro, teje redes sociales, crea comunidad.
Este tipo de
establecimientos desarrollan espacios en los que alrededor de la compra de un
libro se genera tal actividad cultural que termina por escocer en ciertos
círculos, enemigos de una sociedad culta, informada, reflexiva. Quizás por este
motivo, el exterminio de librerías independientes se acalla, se consiente e,
incluso, se promueve desde los poderes públicos.
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