¡YO SOY COMUNISTA!
PRUDENCI VIDAL MARCOS
Hoy ser comunista
es defender una sanidad común, pública, de calidad, dotada de medios y recursos
suficientes para desarrollar la profesionalidad de ese personal sanitario que
ha resistido el explosivo bombardeo permanente de los recortes.
Hay informaciones
que pasan desapercibidas, bien porque existen otras a las que se quiere
conferir mayor interés, o bien porque la manipulación nos acostumbra a ello.
Cada mes, desde la llegada de Pedro Sánchez al gobierno, el CIS (Centro de
investigaciones sociológicas) publica una radiografía del estado de la opinión
de los españoles en una “pretendida” muestra demoscópica representativa de toda
la sociedad. Pues bien, hace ya unos meses en los que los principales problemas
de nuestros encuestados son: El paro ( como no puede ser de otra manera) en
primer lugar; la corrupción (instalada en nuestro sistema administrativo desde
épocas inmemoriables) y… la política y los políticos… en ascenso hacia el
segundo puesto.
Estamos acudiendo y
soportando impávidos, y sin que se alcen voces quejosas, a un deterioro del
lenguaje despojando de contenido real conceptos tales como “golpe-golpistas”
,”fascismo-fascistas” “comunistas”, “podemistas”, utilizadas más como insultos
que como realidades y conceptos políticos.
Vaciada ya de
contenido la división histórica entre “derechas e izquierdas” a veces por la
similitud de sus políticas y de sus talantes personales ante el capitalismo
financiero, que les prometió el ascenso a su “limbo” económico y ante el cual
sucumbieron uno tras otros jefes de gobierno, ministros y altos funcionarios
del reino, hoy va ganado prestigio ideológico el concepto separador de “los de
arriba y los de abajo”, puesto que la pretendida clase media, junto con la
clase trabajadora clásica, han sido expoliadas por la crisis que no ha tenido
escrúpulos en arrebatarles los ahorros (preferentes) el trabajo digno (reformas
laborales), las pensiones (tijeras manipuladas) la sanidad, la educación, en
fin, todo aquello que suponía “lo común” y que servía de hilo enlazante entre
unos y otros estamentos sociales.
Así pues,
presentarse hoy en sociedad reclamando lo común, equivale a ser tildado de
“comunista”, pero no con la acepción real del siglo XXI, sino con el
significado de aquel odiado comunismo estalinista. Y en boca de jóvenes
políticos es aún más inaceptable. Estos políticos estudiaron en los institutos
y en la universidades la evolución del pensamiento marxista y vivieron en 1989
el final de de aquella ideología, totalitaria en muchos aspectos, y ahora
ayudan a la propagación del pensamiento neoliberal entre nuestra sociedad como
parásito de podredumbre, corrupción, descrédito ético, manipulación lingüística
y ruido, mucho ruido, vacío de contenido ideológico porque lo que importa es el
asalto al poder de la manera que recuerda más a Groucho Marx (“Estos son mis
principios, pero si no le gustan tengo otros” o me acomodo a los suyos para
recibir su apoyo) que a un diálogo con la sociedad que defiende sus legítimos
intereses y que debe llevarse dialécticamente en un espacio público, común,
igualitario e incluyente.
La aparición de la
derecha extrema (sí aparición, como si de un fantasma oculto se tratara, pero
que siempre estuvo ahí, agazapado, esperando la oportunidad de dar el salto a
la palestra) ha agudizado e intensificado, de una parte, el vaciado de
contenido de categorías feministas aceptadas por todos y, por otra, la asunción
de otras cuya relación entre significado y su significante se ha desacreditado
histórica y socialmente.
Los movimientos
sociales, reivindicantes de derechos proclamados en la Constitución del 78 y
que han sido llevados a un extremo agonizante por las políticas neoliberales
tanto por la derecha , como por la socialdemocracia, son calificados de COMUNISTAS
en los medios de comunicación, sirvientes del mismo poder económico y político
que los subvenciona.
Hoy ser comunista
es defender una sanidad común, pública, de calidad, dotada de medios y recursos
suficientes para desarrollar la profesionalidad de ese personal sanitario que
ha resistido el explosivo bombardeo permanente de los recortes. Hoy ser
comunista es defender el sistema público de pensiones frente a la devaluación
laboral que llenó de tuberculosis financiera al sistema hasta agotar las reservas
que había fabricado como protección y autodefensa. Hoy ser comunista es abogar
por una enseñanza pública, de calidad, inclusiva, frente al ya 50% de
subvencionada que se lleva los recursos públicos sin el control, ni los
requisitos de la pública. Hoy ser comunista es oponerse a la privatización de
la asistencia a dependientes. Hoy ser comunista es querer participar en la vida
colectiva de los pueblos y ciudades no ya como meros espectadores, sino como
activos agentes políticos. Hoy ser comunista es denunciar la corrupción, los
feminicidios, los malos tratos en la convivencia. Hoy ser comunista es exigir
responsabilidad en el trato con los animales; hoy ser comunista es incrementar
la potencialidad social de los individuos en agrupaciones culturales, lúdicas,
vecinales… Y conceptualizado así: YO SOY COMUNISTA! Y a mucha honra, como
dirían los castizos.
Prudenci Vidal
Marcos
Miembro de La Marea
Pensionista
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