JM AIZPURUA
Abuelita dime ya
como se llama tu Lobby feroz. A ti no te comerá, pero a mí me da terror. Tu
caperucito rojo corre feliz por el bosque de las Ibex con su cestita, que no se
si estará llena aún pero no tardará en llenarse de 30 monedas con las que
labrarse un futuro prometedor.
Yo pensé que era un
caperucito rojo, pero a medida que se iba acercando lo vi más rosa, mas sucio,
mas indefinido, y comprendí que llevaba una caperuza moderna, multiusos, que
pasa a tener el color que necesita según el tiempo y el motivo.
Habéis jodido el
cuento; abuelita y caperucito.
Nosotros estábamos ensimismados
con el relato oficial en el que el cazador mataba al Lobby, pero de pronto
hubimos de salir corriendo pues el Lobby, abuelita y caperucito, se salieron
del guion y arremetieron contra nosotros para que otro cuento se hiciera con el
escenario.
El ogro gringo
sonríe mientras le dan niños sudacas para comer y la bruja le tiñe sus cabellos
con jugo de zanahoria. Ahora le tocará a
él contar el cuento.
¡Qué tristeza, pues
a mí me gustaba mucho nuestro cuento!
Ahora me temo que
el nuevo no me gustará nada. Los cuentos de los ogros y los Trolls no son
saludables, llenos de miedo y de miseria. Volverán las montañas nevadas y los radiantes
soles de amaneceres indignos que no serán para todos sino para los de siempre
que seguirán dominando al débil y manejando al felón que se les pliega.
De nuevo los
trepadores terminaron reptando.
Volveremos a ser
los enanitos, “ay hó, ay hó, al campo a trabajar”, y siempre alegres llevaremos
al amo el fruto de nuestro sudor y él será magnánimo y nos devolverá lo
necesario para que comamos. Y al llegar a casa diremos al espejito mágico
“¿Quién es el más precario del bosque?” y nos contestará “Lo eres tú
gilipoyas”.
¿Cuál será el nuevo
cuento que nos espera?
Llevan tiempo
preparándolo y el de la democracia ya no cuela.
Los cuentos ya no
son lo que eran, se han convertido en pornografía donde ya no es el bueno el
que gana sino el traidor que se salta el guion y termina de protagonista
burlando su papel de perro y metiéndose en el personaje del príncipe. ¡Vaya
bodrio! No hay quien se trague estos cuentos modernos.
No me trago el voto
de la empanadilla de la abuelita, por mí: que le den morcilla.
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