LOS VIRREYES Y SUS KABILDOS
La
reconocida como especie, la cabra libre, en peligro de extinción
La
cabra libre de la isla Tamarant (Gran Canaria), está en la lista roja del
mundo, que se preocupa de la conservación de la naturaleza; reconocimiento éste
otorgado por la masa que compone esta isla y gentes de otros lugares, y sobre
todo por parte de los pocos -y a menos- pastores que nos quedan. Curioso que
cuanto contempla todo el mundo lo ve y sabe, menos el Kabildo y su
mie-doambiente que las matan.
Esta
singular cabra, pasa a estar gravemente amenazada, al estar en el objetivo de
cualquier cazador que se cruce con ella, peligro pues de desaparecer una
especia que en otros lugares del mundo sería preservada y cárcel de por vida a
quien atente contra una sola de ellas. Curioso también que aprecien mas los
huevos que puede poner un pinzón azul, de cara a remediar el hambre que la mismísima
leche de la cabra mejor del mundo, que es la que dan las cabras que tienen ese
mismo calificativo.
Nuestras
cabras, están en peligro crítico, sin que medio de comunicación alguno,
colectivo alguno y partidos políticos algunos se pronuncien en su defensa (y
todo por no “molestar” a los virreyes que les puede repartir menos si hablan
escriben o dicen algo en su contra, pues
no solo les negará el saludo sino algo más, y por eso callan cobardes y
entregados todos, al mismo). Curioso en otros lugares del mundo preserven y
cuiden lo que les es autóctono y endémico, y aquí, se acabe con ello, sin que
nadie se inmute.
Unas
pobres cabras que habitan donde ni los guirres, allá en el noroeste de la isla
y van a por ellas, sin que ellas hagan algún mal, o mal alguno (al contrario,
son una estampa soberbia de libertad y belleza). Cada vez son menos las que nos
quedan, y a este paso, pronto nos habremos quedado sin ninguna si este pueblo
no reacciona en su defensa, cual patrimonio único en el mundo. Ya se comienza a
ver algunos machos (cabrones), solos, sin parejas. Y, curioso, a cuantos más
pinos; la maldad está por en sima de todo. Menos espacio para las cabras, y no
paran de plantarlos, para acabar con ellas. Todavía el mundo, no ha descubierto
la importancia de nuestras cabras libres, y por eso no reacciona.
Hacen
falta estudios de nuestra cabra y darlas a conocer en su importancia. Trabajos
de universidad apoyándose en lo que dicen los pastores, y no tonterías en
defensa de un pájaro o un lagarto y el maltrato a la par de unas cabras que
mueren sufriendo después del tiro de gracia, de mal trato al no morir de
inmediato sino en días y semanas después. Programas de televisión que las
muestren en su genética bien diferenciada. Publicaciones por parte de revistas
científicas, que las comparen con cualquier otras cabras, y sea vea la grandeza
e importancia de las nuestras.
Que
el mundo ante la amenaza de su extinción o desaparición se movilice al tomar
conciencia de la tragedia por la que pasan estos animales, únicos en su especie
en el mundo, y que por ello -entre otras razones- hay que conservar. Es urgente
un plan en su defensa, por parte del pueblo dado que sus autoridades ocupadas
en el pleito insular-chovinista y otras chorradas no se enteran. Hay que recuperar
la cabra nuestra, las libres, la mejor del mundo. Incluso habría que potenciar
nuevas cabras con ejemplares libres y mutarlas con las que están en cautividad
o presas, para regenerar la población total, que enfermas por la comida basura
traída de fuera -se las prohíben pastorearlas- se nos mueren (y las libres las
matan). Más aún, habría que arrancar los pinos y tabaibas, para recuperar el
hábitat natural de las cabras y salgan a pastar como sucede en el mundo.
Tenemos que luchar por conseguir la supervivencia de nuestras cabras, e
implicarnos en ello, ante la dejación de los que lo deben hacer, y exigírselo o
mandarlos a mudar.
Este
pueblo canario está forzado a dar un paso es defensa de los poquito que nos
queda, la defensa de nuestro ganado, nuestras mejores cabras antes de que
desaparezcan; se controle a los cazadores, y prioritariamente se conserve las
cabras libres, dado que se trata de una especie gravemente amenazada, y sea
considerada endémicas, y por tanto prohibido matarlas.
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