miércoles, 20 de abril de 2016

LA GUERRA NO ES UN JUEGO

LA GUERRA NO ES UN JUEGO

JORDI CALVO RUFANGES
Dicen que siempre se ha jugado a la guerra. En mi época se hacía con soldaditos. Los niños comprábamos enormes sobres con todo un ejército dentro y pasábamos horas jugando a la guerra. Recuerdo que siempre ganaba el mismo y que los malos eran en aquellos tiempos los alemanes. Hoy ya no se juega a la guerra con soldaditos, se hace con realistas videojuegos en los que la exaltación de la violencia y de las armas es difícil de superar. En el Ministerio de Defensa lo saben muy bien y no son pocos los esfuerzos que dedican a acercar el ejército a los posibles nuevos reclutas a través de herramientas audiovisuales. Sin embargo, no parece ser suficiente y en la estrategia de acercar el ejército a la juventud e incluso a los niños y niñas va más allá. Ha sido recientemente conocida su presencia en ferias de educación y de infancia, con estands en los que muestran la cara amable del ejército, con falsos mensajes de trabajo humanitario, atractivas condiciones laborales para un joven que recién acaba su formación obligatoria y aventuras en forma de tirolinas, paracaídas y demás actividades de controlado riesgo que son, evidentemente, un polo de atracción para cualquier niño o adolescente. No, en los estands no salen las víctimas de la guerra, ni los abusos que también los militares cometen en tiempos de guerra, ni se les informa de que podrían morir de manera violenta en el intento. Aun así, todo esto no es suficiente para conseguir suficientes nuevos reclutas dispuestos a cumplir el todo por la patria, que más que de la Guardia Civil, es propio del ejército. Pensándolo bien, ese todo por la patria da un poco de miedo. ¿“Todo por la patria”?, todo, todo, todo? Abu Grahib y demás torturas también? Sí, los españoles también lo hicieron, en Diwaniya.  Y bombardear a la población civil también? Invadir otros países también? Destrozar infraestructuras y sumir en el caos estados enteros también? Todo, todo, todo….

El caso es que el Ministerio de Defensa, no contento con todo lo que hace para promocionar el estamento militar, también ofrece juegos de guerra presenciales a niños y adolescentes. El caso que acabamos de conocer ha ocurrido en Asturias. Sendas noticias  Los ‘guajes’ de la guerra y Niños que juegan a ser soldados nos informan con lógico estupor que 200 alumnos de cinco colegios han acudido al cuartel La Belga, en Siero a visitar al Regimiento “Príncipe” número 3. Si bien la visita en sí de niños ya sería criticable por la manipulación a la que se pueden ver sometidos en edades tempranas en un espacio en el que se promueven las opciones violentas para solucionar los conflictos, además del machismo, el pensamiento acrítico y demás características deshumanizadoras necesarias para convertir a razonables jóvenes en máquinas de matar si se da el caso. El caso es todavía más grave. A los niños, como se puede observar en la foto de los artículos mencionados, se les ofreció el manejo de armamento y jugaron un rato a  la guerra. Pero a la de verdad, a la de tener que matar al malo, al enemigo, un (suponemos) soldado que iba disfrazado de árabe, con un pañuelo conocido como “palestino”. Parece broma, pero es real.

Si una mezcla de estupor, indignación y rabia recorre el cuerpo del lector en este momento es que todavía no lo haría “todo por la patria”, afortunadamente. Pero analicemos ahora no la vertiente militarista que hay detrás de semejante despropósito, sino la cuestión de jugar a matar al palestino, al árabe o al “moro” o “musulmán” como se puede adivinar que dirían en aquellos momentos los mandos militares para animar a los jóvenes en su juego de guerra. Primero cabe decir sobre las posteriores declaraciones que justificaban el uso del pañuelo palestino como que “el malo en Afganistán, en Mali o en Irak es el talibán”, ni los talibanes visten con atuendo palestino, ni en Irak y menos en Mali hay talibanes. Segundo, si desde un punto de vista educativo es una irresponsabilidad la exaltación de la violencia y los valores militares, lo es incluso más la promoción de odios y fobias sociales, más delicado si cabe en estos momentos en que la islamofobia crece de manera preocupante entre la ultraderecha. Señores del Ministerio de Defensa, el juego es una herramienta básica en la educación. Es cierto que los soldaditos, los videojouegos o jugar directamente con armas no nos hace asesinos en serie, pero también es cierto que sirven para naturalizar la violencia, las armas y d la guerra, haciendo que sea más fácil su existencia y aceptación.  Además, como en este caso hemos visto, sirve para promover fobias que alimentan los conflictos presentes y futuros. La guerra no es un juego, no jueguen con la educación de nuestros niños y niñas

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