LA GUERRA NO ES UN JUEGO
JORDI
CALVO RUFANGES
Dicen
que siempre se ha jugado a la guerra. En mi época se hacía con soldaditos. Los
niños comprábamos enormes sobres con todo un ejército dentro y pasábamos horas
jugando a la guerra. Recuerdo que siempre ganaba el mismo y que los malos eran
en aquellos tiempos los alemanes. Hoy ya no se juega a la guerra con
soldaditos, se hace con realistas videojuegos en los que la exaltación de la
violencia y de las armas es difícil de superar. En el Ministerio de Defensa lo
saben muy bien y no son pocos los esfuerzos que dedican a acercar el ejército a
los posibles nuevos reclutas a través de herramientas audiovisuales. Sin
embargo, no parece ser suficiente y en la estrategia de acercar el ejército a
la juventud e incluso a los niños y niñas va más allá. Ha sido recientemente
conocida su presencia en ferias de educación y de infancia, con estands en los
que muestran la cara amable del ejército, con falsos mensajes de trabajo
humanitario, atractivas condiciones laborales para un joven que recién acaba su
formación obligatoria y aventuras en forma de tirolinas, paracaídas y demás
actividades de controlado riesgo que son, evidentemente, un polo de atracción
para cualquier niño o adolescente. No, en los estands no salen las víctimas de
la guerra, ni los abusos que también los militares cometen en tiempos de
guerra, ni se les informa de que podrían morir de manera violenta en el
intento. Aun así, todo esto no es suficiente para conseguir suficientes nuevos
reclutas dispuestos a cumplir el todo por la patria, que más que de la Guardia
Civil, es propio del ejército. Pensándolo bien, ese todo por la patria da un
poco de miedo. ¿“Todo por la patria”?, todo, todo, todo? Abu Grahib y demás
torturas también? Sí, los españoles también lo hicieron, en Diwaniya. Y bombardear a la población civil también?
Invadir otros países también? Destrozar infraestructuras y sumir en el caos
estados enteros también? Todo, todo, todo….
El
caso es que el Ministerio de Defensa, no contento con todo lo que hace para
promocionar el estamento militar, también ofrece juegos de guerra presenciales
a niños y adolescentes. El caso que acabamos de conocer ha ocurrido en
Asturias. Sendas noticias Los ‘guajes’
de la guerra y Niños que juegan a ser soldados nos informan con lógico estupor
que 200 alumnos de cinco colegios han acudido al cuartel La Belga, en Siero a
visitar al Regimiento “Príncipe” número 3. Si bien la visita en sí de niños ya
sería criticable por la manipulación a la que se pueden ver sometidos en edades
tempranas en un espacio en el que se promueven las opciones violentas para
solucionar los conflictos, además del machismo, el pensamiento acrítico y demás
características deshumanizadoras necesarias para convertir a razonables jóvenes
en máquinas de matar si se da el caso. El caso es todavía más grave. A los
niños, como se puede observar en la foto de los artículos mencionados, se les
ofreció el manejo de armamento y jugaron un rato a la guerra. Pero a la de verdad, a la de tener
que matar al malo, al enemigo, un (suponemos) soldado que iba disfrazado de
árabe, con un pañuelo conocido como “palestino”. Parece broma, pero es real.
Si
una mezcla de estupor, indignación y rabia recorre el cuerpo del lector en este
momento es que todavía no lo haría “todo por la patria”, afortunadamente. Pero
analicemos ahora no la vertiente militarista que hay detrás de semejante
despropósito, sino la cuestión de jugar a matar al palestino, al árabe o al
“moro” o “musulmán” como se puede adivinar que dirían en aquellos momentos los
mandos militares para animar a los jóvenes en su juego de guerra. Primero cabe
decir sobre las posteriores declaraciones que justificaban el uso del pañuelo
palestino como que “el malo en Afganistán, en Mali o en Irak es el talibán”, ni
los talibanes visten con atuendo palestino, ni en Irak y menos en Mali hay
talibanes. Segundo, si desde un punto de vista educativo es una
irresponsabilidad la exaltación de la violencia y los valores militares, lo es
incluso más la promoción de odios y fobias sociales, más delicado si cabe en
estos momentos en que la islamofobia crece de manera preocupante entre la
ultraderecha. Señores del Ministerio de Defensa, el juego es una herramienta
básica en la educación. Es cierto que los soldaditos, los videojouegos o jugar
directamente con armas no nos hace asesinos en serie, pero también es cierto
que sirven para naturalizar la violencia, las armas y d la guerra, haciendo que
sea más fácil su existencia y aceptación.
Además, como en este caso hemos visto, sirve para promover fobias que
alimentan los conflictos presentes y futuros. La guerra no es un juego, no
jueguen con la educación de nuestros niños y niñas
No hay comentarios:
Publicar un comentario