LA ERA DEL PLURALISMO
FUNDAMENTALISTA
Eduardo Sanguinetti
Filósofo
Rioplatense
Manifiesto mi total rechazo a todo tipo de poder,
que es feo, malo y sucio: en dictaduras de facto, como así también en
dictaduras democráticas.
Día
a día nos humillan e intentan degradarnos con la consigna de instalar “miedo”
en el espacio de nuestras naciones, por el estado de “inseguridad”, en que
vivimos: inseguridad que, como espectáculo ultramediático, fue instalada por el
poder. La noticia reiterada hasta el cansancio desde un medio de comunicación,
sobre tal o cual asesinato, robo, secuestro, “causa célebre”, sin respuesta
aparente, deviene en crear en la información mediática el acto de intercambiar
datos inconexos pero de manera instantánea, en el afán simulado de comunicar
“algo”.
Los
trascendentes temas que deberían ser analizados y tratados hasta lograr
soluciones concretas, en los Organismos creados para tales fines, son: Guerras
programadas y el hambre como endemia, en África, Medio Oriente, Asia y Latino
América. Pero qué importancia tiene esto para las Naciones Unidas, y qué me
dicen, queridos lectores, acerca de las migraciones de países emergentes a estados
del primer mundo, conectados al tráfico de prostitutas, drogas y armas que
consumen nuestros jóvenes en porcentajes terroríficos. ¿No se podría de una vez
por todas comenzar a finalizar con el flagelo cueste lo que cueste? El poder no
está ausente en este tema, su anuencia es comprobable, y no se puede ignorar a
nuestros políticos con un índice de credibilidad en Latinoamérica del 3% como
promedio, en Argentina, mi tierra, es del 1,5 % , instancia muy grave, ya que
los pueblos no dudan hoy que les han robado el futuro, haciéndose dueños del
pasado.
¡Ah!
y la educación que se promete y no llega; hablo de la que está por venir, no de
la degradada educación para habitantes del siglo XX que ya fue y la cultura que
no tiene referentes que puedan crear corrientes de opinión, simplemente se
remite a personeros del poder disfrazados de torpes escribas de baja estofa,
que regurgitan lo ya pensado, lo ya construido, lo ya descubierto, una cultura
manipulada por “prostitutas del conocimiento prêt -à- porter”, y la humanidad,
pobre humanidad, se cocina un porvenir, borrando huellas.
Pero
me pregunto, lectores de LA REPÚBLICA, si no debería de todos modos presentar
alguna cosa optimista, al estilo de los tiranos, cómo se hace dinero o bien
cómo se pierden los amigos y el dinero. Que me hagan sonreír los que gobiernan,
los fanáticos o los mercenarios del poder, no es casualidad. ¿Cómo se hace de
un hombre puro y honesto un criminal de un día para otro? Todo es prehistoria
altamente filosófica e insoportable en una humanidad en estado presocial.
Mientras
desde los poderes se proponen modelos suaves, dulces, débiles, tan complejos y
sutiles como una caricia, la realidad dispone y se entrevé rotunda, agria y
dura como una trompada. Un Pluralismo Fundamentalista (¿?) que se previene
contra el cambio proclamándose la Era del Cambio. Una situación de bajas
defensas, para el advenimiento de todo tipo de nostalgias de disciplina o de
obsesión de diferencia, la puerta abierta a fundamentalismos, racismos,
academicismos y mesianismos camuflados de progreso.
Entonces,
a modo de corolario, la dictadura militar fue atroz, como también sus
consecuencias; y el después, ¡qué duro es el después! Revisionismos
oportunistas realizados por Don Nadie, Don Ninguno, Don Cualquiera, que actúan
en nombre del “Nunca Más”, de la “Memoria” en un pliegue de espectáculo, para
poder hacer y deshacer en antojo y capricho lo que sea: armar la historia de
personajes ridículos, elevados a categoría de héroes, por decreto. Como víctima
del terrorismo de Estado, no puedo dejar de manifestar mi desagrado hacia este
sistema, que no se acomoda a lo que en “un tiempo que fue hermoso” (Sui Generis
dixit) esperábamos seguir construyendo, con nada, pues el secreto radica en
liberarse de la esclerosis que lo ha tomado todo y que nuestro instinto y
sensibilidad actúen con toda la espontaneidad que los caracteriza, para lograr
el prodigio de que el milagro de un “mundo donde quepamos todos” se cristalice.
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