Por
Eduardo Sanguinetti
-
Filósofo (Ph.d., Cambridge,
England)
Las estadísticas y las agencias de noticias,
que manipulan la información, con la anuencia de los gobiernos que enmascaran
su accionar a favor de la impunidad y la perpetuación de farsas que hacen que
el mundo se encuentre en una crisis no sólo económica sino también social,
devenido en un retraso cultural, educativo y de existencia marca un punto de
inflexión sin precedentes en nuestra civilización.
Las instituciones como Naciones Unidas,
Organización de Estados Americanos, Unicef, Mercosur y demás funcionan con
cifras, estadísticas y una ineficacia terrorífica, dejando en manifiesto que no
son aptas para representar a ningún país, región, ni siquiera a sí mismos, en
un mundo que vive, palpita, sufre y está expuesto a los avatares a que los
exponen gobiernos ineptos, a bandas mafiosas de la droga, la prostitución,
monopolios de laboratorios, fábrica de armas y creadores de la imagen de la
actualidad a través de la moda y sus consecuencias de horror, una humanidad que
no puede salir del mundo del espectáculo en el cual se debate, sin tener
representación legítima en los funcionarios políticos que dicen gobernar en su
nombre para de ese modo, construir una existencia digna y feliz.
La ineficacia de las instituciones
internacionales ya no pueden ocultar la ausencia de capacidad, la cobardía de
sus miembros en lo que hace a la capacidad de organización y decisiones que
jamás toman en favor de las causas que deben estar agendadas como prioridad:
hambre, pobreza, asistencia a víctimas de guerras, lucha total a la droga en
todos los frentes, y contra la prostitución interrelacionada con la dependencia
a los narcóticos, no cabe el más mínimo análisis; lo que manifiesto pues lo que
digo es una visión diaria en vivo y directo del estado demencial en que se
asiste a esta realidad pareciera por ahora irreversible.
La pobreza es causa directa del hambre y la
desnutrición. Sus víctimas, al igual que las del sida, son proclives a morir de
enfermedades oportunistas que se aprovechan de las bajas defensas. Es también
la piedra angular de la marginación social generadora de lacras como exprese
anteriormente como el alcoholismo, la droga, y la prostitución con sus dos
fases: La inicial o comercio con el propio cuerpo, y la otra, un estado
terminal, en que, no habiendo otra cosa, se vende el alma, con amor propio y
todo, quedando del otrora hombre o mujer una mísera envoltura de carne que vaga
por las calles de una vida sin sentido y vacía. El alma, una vez vendida,
aunque no sea al diablo, es muy difícil de recuperar. Es cierto que la pobreza
y la dignidad no se excluyen mutuamente, pero hay otra verdad, más cruda y más
tajante: No ligan muy bien.
La pobreza deja cicatrices más profundas que la
viruela y así marca a sus víctimas con un sello indeleble que arrastran de por
vida.
Las ocupaciones más lucrativas del mundo de
hoy, insisto, son la corrupción y el tráfico de droga, de armas y de seres
humanos. Entre todas, la menos riesgosa es la primera. Los burócratas corruptos
no sólo se enriquecen, sino que hasta llegan a enorgullecerse de su condición,
como si verdaderamente ésta fuera el producto de méritos personales, todo esto
ante un pueblo que asiste en silencio al delito consumado por sus gobernantes.
El hombre de hoy busca desesperadamente algo en
qué creer, y cada día se le hace más difícil encontrar palabras que las
asimilen como legítimas. Los únicos discursos que se diferencian son el público
y el privado. La educación del futuro, si aspira a formar verdaderos valores,
tendrá que colgar de aparatos gubernamentales que hagan mucho y digan muy poco.
Los ejemplos de los grandes hombres que nos antecedieron van perdiendo su
influencia a medida que se multiplican los intereses contradictorios que
pretenden usarlos en beneficio de sus respectivas "políticas" de
entrecasa.
Los hombres que rigen los destinos del mundo,
más allá de partidismos inútiles, comprendan que ya somos más de seis mil
millones de almas y estómagos sobre la faz de un planeta. Los recursos cada día
son menos, y cada vez se les da un uso más irracional, el Medio Ambiente se ha
modificado. La cantidad de hombres viviendo en la miseria y la marginación
social son millones, sirva esto para darnos cuenta de qué parte de la humanidad
es la que crece desproporcionadamente. Nos cabe a nosotros como legítimos
habitantes de esta tierra actuar en forma contundente y digna desde la
política, es decir, este conocimiento, esta experiencia ampliada del saber
común, de la libertad en la que debemos vivir, sin olvidar que la existencia de
la comunidad está trazada sobre la política que en el estado de cosas en el que
hoy nos debatimos debe convertirse en una red viva en la cual podamos
instalarnos en un mundo en el haya lugar para todos en verdad, sanidad,
educación y autonomía
Publicado por MARIANA TURCHIO
Trascendente lo que dice Sanguinetti. Hasta que no se solucionen los temas mas elementales, como hambre, sanidad, educación, ¿para qué tratar temas de elites, de los que manejan el mundo a su antojo?
ResponderEliminar