ES EL RELATO, ESTÚPIDO
Resulta
divertida la desesperación de ciertos izquierdistas ante el hecho de que los
éxitos de las políticas sociales y económicas del primer gobierno de coalición
desde la II República no garanticen el éxito electoral
PABLO IGLESIAS
Fotografías del Movimiento
15M en Valencia. Asamblea
popular del día 19 de mayo de 2011.
Como señalaba Juan Carlos Monedero en un irónico tuit, es buena cosa que Pedro Sánchez vaya a Davos a decir que el capitalismo es una mierda y que, en su fase neoliberal, es directamente criminal. Ahora ya veréis, continuaba Monedero, como lo que ha dicho allí Pedro Sánchez lo aplica en España y deja de ponerle pegas a todo lo que le dice Podemos que hay que hacer.
Es una evidencia que el PSOE se ha resistido a cada medida de izquierdas que ha propuesto Podemos en el Gobierno y es una evidencia también que presumirá en campaña de todas las medidas que Podemos consiguió arrancar al ala derecha del ejecutivo. Así funciona la política y, ¿saben por qué? Porque en política lo más importante es quién fija, a base de insistir y definir, los relatos que se imponen en la memoria política de los ciudadanos. Aunque no lo crean, nadie juzga la transición española en base a lo que vivió individualmente, sino en base a lo que leyó y, sobre todo, en base a lo que vio en la televisión. Los relatos definen incluso nuestra propia experiencia política histórica. Hay quien recuerda haber corrido delante de los grises en los setenta, sin que aquella experiencia atlética ocurriera jamás, e incluso quien se recuerda a sí mismo como parte de la generación del movimiento 15M sin haber participado en las protestas de las plazas.
Me preguntaban el
otro día en una radio argentina lo siguiente: “¿Usted cree que la gente vota
más a partir de lo que los aparatos ideológico-mediáticos transmiten que a
partir de su propia realidad cotidiana?”. Todos nosotros, respondí. Si no fuera
así, ningún millonario gastaría su dinero en ser propietario de una radio o de
una televisión. Somos, lógicamente, lo que leemos y lo que vemos y escuchamos.
La ideología o la
cultura a la que pertenecemos se configura a partir de experiencias ideológicas
y culturales. Esas experiencias pueden darse en la familia, en el sindicato, en
el colectivo estudiantil, en la asociación de vecinos, en la parroquia, con una
amiga que nos prestó libros y nos recomendó películas. Pero, en nuestra época,
rara vez esas experiencias pueden competir con la experiencia mediática. Por
eso llevo años diciendo que la gente milita en los medios de comunicación mucho
más que en los partidos. Basta una conversación breve para saber si nuestro
interlocutor es oyente/militante de la COPE, de la SER…o de La Base.
Resulta divertida
la desesperación de ciertos izquierdistas ante el hecho de que los éxitos de
las políticas sociales y económicas del primer gobierno de coalición desde la
II República no garanticen el éxito electoral. Los mismos que han olvidado el
salvaje despliegue de relatos para evitar que Podemos entrara al gobierno se
sorprenden de que las derechas puedan ganar básicamente con discursos basados
en la mentira y en la provocación. A muchos les sorprendería hoy que el
director de un digital, que indudablemente ha apoyado las medidas progresistas
del ejecutivo, defendiera en su día con vehemencia que Podemos no debía estar
en el gobierno. En 2019 Escolar escribió: “Es falaz reclamar la entrada en el
Gobierno para subir el salario mínimo o derogar la reforma laboral. Eso se hace
con un acuerdo programático, no planteando un gobierno dentro del gobierno (…)
Entrar en el Gobierno como socio minoritario no es, per se, una buena noticia
para Unidas Podemos ni para sus votantes. Es más importante para la vida de la
gente el programa que se acuerde o las leyes que en consecuencia se aprueben
que las carteras que unos u otros consigan. Colocar antes el carro que los
bueyes, las carteras, en vez de las políticas no es coherente con lo defendido
históricamente por Podemos”. Hoy todo el mundo reconoce que la entrada de
Podemos en el Gobierno (al que incorporó además a ministros de otros partidos
del espacio confederal que habrían aceptado un acuerdo con el PSOE sin entrar
al Gobierno) ha sido condición de posibilidad de buena parte de los avances.
De hecho, la
mayoría de los defensores entusiastas del estilo de Sumar frente al estilo de
Podemos fueron contrarios en su momento a que Podemos exigiera entrar en el
gobierno, condición de posibilidad de que hoy exista Yolanda Díaz como figura
política ¿Cómo es posible semejante incoherencia? Pues básicamente porque la
memoria política rara vez existe si no se apoya en relatos políticos
consolidados ¿Les parece casual que El País haga una entrevista a la
exalcaldesa de Madrid en la que el titular es su repugnante ataque a la Ley del
‘solo sí es sí’? ¿Se imaginan al mismo periódico entrevistándome a mí y
titulando mi valoración de la ministra de Defensa? No hace falta que les
conteste, ¿verdad?
¿Entienden ahora
por qué la televisión española de 1986 censuró Cuervo Ingenuo a Javier Krahe?
¿Entienden la difusión masiva en televisión que se dio a los documentales sobre
la Transición de Victoria Prego, y que casi nadie conozca los de los hermanos
Bartolomé? Así funciona la política, queridos lectores. Quien domina el relato,
tiene casi todo el trabajo hecho.
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