‘LA CIUDAD ES NUESTRA’ Y EL
PERIODISTA CABREADO
David
Simon vuelve al Baltimore de ‘The Wire’ en su nueva serie: un retrato de la
corrupción y la normalización de la brutalidad policial
PABLO IGLESIAS
Escena de La ciudad es nuestra (2022)
Permítanme presumir. Entrevistar junto con Anita Fuentes a David Simon ha sido una de mis experiencias de intrusismo profesional en el periodismo (y miren que llevo muchas más de 100 entrevistas a mis espaldas) más estimulantes. Conseguimos la entrevista para La Base en el marco de la promoción internacional de su última serie: La ciudad es nuestra. Pero esta era solo la excusa para abordar el conjunto de su obra y además poder hacerle alguna que otra pregunta. David Simon acabó levantando el puño y diciendo “No pasarán”. No les digo más.
Si en The Wire
conocimos su visión crítica sobre la policía de Baltimore, 15 años después
vemos que la degradación del trabajo policial no habría hecho más que empezar
Recordamos en
nuestro programa que Simon es sobre todo un periodista cabreado que decidió
hacerse escritor y guionista. Básicamente para poder seguir haciendo su
trabajo. Y a partir de entonces se convirtió junto a George Pelecanos en el
responsable, con sus series, de hacer la gran novela americana. Con una
estética que huye de los personajes shakesperianos y explora el poder como
conjunto de relaciones sociales, Simon se transformó en una suerte de Bertolt
Brecht de las series capaz de retratar a los dioses olímpicos del capitalismo.
En las historias de Simon no solo aparecen dramas personales sino que las
grandes instituciones sociales (la prensa, el Estado, la ciudad y sus
geografías étnicas de desigualdad, el sistema educativo, las finanzas)
interactúan dialécticamente con los conflictos (el racismo, el acceso a la
vivienda, el fascismo, la prostitución, la guerra, la violencia policial, las
drogas…). Las historias de David Simon son, de hecho, un material de formación
sociológica y política ineludible. La última también lo es.
La ciudad es
nuestra sigue la tradición del autor y retrata la corrupción y la normalización
de la brutalidad de la policía de Baltimore, la ciudad protagonista de The
Wire. Baltimore es además el lugar en el que David Simon se formó como
periodista en el Baltimore Sun, donde conoció las lógicas del funcionamiento
policial.
La nueva serie
parte de un hecho real, el asesinato de Freddie Gray en 2015. Gray, un
trabajador afroamericano, fue detenido por la presunta posesión ilegal de una
navaja. La detención fue grabada por los teléfonos móviles de muchos testigos y
las imágenes recorrieron las redes sociales. En las grabaciones se apreciaba
claramente la brutalidad con la que Gray fue inmovilizado y arrastrado al
furgón policial mientras gritaba que no podía respirar. Gray murió bajo
custodia policial y la autopsia reveló que tenía la columna vertebral rota a la
altura del cuello por la brutalidad de las maniobras de detención. Aquel
asesinato representó un antes y un después para la policía de Baltimore y para
la conciencia de los estadounidenses sobre la violencia policial.
Si en The Wire
conocimos la visión crítica de David Simon sobre la policía de Baltimore, 15
años después vemos que la degradación del trabajo policial no habría hecho más
que aumentar alcanzando niveles escandalosos de corrupción. Desde las primeras
secuencias de la miniserie observamos el acoso policial en los barrios pobres
habitados por afroamericanos y latinos, una realidad que forma parte del
paisaje social del conjunto de Estados Unidos.
El protagonista de
la serie es el agente Wayne Jenkins, que lidera un grupo especial de rastreo de
armas. Su equipo se encarga en teoría de limpiar las calles de armas de los
delincuentes en general vinculados al tráfico de drogas. Lo que descubrimos es
que, en realidad, la unidad es básicamente un grupo de policías delincuentes
que se dedican a robar, a dar palizas e incluso a participar del tráfico de las
drogas que confiscan. Hasta el punto de poner tras sus pasos al propio FBI.
Pero más allá de la trama, la serie reflexiona sobre la realidad institucional
de la corrupción y del fracaso de la estrategia política de la guerra contra
las drogas. Sin duda, recomiendo verla.
En la entrevista
pudimos hablar además del proyecto que tienen entre manos David Simon y Pelecanos,
junto a Mediapro, para rodar en España una miniserie sobre la experiencia de
varios brigadistas estadounidenses que vinieron a este país a defender nuestra
República del fascismo. Una serie de David Simon en el contexto de la Guerra
Civil española sería el mejor regalo para los que, desde España, seguimos su
trabajo. Ojalá se haga pronto.
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