DE ANDALUCÍA, HIJOS PRÓDIGOS
Y FRENTES AMPLIOS
Juan
Carlos Monedero
Una parábola con matices
Quizá la parábola más injusta del Nuevo Testamento (Lucas 15: 11-32) sea la del hijo pródigo. La primera parte, como en las buenas parábolas, es perfectamente comprensible: el hijo que, cansado de su padre y de su hermano, reclama la parte de la herencia que le toca y se marcha a probar fortuna a la ciudad. Hasta ahí todo en orden. Quién no quiere, joven, salir de casa. Pero las cosas no le van bien del todo y lo que pensaba que iba a ser un cuento de abundancia como le habían prometido los augures -el problema de fiarse de los medios de comunicación y de las encuestas, como sabía San Lucas adelantándose a su tiempo- se convierte en una enorme soledad donde la gente de verdad, no la que tenías en la cabeza, te abandona. La gracia le dura lo que le duran los dineros.
Tras terminar
alimentándose, por sus malos resultados, solo de "las algarrobas de los
cerdos", decide, derrotado, regresar al hogar paterno. Desde la soledad de
la escasez de sus logros, el hijo pródigo muestra en la narración bíblica
sinceras maneras humildes en su retorno. Pero el padre lo vuelve a malcriar al
no terminar de explicar su comportamiento. Al hijo egoísta le agasaja y al
cumplidor lo ignora. Está bien mandar
matar a un becerro rollizo, ungir con óleos al repatriado, ponerle vestido,
calzado y anillos y celebrar una enorme fiesta por su regreso. Pero el
regresado, en nombre de la verdad, la justicia y la reparación, debiera, antes
de nada, haber ido a ver a su hermano y, con humildad, debía haberle agradecido
haber cuidado y agrandado la finca en circunstancias muy adversas en su
ausencia, le debiera haber pedido perdón por las heridas infligidas por los
enemigos compartidos con motivo de su marcha y hubiera pedido que fuera a su
hermano a quien celebraran porque si no hubiera sido por su esfuerzo, no
podrían celebrar nada. A todas luces que el hermano cumplidor hubiera sido
modesto ante ese comportamiento.
El padre, qué duda
cabe, hace algo correcto, pues piensa en el futuro: su hijo, razona, había
muerto y con su regreso ha resucitado. ¡Celebremos! -dice contento el
patriarca-.
Está bien que la
alegría inunde el regreso. Pero algo queda en sombras. ¿No es injusto que se
haga el festejo sobre las espaldas del que ha sido leal y ha hecho, durante
toda la ausencia del fallido emprendedor, su parte? Aún más cuando el
aventurero, en realidad, no tenía madera de emprendedor, sino que se dejó
envenenar por los cantos de sirena de los voceros de un terrateniente que
estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera en su mano para acabar con el
hermano mayor, que era el que había frenado el dominio absoluto del
latifundista sobre el territorio. Lucas deja intuir toda la historia:
"El padre dijo
a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un
anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado,
matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto
y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Y comenzaron la
fiesta."
El hermano mayor
tenía peor fama, pues al ser el que se había opuesto con firmeza al potentado,
también había sido siempre la diana de sus ataques. Y las calumnias, como bien
saben los que las impulsan, terminan haciendo su mella. Al oír la fiesta y ver
que nadie le había avisado, no se puso especialmente contento. ¿No debía
alegrarse al regresar la carne de su carne, su hermano querido? ¿No le sería
ahora más fácil salvaguardar la finca? ¿No habían perdido los hermanos fuerza
al separarse e ir cada uno por su lado? O, por otro lado, ¿acaso no tenía
razones de fondo para enfadarse? Parece que una suerte de todas estas cosas
sería lo correcto. El Evangelista, dejando pistas para la eternidad,
continuaba:
"Su hijo mayor
estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y
las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le
dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque
le ha recobrado sano". Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y
le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo,
y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para
tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha
devorado tu herencia con prostitutas, has matado para él el novillo
cebado!". El conflicto estaba servido.
Pensando en
términos de justicia distributiva, podríamos establecer que hacen falta cuatro
garantías para que no exista humillación en la excesiva atención al hijo que
había roto el acuerdo años antes. Esas garantías correspondía al padre hacerlas
ciertas para no insultar al hijo
honesto. En primer lugar, que el que regresa no humille al que se ha quedado;
segundo, que el regresado empiece a hacer realmente su trabajo y no traiga
mañas de ventajista a la casa que le está acogiendo; en tercer lugar, no menor,
que se brinden garantías de que no va a volver a hacer lo mismo. Y por último,
que se reconozca al que ha hecho su trabajo todo el tiempo y que se ha
comportado honestamente. Es decir, que el regresado no quiera aprovechar las
calumnias que el terrateniente ha echado sobre el hermano honesto para obtener
ningún tipo de ventaja sobre el que puso todo ese tiempo el cuerpo en nombre de
la justicia.
Intentando entender
la parábola de Lucas, se trataría de que el regreso a la unidad familiar no se
convirtiera en una trampa para el hermano mayor, sino la sincera conclusión de
que el responsable de la ruptura había hecho algo mal y dejaba clara la
voluntad de cambiarlo. Porque si no se reconoce el esfuerzo y la honestidad al
que se ha quedado, ¿qué garantías se ofrecen a los que han hecho su trabajo de
que no se les va a dejar mañana de lado? Como dice la Biblia y el sentido común,
es de bien nacidos ser agradecido.
Andalucía, el
Frente Amplio y la consagración de la primavera
En Andalucía se ha
librado la primera etapa de lo que tendría que ser el Frente Amplio que
reconstruya el espacio político que no puede representar ni el bipartidismo ni
mucho menos la extrema derecha. El resultado final de ese proceso ha sido bueno
(siempre y cuando Izquierda Unida pueda solventar su error, seguro que
administrativo y que no encierra malas artes, de no incluir en los papeles
presentados en la Junta Electoral a Podemos). Porque de no haberse logrado la
unidad se podía haber roto hasta el Gobierno de coalición, toda vez que los
desencuentros se deslizarían hacia la desconfianza, la desconfianza hacia el
alejamiento y el alejamiento hacia la pérdida de sintonía política.
Sin embargo, todo
el proceso, lejos de haber generado una enorme alegría por la potencialidad que
debiera mostrar -la fiesta por el reencuentro de los hijos pródigos de la misma
familia de la fraternidad- sigue restando frescura a la propuesta que debe
liderar Yolanda Díaz. Alguien no está haciendo bien su tarea. Y no solo porque
se ha renunciado a que encabece la lista alguien elegido por primarias, nuevo
en las instituciones andaluzas y ajeno a las divisiones del pasado, frente a
una persona, sin duda válida, pero elegida por los aparatos, con muchas
legislaturas detrás y parte en los conflictos con otras fuerzas de la
izquierda.
Sobre todo porque
ha dejado un hueco por donde se puede colar el discurso del régimen del 78
contra Podemos, de manera que la fuerza que ha desafiado al establishment en
España y que como castigo ha generado decenas de querellas, acusaciones sin
pruebas, policías patrióticas, denuncias falsas, acosos y calumnias por parte
del poder hacia sus líderes, no parece que, visto el desarrollo de la lista
andaluza, tenga el reconocimiento de los hermanos reunidos. La derecha puede
permitirse cualquier desatino. La izquierda tiene líneas rojas.
Los progenitores
inteligentes deben dar cariño a todos sus hijos. Y las madrastras, quedarse en
los cuentos, donde los espejitos mágicos pueden hacerte creer cualquier
patraña. Pero son eso, cuentos.
Que el régimen del
78 quiere acabar con Podemos lo sabemos, cuando menos, desde las elecciones
europeas de 2014, que fue cuando empezamos algunos a recibir las primeras
querellas. Sin embargo, en ese ánimo de aniquilación, que expresan cada día
Antena 3, El Mundo, OK diario, La Razón, la COPE, Risto Mejide, Javier Negre,
Jiménez Losantos o el programa de Ana Rosa Quintana, no pueden estar aquellos
con los que hay que crear la alternativa. Hay que celebrar al hijo pródigo,
¡faltaría más!, pero sin maltratar al que se quedó defendiendo el fuerte. Hay
que sumar, sumar y sumar, pero no dar por sentado que el que ya está y ha
defendido la posición va a permitir que se le maltrate sin decir nunca nada.
Los progenitores inteligentes deben dar cariño a todos sus hijos. Y las
madrastras, quedarse en los cuentos, donde los espejitos mágicos pueden hacerte
creer cualquier patraña. Pero son eso, cuentos.
En la discusión de
la lista en Andalucía se han visto cosas que generan cierta sorpresa. Algunos
movimientos que han operado en la negociación de la lista conjunta andaluza no
invitan al optimismo. Es inevitable que la gente que no esté en el día a día de
la política se quede con la sospecha de que las cuestiones ideológicas han sido
sustituidas por otro tipo de intereses. ¿Cómo explicar a esa gente que votó
alguna vez a Podemos que ese sector que
se fue de la formación morada y rompió el partido por el acercamiento a
Izquierda Unida –decían que era el "fin de la transversalidad"-
termine haciendo una alianza con Izquierda Unida (después de haberlo intentado
sin éxito con los anticapitalistas), con el único fin de presionar a Podemos?
Una pinza, como siempre, apoyada por los medios de comunicación que llevan ocho
años buscando la muerte de Podemos. La nueva política debe ser y parecer
diferente de la vieja política. Y si la nueva política no está marcada por la
generosidad, no puede volar muy alto.
¿No era patético
ver a los antiguos seguidores de Pablo Casado en el último Congreso del PP –un
congreso que parecía la Feria de Sevilla, con los medios de comunicación
poniendo a la nueva dirección las sevillanas y los trajes de faralaes- dando
codazos para hacerse la foto con el ungido Feijóo? Feijóo, al que no le importó
pasearse con Díaz Ayuso para tapar cualquier rumor de desavenencia. La derecha
gestiona siempre mejor la hipocresía. Consagra siempre sus primaveras. La
izquierda sale a las plazas en mayo pero su consagración la dedica a los otoños
y los inviernos.
Mirar fuera para
vernos: aprender de la Francia de Melenchon
Hay cosas que se
entienden mejor desde fuera. Pensemos en Francia y el espacio que ha logrado
Melenchon contra otras fuerzas de izquierda y contra el 100% de los medios de
comunicación del país -salvo Mediapart-. ¿Por qué se presentaron cinco
candidaturas de izquierda en la primera vuelta de las francesas, cuando era
evidente que su resultado iba a ser patético, impidiendo por 400.000 malditos
votos el paso de la France Insumisse a la segunda vuelta? ¿No se presentaron
porque pensaban, como fuerzas menores, que el objetivo desde esas fuerzas de
izquierda era acabar con Melenchon? ¿No es un lugar común de la izquierda preferir
ser cabeza de ratón que cola de león? ¿Y no fue solo después, cuando el
resultado les hizo imposible ocultar la traición cometida a los trabajadores
franceses por permitir de nuevo que ganase Macron, que empezaron a hablar de la
unidad? Melenchon, generoso, ha hecho fiesta con la unidad con el Partido
Socialista. No ha humillado a nadie. Decía Mao que sin claridad en la ideología
no hay claridad en la organización. Melenchon tiene claridad ideológica. ¿No es
extraño que el pulso de Izquierda Unida y Más País a Podemos fuera de cargos y
no de programa? ¿Qué mensaje está lanzando Yolanda Díaz a los votantes
andaluces con esta apuesta?
¿No es extraño que
el pulso de Izquierda Unida y Más País a Podemos fuera de cargos y no de
programa? ¿Qué mensaje está lanzando Yolanda Díaz a los votantes andaluces con
esta apuesta?
En la misma
dirección, hay que sacar las conclusiones correctas del proceso andaluz. Es
evidente que ha existido una presión de los partidos más pequeños para forzar a
Podemos, igual que ocurrió en Francia con la candidatura de Melenchon. Normal.
Forma parte de la política de partidos. Y por eso a la ciudadanía que no está
metida en esas lógicas les huele la política a vertedero. Como en la parábola
del hijo pródigo, cualquier persona de izquierda debe celebrar la unidad,
porque separados nos ahorcarán juntos. Pero no es sencillo. Porque en las
negociaciones siempre hay gente a la que no le importa romper la posibilidad de
acuerdo y, de paso, incluso romper cosas más importantes (por ejemplo, un
gobierno de coalición). Cuando la política se profesionaliza tiene esas cosas.
Quien haga la
función de "padre" –o madre- debe celebrar a los hijos pródigos pero
no debe olvidar que la posibilidad de sumar solo existe porque Podemos, pese a
tener a todo el sistema en contra, ha sido capaz de retener 35 diputados, igual
que fue capaz de gestionar el gobierno de coalición. Sin el cual, Yolanda Díaz
estaría en una posición infinitamente más débil para liderar el espacio,
Alberto Garzón quizá no habría aguantado en la dirección de Izquierda Unida y
el conjunto de los españoles estaríamos francamente peor. ¿Le va a reconocer
todo el mundo el trabajo a Podemos o vamos a malentender la parábola del hijo
pródigo? Si hoy tenemos lista conjunta en Andalucía y seguimos pudiendo pensar
en un futuro Frente Amplio es porque Podemos ha cedido. Por responsabilidad.
Juan Antonio Delgado, Martina Velarde, Lilith Verstringe y Ione Belarra han
primado la suerte de las trabajadoras y trabajadores andaluces por encima de los
intereses de su partido. Esa generosidad tiene que reconocerla Yolanda Díaz.
Porque la ha protagonizado Podemos, no los demás. Podemos, que empezó el
proceso ofreciendo a Alberto Garzón, como andaluz, que encabezara esa lista. Y
luego a independientes. Y luego a alguien de Podemos que no venía de tener
cargos en Andalucía y podía sumar. Sin sincerar esa situación no se puede ir
muy lejos. Porque la alegría se enfría. Sin generosidad no va a regresar la
alegría, y sin alegría no se va a recuperar la frescura. Es probable que hasta
ahora no se hayan hecho bien las cosas. Es momento de recuperar el rumbo.
Ilustrarse con lo
que no se ha hecho bien
Todos los medios
han recogido el fragmento de Verdades a
la cara, el libro de Pablo Iglesias con Aitor Rivero, donde cuenta el proceso
de elección de Yolanda Díaz (y donde afirma verdades incuestionables, como que
todo sería distinto si Unidas Podemos no hubiera entrado en el gobierno, algo
que, por ejemplo Alberto Garzón o la propia Yolanda Díaz o Íñigo Errejón, no veían
en su momento). Entre otras muchas reflexiones, concluye esa parte, donde
cuenta el proceso de señalamiento de Yolanda (que seguramente debiera haber
tenido lugar de otra manera), acordándose generosamente de mí:
"(...) En
Podemos no todo el mundo lo comprendió al inicio (...). Uno de los que menos lo
entendió al principio fue Juan Carlos Monedero, pero con el paso del tiempo
creo que es difícil cuestionar que fuera la decisión correcta".
Como también soy de
la estirpe de los cabezones, insisto. Siempre las cosas se pueden hacer mejor.
Hay que desterrar cualquier asunto que nadie pueda pensar que está mal resuelto
e impida que se despliegue toda la energía que reclama el bloque de progreso
contra el bloque de Feijóo con Abascal. Lo que tiene que ser motivo de fiesta
no puede producir rasguños. Es el momento de que los responsables políticos se
sienten y pongan las cartas sobre la mesa. Lo que une y lo que divide. Y que la
gente lo sepa. Quizá sea tiempo también de hablar de programa.
El proceso de Andalucía
ha terminado con una lista conjunta que arrastra una suerte de hechos
consumados y una gran cesión generosa de Podemos. Se ponían en peligro cosas
importantes para las mayorías de este país y Podemos ha vuelto a estar a la
altura. Y no seré yo el que haya ocultado los errores de la formación morada
cuando los ha cometido. Se me hace
evidente que algo que puede desencadenar tantas repercusiones no puede volver a
repetirse. Una fuerza con 35 diputados y de la que depende el futuro de un
gobierno progresista en España no puede estar pendiente de azares, humores y
estrategias que a veces recuerdan a la vieja política. El futuro del espacio no
puede estar pendiente de interpretar unas declaraciones, de sopesar presiones o
de organizar fotos y encuentros. A Unidas Podemos les votaron en alguna ocasión
seis millones de españoles. Que se merecen claridad en la hoja de ruta.
Yolanda Díaz tiene
en marcha su proceso de "escucha" y a muchos nos tiene esperanzados.
En ese proceso, tiene también que escuchar a los que han seguido trabajando
durante todo este tiempo en este espacio político. Sin ellos y ellas no hay
Frente Amplio. En realidad, no se habría abierto la posibilidad que hoy existe.
Fue precisamente el padre de la parábola de Lucas el encargado de decirle al
hijo más honesto:
"Hijo, tú
siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta
y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida;
estaba perdido, y ha sido hallado."
Yolanda Díaz tiene
en marcha su proceso de "escucha" y a muchos nos tiene esperanzados.
En ese proceso, tiene también que escuchar a los que han seguido trabajando
durante todo este tiempo en este espacio político. Sin ellos y ellas no hay Frente Amplio.
Esa foto está
pendiente. La foto en la que el padre le agradece al hijo que siempre estuvo
ahí. Y es esencial. Porque si no hacemos todos y todas lo que esté en nuestra
mano para no repetir errores y frenar a la suma torticera de la derecha y la
extrema derecha, no nos lo van a perdonar todos los que alguna vez se
emocionaron con el cambio. Aún hay tiempo. Y aún se puede recuperar la frescura
tan necesaria para que la ilusión no sea una anécdota efímera.
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