BOLIVIA (Y LA FOTO DE FELIPE VI)
ESCUECE A LA DERECHA
DAVID BOLLERO
Cuando en noviembre de 2019 un golpe de Estado en Bolivia sacó a Evo Morales del poder la prensa conservadora no escatimó en su cobertura, dándole una pátina de legitimidad a la entrada de Jeanine Añez en el Palacio presidencial, Biblia en mano. Ahora, cuando la democracia da un puntapié a quienes realmente no creen en la soberanía popular, cuando Felipe VI acude a apoyar el regreso del socialismo al gobierno de Bolivia, los medios de la derecha -y su hinchada en redes sociales- callan escocidos.
Los amantes de la democracia no
hemos podido disfrutar más con lo sucedido en Bolivia. Ver cómo el pasado 18 de
octubre el Movimiento al Socialismo-Instrumento para la Soberanía de los
Pueblos (MAS-IPSP) sacaba más de 20 puntos de ventaja a sus rivales, acaparando
más del 55% de los votos, ha sido balsámico. Ver cómo la participación
alcanzaba el 88%, una de las más altas de la historia, evidenciaba que el país
deseaba mandar al carajo al ultracatolicismo y las políticas neoliberales es
esperanzador.
El nuevo presidente del
gobierno, Luis Arce, fue ministro de Economía y Finanzas con Evo Morales; el
vicepresidente David Choquehuenca, por su parte, asumió la cartera de
Exteriores. Dicho de otro modo, el pueblo boliviano quiere socialismo, quiere
continuar el camino que Morales comenzó a recorrer hace cerca de tres décadas.
Luis F. Camacho y Jeanine Añez ven cómo las urnas han hablado, indicando el fin
a su golpe de Estado, callando a la Biblia y mandando a paseo a unas políticas
que masacran a las minorías.
La prensa conservadora española,
tan amiga de apoyar movimientos de dudosa legalidad y nula democracia, han
enmudecido este fin de semana. Bien es cierto que la cobertura internacional
está dominada por las elecciones de EEUU y la derrota de un Trump que se autohumilla,
pero el modo en la derecha obvia la imagen de Felipe VI con Arce resulta hasta
cómico.
Respirar el olor de la bilis de
esa derecha antidemocrática, confirmar una vez más la pobredumbre periodística
de tales medios y ese tufo ultracatólico, tan pretérito como hipócrita, es una
bonita manera de comenzar la semana, con esa satisfacción que provoca saber
que, aún cuando la cuesta parece más empinada, el pueblo unido puede superarla.
Bolivia lo ha hecho. Enhorabuena.
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