EL CARNAVAL DE
LOS AÑOS
Rafael ZAMORA MÉNDEZ
A los
atentos lectores,
de este
BLOG incomparable,
van mis
rollos superiores,
que,
originarios de amores,
vive en su
entorno admirable.
Recordemos
viejos tiempos,
con los
días de “Cartillas”,
cuando
soplaban los vientos,
de rabiosos
pensamientos
y...
escondidas quesadillas.
Los duros
chuscos de millo,
que
enyugaban hasta el colmo.
¡Se
retorcía el colmillo,
para
atender al chiquillo,
exigiendo
leche en polvo!
¡Cuántas
colas, del demonio,
buscando
qué manducar!
¡Estraperlo
en patrimonio,
con regusto
a manicomio,
procurando
perdurar!
La pobre
mamá querida,
por buen
café, suspirando.
¡No se daba
por vencida
y, con
cebada encendida,
agua
oscura, iba tomando!
María
Castaña estaba
en
pantallas de platino.
¡VALENTINA
nos cantaba
y, hasta la
TAYLOR, soñaba,
con Rodolfo
Valentino!
De las
novelas de entrega,
esperábamos
la trama.
¡Se lavaba
en la pileta,
para secar
la chaqueta,
bajo el
jergón de la cama!
En su
plancha de carbón,
la patrona
trabajaba.
La ropa
sobre un cajón,
para regar
el ropón,
con lo
mucho que sudaba.
Parecíamos
modelos
que,
levantaban pasiones.
¡Nos
fijábamos los pelos,
rebuscando
por los suelos,
el sebo de
los jabones!
No existían
tantas “teles”,
ni cocinas
primorosas.
¡Se han
trocado los papeles
y, hoy,
proliferan peleles,
que, nos
pintan mariposas!
Muy pocos
tenían coche,
¡ni
siquiera, calcetines¡
Mientras
crecía el bigote,
nos
dormíamos de noche,
codiciando
unos patines!
Los
domingos y festivos,
la misa,
nunca faltaba.
¡La juerga
con los amigos,
que servían
de testigos,
si la novia
protestaba!
Fueron años
de recuerdos
que, en la
vida, volverán.
¡Aquellos
tiempos herreños,
alegres,
tristes y serios,
que jamás
retornarán!
Muy pocas
separaciones,
sin
divorcios de tormentos..
¡Se unían
los corazones,
para alejar
tentaciones
de brutales
sentimientos!
La heridas
se cerraban,
con tela de
araña viva
y, toditas,
se secaban,
mientras
los niños jugaban,
con trompos
a la deriva.
No existían
CARNAVALES,
por
mandatos de regencia
y, en las
calles y corrales,
se lloraban
los pesares,
perjurando
esa exigencia.
Otra forma
de vivir,
dulce,
tranquila, serena.
¡El
verdadero sentir,
del más
negro porvenir,
escrutando
nueva espera.
Para gloria
o desdichas,
funcionan
estos festejos.
¡Todo ha
cambiado de prisa
y,
regalamos sonrisas,
con
nuestras cosas de viejos!
La moderna
juventud,
para nada,
nos estorba.
¡Sólo nos
da la inquietud,
al
presentarnos la cruz,
de un ayer
que no retorna!
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¡En aquellos terribles tiempos de nuestra fratricida Guerra Civil, hasta conseguir alcanzar a una simple cucharada de gofio, resultaba ser toda una tremenda y costosa odisea!
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