SÁNCHEZ, CARCELERO
DE LOS JORDIS
POR FERNANDO LÓPEZ AGUDÍN
Es
toda una novedad histórica ver a un secretario general del PSOE como uno de los
carceleros, el otro es Rajoy, de los dos Jordis ingresados en prisión a
petición de la Fiscalía, dependiente del reprobado Fiscal General Maza,
nombrado por la Moncloa. En las mismas vísperas de la entrada en vigor del
artículo 155 de la Constitución, suspendiendo la Generalitat, Sánchez avala el
encarcelamiento de los dos líderes sociales catalanes acusados, nada más y nada
menos, que de sedición. Nunca, en toda la más que centenaria historia del
socialismo español, los socialistas habían justificado las habituales cuerdas
de presos ordenadas por Maura, Primo de Rivera, Gil Robles y Franco contra los
dirigentes democráticos, legales e ilegales, con independencia de sus posturas
políticas. Era una cuestión de principios, hoy pisoteados por Sánchez.
Los
cuentos leguleyos esgrimidos para empapelar a los Jordis no sustentan las
cuentas penales demandadas por la Fiscalía. Aún en el supuesto de que fuesen
probados los cargos ¿ era necesario recurrir al delito de sedición para
calificarlos ? ¿ No existe, por ejemplo, el delito de desorden público ? Ni
siquiera el Tribunal de Orden Público del general Francisco Franco se atrevió
ayer a llegar tan lejos con la entidad Omniun como ha llegado hoy la Audiencia
Nacional del registrador de la propiedad Rajoy. Se trata de castigarles, se
trata de intimidar a las inminentes movilizaciones democráticas contra la aplicación del 155. En cualquier
caso, nada que tenga que ver con el imperio de la ley. Causa hoy cierta
vergüenza ajena ver como los excelentes juristas ubicados en los alrededores de
Ferraz hacen mutis por el foro.
Con
excepción del PSC, crítico con los represores del PP, todo el PSOE guarda
silencio, cuando no aplaude a dos manos como el socialismo andaluz. Iceta y los
alcaldes socialistas catalanes, sin embargo, no vacilan en denunciar la
represión que sufren los Jordis– Sánchez y Cuixart–por ejercer derechos
constitucionales como los de reunión, manifestación y opinión. Es una denuncia
muy valiente por cuanto, implícitamente, ponen en cuestión a sus compañeros de
Ferraz, cómplices de esta desproporcionada medida impuesta por la Moncloa. En
lugar de sumarse a la arbitrariedad de Rajoy, como se suma Sánchez, le restan
un apoyo sustancial en Cataluña, como la resta Iceta. Así el Partido Popular se
encuentra ahora tan aislado en Cataluña, por decisión del PSC, como mal
acompañado en España, por decisión del PSOE.
La
perplejidad aumenta bastante, cuando el carcelero Pedro Sánchez combina la
complicidad carcelera con la rectificación de la propuesta de reprobación de la
comandante en jefe de la salvajada de Barcelona, habida el 1 de octubre. Es
mucho más grave, por lo visto, una manifestación pacífica y cívica, que la
brutal carga policial que causó centenares de heridos. Mientras los dos
primeros son acusados de sediciosos, la segunda se va de rositas porque ni siquiera
puede ser reprobada. No vaya a ser que se hiera la exquisita sensibilidad de
doña Soraya Sáenz de Santamaría, que no vaciló en lanzar al coronel Pérez Cobos
contra los colegios electorales catalanes. El balance político de esta doble
medida no puede ser más revelador. La ley del embudo es manifiesta. Ancha para
los que cargan, estrecha para los cargados.
Que
la derecha encarcele a demócratas está en su ADN. Sea civilizada o silvestre,
extrema o centrista, es una práctica habitual de toda la derecha española.
Todas sus máscaras, sus finuras y sutilezas caen, cuando lo consideran
necesario. La historia lo indica meridianamente. Pierre Vilar señala que, desde
1814 a 1890, Cataluña estuvo 86 años
bajo estados de excepción. De 1923 a 1977, padeció junto con España 44 años de
dictadura. De 1931 a 1936, todo un bienio negro encabezado por el Jefe, como
llamaban a Gil Robles, con las cárceles rebosantes de presos. Así y todo,
descalificaban y descalifican como radicales
a quienes se oponían y se oponen a este autoritarismo. Rajoy, por lo
tanto, no puede ser más coherente e inteligente. Se ha buscado un cabo de
varas, Sánchez, que le ayude como carcelero.
Los
Jordis no son más que el aperitivo de la cuerda de presos políticos que se
avecina con la entrada en vigor del 155. Suspender las instituciones
democráticas en Cataluña, porque niegan esa España centralista sumamente
rentable para las élites corruptas madrileñas, nunca será un problema para la
derecha; sí lo es y va a serlo mucho más para aquellas fuerzas que se reclaman
de izquierdas como es el caso del PSOE. Hoy van de funcionarios de prisiones,
mañana irán de delegados gubernativos de la Moncloa en Cataluña. El vistoso
tricornio de Soraya Sáenz de Santamaría, combinado con la rosa marchita de
Pedro Sánchez, es el uniforme de moda en
la pasarela represiva de Barcelona. Curioso destino el del PSOE con los
catalanes. González los corrompió con Pujol,
Zapatero los engañó con el Estatut y Sánchez conduce el furgón de Rajoy
que los lleva a Soto del Real.
Sea
cual sea el desenlace de esta triste complicidad, la del PSOE con el PP, la
derecha no pierde nada. Tiene todo por ganar en este desafío catalán. Si logra
doblegar el pulso de la sociedad catalana, gana como muy bien lo señalan todas
las encuestas. Si lo pierde, también, porque ahí está el artículo 116, estado
de sitio, o si fuese necesario el artículo 8,
la función de las FFAA encabezadas por Felipe VI perfectamente alineado
con Rajoy. En cada uno de estos supuestos, el PP gana y el PSOE pierde. Es lo
que suele ocurrir a quienes descubren una tardía vocación represora acompañando
a quienes, desde la cuna, están habituados a colocar las esposas a todos
aquellos que se toman demasiado en serio el ejercicio de los derechos
democráticos.La derecha ha vuelto a ser la que era, ¿ dejó de serlo alguna vez
?, porque la izquierda es tan cómplice de la represión, PSOE, como impotente,
Ni Unidos Podemos.
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