POR:
EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
Ante
la capacidad de unos pocos, en llegar a ser dueños de nosotros mismos,
cuestiono el sometimiento de las mayorías a ideologías de ocasión, escleróticas
y funestas, enquistadas en su accionar violento, en estado de degradación que
actúa de manera brutal sobre la cotidianeidad de sus existencias, eliminando la
capacidad de reflexión en situaciones irreductiblemente concretas, sin
posibilidad de dar cabida a soluciones inmediatas, pues son abortadas por el
poder omnímodo de los gerentes del Nuevo Orden Mundial.
Cuando
me manifiesto sobre corruptelas y vida de ciertos funcionarios, farándula
(actrices, modelos y artistas de cartón pintando) y empresarios, lo hago en
conocimiento directo de esta lacras, los que dictan y rigen en esta región… en
conocimiento de su origen y pasado turbio, en conocimiento de qué manera, paso
a paso, lograron con ayuda logística de medios prostibularios arribar con sus
magros recursos y mínimas capacidades, a la cima de la pirámide del “éxito” en
el ‘Nirvana Siliconado’ en que transitan las vidas de comunidades hipnotizadas
por la mentira elevada a símbolo, deviene entonces pensar, sin ser hábil
experto, en que soy un enemigo de esta banda de crápulas, que lo han tomado
todo. ¿Tienen alguna duda? Que persista la memoria en quienes no desean ser
estafados con fábulas y relatos cocinados en usinas de mesas de redacción de
medios monopólicos de desinformación, los que siembran “caos en el caos”, los
que maquillan la realidad, ya de por si travestida.
La
historia se nos escapa, somos parias, en un planeta, donde la brutalidad es
norma, abandonados a nuestra suerte, por psicópatas gobernantes, los cuales,
son presentados y publicitados, a repetición, por las corporaciones económico
mediáticas de información, como mesías redentores, siendo, estos gobernantes,
meros estafadores, mentirosos, ladrones, corruptos y ajenos a todo lo que de
sensible y veraz debe tener la vida, que se nos escapa.
Estamos
viviendo bajo un régimen de dictadura de clase, de un poder de clase que se
impone desde la violencia, incluso cuando los instrumentos de esta violencia
son institucionales y constitucionales.
Vivimos
en un estadio donde la democracia ha tomado perfiles muy difusos, si por
democracia entendemos el ejercicio efectivo del poder por parte de un pueblo
que está dividido y ordenado, a presión, jerárquicamente en clases, es claro
que permanecemos en un estadio, muy diferente a la acepción original de una
democracia. Nos mienten, nos estafan, nos sojuzgan día a día, ¿lo perciben? Los
mismos personajes siendo candidatos a los puestos más altos de este espectáculo
insano de la política siglo XXI. ¿Dónde encontramos a los nuevos dirigentes?;
¿en qué invernadero los están clonando?; ¿hay libertad en Argentina donde el
90% de los medios de comunicación están en manos de quienes apoyan el régimen
del presidente offshore?; ¿se replican trascendidos que toman carácter de evidencia,
caiga quien caiga?; ¿a esto lo podemos denominar democracia?
Vivimos
en un mestizaje de dominios, una desfiguración de lo “sublime” por lo
“trivial”, ‘catástrofes’ y ‘parábolas’ que desestabilizan todas las categorías
intelectuales. Toma ‘status’ de religión, la ambición mediática, que, al no
poder afiliarse a tal o cual estadio del conocimiento ni a ideología política
alguna, sin causa moral que defender, ni demanda social que satisfacer, busca
refugio en un purgatorio perennis, entre el domicilio universitario perdido y
el refugio “seguro” del poder financiero megalómano. A partir de allí, cobra
sentido la necesidad epistemológica y hermenéutica de definir y establecer una
nueva lectura: estamos ante una realidad compleja, y dentro de registros y
códigos de saberes que fueron dejados de lado.
Vayan
a hablarle de papiro y códice a un exégeta de Plotino y Descartes, o a
preguntarle a un lacaniano, que sucedía con el “estadio del espejo” antes de
los espejos… contratiempos previsibles, que no impedirán encontrar algún
estímulo maníaco en las palabras de Hegel: “Si la realidad es inconcebible,
será preciso que forjemos conceptos inconcebibles”. ¿Cómo dudar, ante la
canibalización de la humanidad, que ha llegado el día en que algunos métodos de
análisis incongruentes, llegaron a sustituir a la Cultura por la técnica?
Hoy
los burócratas de lo mediático con sus herramientas rudimentarias y magros
medios, dejan bien justificado su deshacer, esta conclusión es evidente:
¿Debería probar que es cierta?, planteándome una resentematización, en la
subestimación de la identidad presente, donde el sarcasmo más burdo tiene
categoría de “dogma de ninguna creencia”, no creo necesario hacerlo, pues, todo
insta a un ensayo de entendimiento y acción, siempre a favor de nuestra
condición de especie SDF (Sin Domicilio Fijo).
La
historia es algo menos que la interpretación que hasta hoy declara la unicidad
del conocimiento humano, al devenir de las más disímiles comunidades, tan
proclives en este presente, a lo epidérmico, frívolo y al aparente goce de lo
inmediato.
El
mundo, hoy, es una cultura de lo epidérmico, de lo degradado que se perpetúa y
hago mención puntualmente en la relación político-cultural que divide y
desorienta a los pueblos mediante la especulación y la perversión del simulacro
de pueblos, en aparente ejercicio de sus derechos y garantías: eliminados y
devenidos en ilusión 4D.
Las
nociones de tiempo, de espacio, de intereses, en fin de existencia, se hicieron
diferentes. El paradigma de la cultura ha obviado que la historia de este
planeta ha sido sufragada en base a esclavitud a las tendencias imperiales, al
tráfico de tradiciones ajenas e impuestas bajo presión, responsables absolutas
de la pérdida de todo referente de una historia donde instalar a las nuevas
generaciones, una historia que tuvo espacio de trascendencia en la ‘Imagen del
Mundo’.
Pertenecen
al pasado abolido, la tolerancia, la diferencia, el diálogo entre iguales. La
aldea global no es otra cosa que egoísmo, avidez, intemperancia, dilación,
psicopatías, grandes expectativas de fama y éxito devenidas en prostitución y
delito perpetrado por ‘los peores’, los anónimos narcisos digitales,
psicópatas, accionando desde las sombras en tiempo completo.
La
riqueza cultural se defenestró por varias vías: una, la del saber universitario
y trascendente, presentido y seducido cada vez más por las corporaciones macro
económicas; y por otro lado la conducta del dominado, inconforme con sus
haberes. Por eso desde ese punto de nostalgias se le impondrá lo foráneo sin
resistencias de pueblos sometidos.
El
homo sapiens en franco retroceso a ‘homo primates’, ha devenido en empresa, en
rédito y materia concreta de intercambio financiero, segregando su propio ser,
que sería actuar como motor de la historia en favor de la vida. Pero hay otro
lazo disociativo: la mecánica económica que impone el desequilibrio, las
desigualdades, las diferencias. En ese conjunto los hombres, como los animales,
dan libre curso a su naturaleza sin advertir sus metas. ‘Llegan a fines que no
son capaces de prever’.
Nuestro
tiempo, plagado de torpezas y miserias, tras un esplendor espectacular de luces
de neón apagadas, no es más que un repertorio de fragmentos ensimismados, en la
diversidad de tendencias y estilos que conforman el panorama de sujetos
lobotomizados obsesionados por distinguirse desde su vacuidad.
Desde
este pequeño cruce de vocablos que lanzo, surgen las imágenes del demonismo,
sabremos ya que la realidad es una pregunta sobre sí misma. Lo que
necesariamente exige una pregunta sobre nosotros mismos y nuestra relación con ella…
Y viceversa.
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