VIOLENCIA EN EL FÚTBOL
DIARIO LA REPUBLICA
Los
hechos de violencia en los espectáculos deportivos no son algo novedoso ni
reciente; tampoco son patrimonio exclusivo del Uruguay ni del resto de los
países de la región pues prácticamente en todas las latitudes ocurren fenómenos
de esa índole (piénsese en los famosos “hooligans”, renombrados por las
tropelías y actos de vandalismo cometidos en la opulenta, culta y civilizada
Europa).
No
obstante, a nadie escapa que en los últimos años el problema se ha agudizado en
nuestro país. Cada vez con mayor frecuencia se registran hechos violentos en
las canchas y en sus alrededores, al tiempo que los participantes exhiben una
agresividad mayor. En razón de ello se ha instalado en la sociedad y en el
sistema político una creciente preocupación por el problema.
A
todo esto, como consecuencia de los graves disturbios verificados durante el
último partido clásico, varios hinchas (de ambos clubes) han sido procesados
por diversos delitos (atentado, daños, lesiones); al mismo tiempo, el ministro
Bonomi anunció que la Policía aplicará mano dura con los hinchas violentos.
Conocida
es nuestra posición respecto de cómo combatir el delito. Siempre hemos sido
partidarios de priorizar las políticas preventivas y educativas por sobre las
respuestas de corte represivo. Nos consta que la delincuencia no se combate
eficazmente mediante la represión policial ni mediante el incremento del rigor
punitivo de la legislación. Sabemos que para los delincuentes sociales el
aumento de las penas no opera como elemento disuasorio; ningún rapiñero se va a
detener a pensar en las consecuencias de su conducta delictiva y abstenerse de
cometer un asalto por la perspectiva de pasar más años en la cárcel.
Sin
embargo, teniendo en cuenta que no todos los responsables de desmanes y
agresiones en los espectáculos deportivos actúan así compelidos por una
situación límite de pobreza y marginación, creemos que la represión policial y
el aumento del rigor punitivo de la legislación penal como respuesta a los
hechos de violencia en las canchas y aledaños pueden desestimular los
comportamientos antisociales.
Toda
conducta transgresora tiene sus causas, y la agresividad de esos hinchas muy
probablemente responda a cuestiones vinculadas con la personalidad del
infractor, con su vida psíquica y afectiva, pero raramente pueda atribuirse a
razones socioeconómicas.
La
Policía debe corregir ciertos aspectos de su gestión en este ámbito para
desarrollar con eficacia su tarea preventiva y represiva. Por su parte, el
sistema judicial debe aplicar las leyes con mayor rigor.
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