ALGUNOS CASOS DE BRUJERÍA ISLEÑA EN LA LITERATURA POPULAR DE CUBA Y
PUERTO RICO (*)
Por Roberto Cabrera
isleños
.No
será esta la primera ocasión ni la última, en que la lectura de temas
antropológicos, cautiven la imaginación de un creador. Trabajos como los de
Pérez Vidal, Álvarez Nazario o José Pérez Carrión tientan en sus cuadernos de
campo, en muchos y singulares casos, la fuerza imaginativa, pareja en aquellos
al trabajo metódico a que somete la razón especulativa.
Hemos
escogido para nuestra exposición, más que la condición antropológica, una
condición tropológica del tema. Nos interesan las figuras, desandar las
metáforas, los tropos y las transferencias a que nos conmueve lo que presento
todos los visajes de un texto mítico, donde se mezclan a ras, semidioses,
fuerzas ocultas, o destrezas cósmicas.
Nuestra
intervención se interesa en lo estratégico y singular, y viene reiterándose en
lo que puede convertirse en la figura estilística que es el mestizaje. Conviene
descreer que somos nosotros quienes pudiéramos gobernar, como cita Derridá, la
metáfora que habitamos. Circulamos en ella como en una especie de automóvil.
“El hablante o el escritor que decimos que somos o quien crea que se sirve de
metáforas ( ... ) va sobre un vehículo que lo comprende, lo traslada y en el
mismo momento en que el llamado sujeto cree que lo designa, lo gobierno como un
piloto en su navío.”
Nuestra
metáfora tampoco aspira convertirse en estudio de casos y a pesar de la erosión
progresiva que pueda sufrir su propia marca de identidad, la relectura de un
breve episodio, mítico si se quiere o banal, imprime las huellas de los
antiguos canarios en América y devuelve la frescura que acompañó al sentido
primitivo de lo que llamaremos “brujería isleña”, y su mestizaje.
Mientras
el mesto llaman en algunos lugares al vegetal producto de dos especies
arbóreas, el término mestizo se aplica a persona nacida de padre y madre de
raza diferente. Significación tremendamente amplia para constituirse en rasgo
esencial de la identidad. El adjetivo criollo propuesto como recambio, designo
al americano descendiente de europeos, también al negro nacido en América y ya
en palabras de la etnografía victoriana, criollo es el hijo de europeos, nacido
fuera de Europa.
Maja |
El
interés por ciertos complejos íntegros de creencias y significados marcó los
intentos primeros y serios de la moderna antropología, en la medido en que
aquellos pudiesen reconstruirse a partir de la literatura. A fin de cuentas, la
oralidad abre una estrategia a la ciencia social. Pero el pensamiento coherente
puede ser tanto simbólico como científico, y si somos razonables no someteremos
el lenguaje de la poesía al mismo tipo de examen que aplicamos a una hipótesis
científica. El simbolismo es esencialmente expresivo y lo que se simboliza es
siempre un objeto de valor. El simbolismo de la magia, los medios de que se
vale el hechicero, sus conjuros, la arcilla, las hierbas, la escoba o los
animales, así como los sentimientos que se mantienen en la mente en primer
plano, desembocan en el trance por el que el brujo convierte su soledad en arte
y su arte en el metafórico modo en que vive.
El
hallazgo de un documento, mítico en el sentido en que pueda fijar las esencias
de una estructura de lo real, o una situación cósmica, opera al modo en que la
raíz alimenta todo la compleja urdimbre germinal del escritor-brujo y el bosque
de la escritura. El recurso de una ambivalencia de principio se extiende entre
la distancia y el encuentro, entre las inusitadas posibilidades que genera al
rescribirse entre la voz activa de la fantasía y el desocultamiento.
Mescalito
Con
unos prolegómenos de estas características, a finales de los 70 me propuse la
redescripción de lo esbozado en un registro de la escritora y antropóloga Lydia
Cabrera en su obra El Monte, una de cuyas últimas ediciones fue
impresa en Miami en 1971. Tampoco se trataba como es obvio del “documento real”
del que partieron obras como la que dio pie a la redacción de Las Espiritistas
de Telde de León Barreto. Su temática quedó entre manqüenques y
ñáñigos concentrada en un cuento titulado “La Negra Conga” y que se publicó en
un periódico local. No quisiera detenerme demasiado pero la trayectoria de
Lydia Cabrera lo merece y como apunta su antólogo y compatriota, el cubano
Fernando Ortiz, “comenzaría como narradora -Cuentos Negros de Cuba,
1936- para luego entregarse de lleno a la investigación de la cultura
afrocubana”. El anverso nos lo muestra la experiencia de aquel profesor de
Antropología, Carlos Castaneda, que gracias a mezcalito -espíritu que habita en
los botones de peyote- y a las enseñanzas del brujo yaqui don Juan, desentierra
a su manera el espacio intocado por la cultura invasora en México, la filosofía
y legado ancestral de un universo mágico y las contumaces leyes de lo
psicotrópico. Quién sabe si su actitud no es homóloga a la mostrada por los
conquistadores frente a los indios behíques quienes absorbían aquel “humo
aromático” que se eleva a los númenes en holocausto”. Para el clero y los
recién llegados, el tabaco era una “malicia de Lucifer”. Para los africanos
esclavos, un “divino ungüento” que debidamente preparado con cenizas de arañas,
alacranes, salamandras o víboras, podía emular perfectamente a los Santos Óleos
del hombre blanco, y actuar como un equilibrador mecanismo de identificación
con el agresor. A resultas de nuestra condición campesina se abre nuestra forma
de estar en el Nuevo Mundo. Es curioso que el dificilísimo y duro arte del
tabaco nos haya cobrado un prestigio que aún hoy se conserva. No sólo hábil
sembrador, cultivador paciente; justiciero impulsor de la gran rebelión de los
Vegueros. Gesto tan fundacional en su campo, como pudo serlo el texto de
Silvestre de Balboa en la Literatura Cubana. El tabaco, el aguardiente, el vino
seco, la pólvora y el cirio, quedaron unidos en su historia con la cruz, el
incienso o el agua bendita. Un baño de sensualismo le estaba urgiendo a los
europeos. Pronto llegaron, el café de Arabia, las grandes hojas de tabaco, el
cacao. El té cultivo de Asia. Todo por el mismo tiempo.
Mitologia Cubana
He
aquí el texto ofrecido por aquella oralidad cuando son las tradiciones con sus
complejos ritos, quienes ordenan los elementos cosmogónicos: “Seco, viejo y
negro el palmiche, las ramas se desprenden y caen, y el brujo dispone de una
escoba igualmente dotada de grandes virtudes. Trabajada con ajo será, en Cuba,
la escoba en que las brujas isleñas cabalgan por los aires”. “Muy temible es también
la brujería de las isleñas, que vuelan como las brujas de Angola. Se dan tres
palmadas en los muslos diciendo: Sin Dios ni Santa María. A la zanga no má, con
ala va, con ala viene”. “Vuelan las isleñas, yo se lo puedo jurar. Vuelan
montadas en escobas y vuelan sobre el mar. Mi abuelo era de Canarias, vino a
Cuba a trabajar la tierra y compró dos o tres esclavos y una negra. Y pasó lo
de siempre, que la negra amaneció en el catre del amo y empezó a darle hijos.
Esa negra que era conga, de Loanda, fue mi abuela. El abuelo mío había dejado
mujer legítima en Canarias y no se acordó más de ella. Una mañana mi hermanita
que tenia siete años, se despertó contando que una mujer que no conocía había
entrado en el cuarto y le había dicho que no se olvidara de decirle a su madre
que ella había venido. Dice mi madre que aquel hombre se enfermó de miedo.
Sobre todo cuando recibió carta de Canarias en que la mujer le contaba que tal
noche había estado en casa, que había visto con sus propios ojos lo que pasaba
y que no había querido hacerle daño a su hija, porque era una negrita muy
bonita que no tenía culpa de nada. No volvió más. Por supuesto que mi abuela,
la conga, sabía muy bien lo que tenía que hacer, por su parte, para que la
canaria no siguiera volando”.
El
camino queda abierto a las conjeturas, los espacios y los comportamientos. Nos
queda la sospecha de que la pérdida de poderes para volar, por lo que el texto
destaca, sobreviene como en otros avatares místicos, al intento de
utilizar el poder para fines personales. El deseo de forzar a las potencias de
la totalidad de la mente para intereses del ego, es una maniobra
desequilibrada. Simplemente se pierde el punto de relación con la totalidad de
la mente... En la experiencia mística el yo se disuelve, si bien temporalmente
en un continuum. En los deseos del ego, el desequilibrio se inclina hacia el
yo, rompiendo la relación con la totalidad y aprisionando a la persona
posteriormente en los resultados fijos del mundo ordinario. El sueño de Newton.
Los antípodas de la alquimia de Blake, visionarios estados de vigilia donde “el
sueño es más real que la realidad misma”.
Cultivadores_de_tabaco
Lydia
Cabrera (1) formula
que estos relatos dejan entrever que en los ambientes más humildes de la
sociedad cubana y sobre todo en los de origen africano, la brujería canaria se
identifica con los rasgos de ser ejercida exclusivamente por mujeres, utilizar
para ello una escoba, y comenzar el vuelo con una determinada fórmula y golpes
acompasados. Añade que ninguna de estas notas se encuentra efectivamente en la
brujería de origen africano, abundantemente representada en Cuba, en la que el
brujo es tanto hombre como mujer, se utilizan animales para volar y no escobas
y se procede para ello a proferir encantamientos relacionados con mitos y
creencias no cristianas. Por el contrario están perfectamente de acuerdo con
rasgos precisos de la brujería canaria actual y pretérita.
Germán
de Granda (1) en
un artículo para la revista de dialectología y tradiciones populares del
Instituto Miguel de Cervantes, llama la atención sobre la escasez de materiales
existentes a disposición del investigador de estas actividades en el
Archipiélago, pero estima que son suficientes para esclarecer y afirmar el
influjo y la pervivencia de pautas de comportamiento en la población actual de
Cuba, Puerto Rico, etc. Rasgos mágicos e influencia canaria en el folklore, la
toponimia, antroponimia, la música y el arte popular. La explicación de cómo
han podido consolidarse en estos ambientes unas pautas de origen isleño,
teniendo que oponerse a esquemas teóricos y prácticos similares tan fuertemente
coherentes y tan ampliamente implantados en la población negra cubana como son
los procedentes de los estructuras mágico religiosas lucumís, ararás,
carabalíes y sobre todo bantús. las prácticas mágicas canarias (una brujería al
fin periférica donde se entremezclan probablemente los pasados de la brujería
castellana y andaluza con el sustrato autóctono), han sido las únicas de origen
de esta orilla en poder imponerse en Cuba y en otras áreas por la sencilla
razón de que los emigrantes canarios, a diferencia de los procedentes de otras
regiones han convivido con los estratos inferiores de la sociedad cubana
(predominantemente negros), al desempeñar oficios manuales que los colocaban en
estrecho contacto con los mismos, pudiendo así, constituirse en un factor
fundamental en la transmisión a las capas más populares de la población insular
de estructuras y rasgos que no penetrarían de otro modo. La emigración canaria
a Cuba y Puerto Rico desde el siglo XVII fue integrada fundamentalmente con
braceros y campesinos modestos, lo que se intensificó en el XVIII con la
célebre cédula que obligaba a embarcar 5 familias canarias por cada 100
toneladas de mercancía exportada desde el Archipiélago.
Parecen
coincidir un gran número de investigadores, que frente a la caracterización
sociológica de los emigrantes catalanes, gallegos, vizcaínos y asturianos
(esencialmente comerciantes), o castellanos y andaluces (básicamente
funcionarios), los canarios establecidos en Puerto Rico, constituyeron la base
de la población campesina y jornalera de allí, fundiéndose abundantemente con
mulatos y negros insulares, dando lugar así a los núcleos humanos dominantes en
la población actual.
La
historiografía americana conoció la existencia de dos canarios ladinos de pelo
de pasa llamados Joan Canario y Núñez Carrasco. Negro el primero y mulato el
otro -manco por cierto- afirmando los cronistas que se trata de colonos de
origen isleño. Nuestros personajes parecen demandarnos ¿Cuál es en definitiva
nuestro mestizaje?
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1) El padre de los estudiosos del folklore
cubano, Samuel Feijoó en su Mitologí(a cubana (1985) cita un
total de nueve mitos que hacen referencia a las Islas. Por su parte, Lydia
Cabrera en su libro magistral El monte (1954), narra como
hemos visto, acontecimientos acerca de un matrimonio de una mujer africana con
un isleño, que demuestra el sobrecruzamiento étnico entre canarios y africanos.
También como hemos mencionado, Germán de Granda, hace más de veinte años,
consideró la brujería isleña como un componente etnocultural de los sectores
más humildes de la sociedad cubana. En tanto que María del Carmen Victori ha
planteado que el cuento de exageraciones es una vertiente narrativa que puede
considerarse como un aporte isleño a la cultura oral popular.
(*) Texto
leído por el autor en el I Congreso de Escritores Canarios. La Gomera.
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