ENCOMIO
José Rivero Vivas
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El libro que hoy se presenta consta de varias aportaciones, entre las que se incluye la FOTO EN PORTADA, de Cirilo Leal, tocayo de San Cirilo, apóstol de los eslavos, llamado el Filósofo, inventor de un antiguo alfabeto, como él mismo crea su impronta teatral.
El PRÓLOGO corre a cargo de Ánghel Morales García, con hache intercalada, particularidad que, en fuente del idioma inglés, muy ponderado en el mundo de habla hispana, puede llevarnos a la inicial de hell, por infierno, lugar a donde el Ángel fue posteriormente conducido por su rebeldía. Es asimismo posible que la inicial conforme help, significando auxilio, lo cual hace clara referencia a la abierta bondad del prologuista, con recato disimulada.
El EPÍLOGO es de Jesús Rodríguez Castellano. Corto su texto, como conviene a su intención de no cansar al lector, prueba evidente de que nos encontramos ante quien se hace acreedor al calificativo de amable, de algún modo auspiciado por el Buen Jesús.
La SÍNTESIS DE SU HISTORIA está escrita por José Rivero Vivas. Su nombre de pila evoca al patriarca San José: espiritual artesano, hombre austero y callado
El texto que versa sobre la obra que reseña, estudia y disecciona, es auténtico de José María Lizundia Zamalloa, ávido lector, sincero y generoso. El doble nombre entraña la esencia en la unión entre María y José, padres de Jesús, a quienes custodia el Ángel. Entre nosotros, escritores desprotegidos, el amparo corresponde a nuestro amigo Ánghel, que a tantos acoge en su acción editorial.
Esta coincidencia, en el aura de sus nombres, nos lleva a suponer que una mano oculta pudo haber elegido este equipo de autores, al menos, por su afín acierto en el santoral. Quién sabe.
Dejando aparte esta nota un tanto pintoresca, paso a expresar mi gratitud a todos ellos por el enaltecimiento que hacen de mi persona. En especial quiero hacer hincapié, puesto que de su comentario se trata, sobre el trabajo de Lizundia, vasco de origen, canario de adopción, sin gesto ni alarde.
Dato curioso quizá, fue en el País Vasco, Guipúzcoa concretamente, donde obtuve la primera mención, con LOS AMANTES, allá por 1970; aunque, en Canarias, sólo se hizo eco el vespertino LA TARDE. Al cabo de cuarenta años, es precisamente un vasco quien entra en la lectura de algunas narraciones y capta, con naturalidad manifiesta, mi manera de hacer, con sus vueltas y revueltas, sus múltiples meandros, sus aguas turbias y claras, tono, medida y ritmo en cualquiera de los relatos. Estilo que puede gustar o no, como bien señala René Cérano, aquel profesor francés, que tradujo a su idioma mis novelas EL DIOS ESCANDINAVO y NIVARIA.
Así, pues, la mejor o peor apreciación de mis escritos, no es primordial en su valoración. Importa ciertamente hallar su musicalidad y movimiento; más tarde se observarán los distintos aspectos: recurso lingüístico en el empleo de formas usuales y arcaicas, enjundia del tema, utilización de la variedad de argumentos, enredo de las cuantiosas historias que integran la trama, y tantos detalles que complementan el conjunto de la obra en sí. Es algo que José María Lizundia, recién llegado a ella, ha logrado dejar patente en su magistral análisis, del que yo, en cuanto autor agasajado, le estaré por siempre reconocido. Sentir que hago extensivo a los colaboradores de este volumen, así como a todas aquellas personas que, en aplicación diversa, a lo largo de tantos años, han contribuido, por medio de su aproximación, a difundir el conocimiento y la naturaleza de mis obras.
José Rivero Vivas
San Andrés, diciembre de 2010
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