EL GRAN GOLPE A REPÚBLICA
DOMINICANA
A quienes
hablan de EEUU como ejemplo de democracia, hay que decirles que la historia
moderna no registra un estado más despótico y criminal que el de esa
superpotencia.
Obviando
las masacres de su guerra global infinita, voy a referirme a su reciente pasión
por nuevas modalidades de golpes: varios en Venezuela, dos en Bolivia, uno en
Paraguay, otro en Honduras… los de Perú, Brasil y Guatemala, y operaciones de
desestabilización contra Cuba y Nicaragua. Siempre los ejecutan, o los
intentan, donde pierden el control político.
Aquí, durante seis décadas, no han necesitado apelar ni a viejas ni a nuevas modalidades de golpes, después del gran golpe estratégico de la invasión militar de 1965, cuyo impacto colonizador perdura junto al binomio dictatorial oligarquía capitalista-partidocracia.
Entonces
la ocupación militar impuso el Estado terrorista balaguerista, la restauración
de la cultura trujillista y la dependencia respecto a EEUU. A esos fenómenos
terminaron plegándose el PRD-PRM, PLD-FP, el sistema tradicional de partidos e
importantes sectores de la izquierda y el progresismo.
Al
paso de los años, el poder establecido, con esas complicidades, logró embotar
la conciencia antiimperialista abrileña y borrar del imaginario de las nuevas
generaciones y gran parte de la sociedad, el valor de la autodeterminación para
revertir la contrarrevolución y conquistar bienestar social colectivo.
La
contrarrevolución imperialista perduró con tal impulso conservador que sus
cómplices lograron desviar Marcha Verde hasta lograr el relevo del agotado y
corrompido PLD por la opción encarnada en Luis Abinader-PRM, previamente
asaltada por las elites capitalistas locales, articuladas al poder
estadounidense.
Así
garantizaron un salto en calidad y cantidad en la recolonización neoliberal y
en el incremento del conservadurismo: la lluvia de APP y Fideicomisos, el
impulso privatizador con buen disfraz. El incremento de la deuda externa bajo
tutela del FMI y el Banco Mundial. La permanente intervención del Comando Sur y
USAID, y la complacencia extrema con todo lo que ordene EEUU.
Entramos
ya a otra fase del proceso colonizador y neoconservador. A otro periodo de la
continuidad del golpe estratégico que implicó aquella invasión brutal, que
incluye ahora el contubernio del régimen de turno con cualquiera de las dos
opciones imperialistas (Trump o Kamala) y la perniciosa alianza con el abanico
continental neofascista de la región, como acaba de acontecer en el contexto
del recién fracasado intento de golpe al chavismo. ¡Bochornoso!
Esta
nueva fase de aquel viejo agravio, exige dos viejos retos: rescatar la
soberanía y liberarnos del fraude encarnado en el sistema institucional
impuesto, para crear democracia real, justicia social y autodeterminación.
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