DIVAGACIONES DE UNA TARDE DE VERANO
DUNIA SANCHEZ
Un viento callado, inmerso en los pájaros que deshora lucen sus cantos. Un
verano echando la lasitud de las miradas ausentes y las olas rumorosas
esbozando tatuajes efímeros en los cuerpos, desnudos. La tarde pesa bajo un
cielo cenizo, las arboledas se desvanecen en lo estático, el bochorno no se
pierde, queda latiendo en frentes cansadas. Un viento callado. Un piano rompe
el silencio y la fatiga de andar por calles grises. Detrás de la esquina, una
yegua escuálida, relinchando a la sed, al hambre. Me acerco y somos hijas
condenadas a los océanos donde la muerte desquicia. Lo verde se eclipsa por un
tiempo y todo es gris. Andar por calles grises. Un viento callado. La molicie
de los sueños. Despierto y sábanas blancas revueltas me dicen del peso de la
tarde, de una paz utópica cabalgando en maletas de harapos bajo los desórdenes
de la tierra. Sí, la tierra, minúscula mota de polvo que se pierde en el
cosmos, de este cosmos al que pertenecemos y somos hijos de su ráfaga de
átomos. Y el viento está callado y me levanto, un piano suena cerca …muy cerca.
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