DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE ABRIL.
El
crepúsculo. Rosas se abren a las calladas pisadas de los cetáceos. El oleaje se
consume en un adiós donde los tangibles ojos miran su desvanecimiento. Mis
espaldas pesan. Un desprendimiento me lleva a la dejadez de mis emociones y soy
ave en el aire que en remolinos se vuelca en la tranquilidad. Hace tiempo que
no espero. El agotamiento son hogueras donde mis piernas corretean en la nada.
Y continuó con este crepúsculo como maravilla de la vida. Escucho al sol.
Escucho ese universo que susurran el canto del silencio. Y me siento donde las
cumbres son mar de nubes de un pensamiento. El crepúsculo. Soy poema que
tiembla en la reanimación de sus ojos, desterrados, aislados. Y sin embargo ,
amo. Pieza que se pierde en las
vertientes de la reconditez cerrada.
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