ILUMÍNAME SEÑOR CON TU ESPÍRITU
POR:
DIEGO RAMOS
Una mujer sostiene un cartel frente al
Ministerio de Desarrollo Social durante una protesta de los comedores populares
en Buenos Aires, Argentina, el 22 de diciembre de 2023.
La estrategia de campaña
electoral de demonización hacia la política y santificación a la seudo política
fue el primer ejercicio combinado que indujeron a una gran porción de la
sociedad argentina para lograr el objetivo de presidir la nación.
Una
crítica a la política de la teología.
Sin ánimo de ofender a nadie, permítanme lúdicamente este título, que a mi entender, y en el caso que ofendiera, con las disculpas correspondientes, no creo que sea mayor a la ofensa de la utilización del recurso religioso en la política para implementar y justificar decisiones que castigan brutalmente al cuerpo social.
La estrategia de campaña
electoral de demonización hacia la política y santificación a la seudo política
fue el primer ejercicio combinado que indujeron a una gran porción de la
sociedad argentina para lograr el objetivo de presidir la nación. La incidencia
de líderes políticos que aluden a las “fuerzas del cielo” para sacar adelante
un país es un fenómeno global y constituyen las bases de la gran mentira. Es
indiscutible que el actual presidente argentino llega sin ninguna estructura,
músculo o escudo político, por lo que aceleró su maniobra de refugiarse en un
capullo teológico político como parte del mismo plan. No es casualidad que en
su primera cadena nacional, sus palabras finales en el anuncio del DNU (decreto de necesidad y urgencia) haya
estado marcada por su política de la teología “que Dios Bendiga a los
argentinos y la fuerza del cielo nos acompañen”.
Consagró su campaña electoral
mintiendo su repudio a la “casta política”, y como un gran mercader de
indulgencias vendió al pueblo su rápida salvación. Implementó el manual sagrado
de la nueva derecha, puntualmente sobre el capítulo de la hierocracia, palabra
de raíz griega que significa: hieros (sagrado, divino) y kratos (Estado,
gobierno) ¿De qué estamos hablando? del “gobierno donde mandan los divinos” que
bajo un fuerte convencimiento, los buenos por voluntad suprema han sido
elegidos para cambiar el rumbo de una nación bajo la acción de la “gente de bien” que debe extirpar a la “gente
de mal” perdida en su inmoralidad por haber dejado de un lado a las verdades
metafísicas para dedicarse a construir y ampliar sus derechos.
En toda religión hubo castigos,
destierros, sacrificios, purificaciones, sufrimientos y salvación. Lograr el
objetivo del brutal “ajuste –con- sacrificio”, requería previamente preparar
las conciencias desde un catecumenado electoral, un principio básico de
formación para introducir a las personas a una fe, en este caso infantilizada y
ciega, para ponerlos a la espera de la milagrosa transformación. El día había
llegado, la Tierra Prometida parecía estar a la vista de todos, sin embargo y a
espaldas del Congreso de la Nación, da su primer discurso como presidente en
ejercicio, acudiendo a la ayuda celestial para ofrecerle el peor de los
sacrificios: la de todo un pueblo; que hoy aturdidos y estafados por la mentira
pareciera que en su interior resuena aquel salmo bíblico que exclamaba desde el
destierro “junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia
en los sauces de sus orillas…Allí los que nos deportaron nos invitaban a
cantar; nuestros opresores, a divertirlos…”
Este escenario de índole
religioso político incluye a los mártires que seguirán convencidos de esta
mentira y se inmolaran por Dios, Patria y
Familia, un viejo eslogan que la ultra derecha acaba de resucitar, que
pertenece a la “gente de bien”, siempre muy reducida… y por más que muchos
adhieran y se esfuercen, sino gozan de las condiciones históricas (blanco,
culto y de muchas propiedades) no serán parte. Hoy la clave de la geopolítica
recorre la lucha del poder en la arena de la “teología política”, desde ahí
nuevos líderes emergentes de la extrema derecha proponen una “política de la
teología”, es decir la subordinación de la política al dictamen religioso como
estrategia de comunicación, con el solo objetivo de trabajar en las conciencias
la resignación de los pueblos, la misma que utilizó la teología de la
resignación en plena conquista, pero también para trabajar en las culpas por
los derechos adquiridos, solo así y desde ahí
se podrá justificar y legitimar las medidas políticas de ajustes en
materia económica y la quita de los derechos de los trabajadores recientemente
comunicada en el DNU.
Son reales los componentes
religiosos en el escenario político y son necesarios evidenciarlos para
“revelar” qué espíritu lo mueve, lo guía o conduce. Existe en el imaginario
común esa idea peligrosa que espíritu y espiritualidad son realidades opuesta a
la materia y a lo corporal. Es clave esta creencia en la sociedad para la
implementación brutal del ajuste económico que lleva adelante Javier Milei, ¿en
qué sentido? en el sentido que el cuerpo puede y debe sufrir, total está
aferrado y refugiado en lo espiritual. Si el espíritu de un líder político es
guiado a favor de la opulencia de los mimos, atentando contra la panza de
muchas personas, es decir saqueando los
platos de comida de las mesas, estaría desde esa concepción justificada, ya que
la materialidad de la vida del cuerpo social
no cuenta.
Para la Biblia, “espíritu” no se
opone a “materia” ni a cuerpo, sino a maldad (destrucción); se opone a la
fragilidad de la vida amenazada y se opone a la ley que se impone con el miedo
y el castigo. En hebreo, la palara “espíritu” (ruah) significa viento, aliento,
hálito. Es, como el aliento, el viento corporal que hace que las personas
respiren, se oxigenen, que puedan seguir vivas. Si un líder político envuelto
en mantos sagrados te asfixia, castiga y sacrifica es porque sedujo engañando
desde el paradigma del cuidado para imponer el paradigma de la conquista que es
siempre deshumanizante.
Sin embargo, la esperanza siempre
es política como herramienta para la defensa de la comunidad buscando el bien
común, ese es su espíritu. La política no es de “gente de bien”, para su bien
individual; la política se constituye por personas-militantes y actores
políticos bajo un nosotros y un proyecto político colectivo, detrás de un arco
de sueño social de bienestar, progreso y paz social. De eso se trata.
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