FALSO RUMOR
Fragmento de
CAUTIVO
(Un aire de inmersión social)
José
Rivero Vivas
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José Rivero Vivas
CAUTIVO – Obra: NC.10 (a.19) – Novela-
Un aire de inmersión social)
Ilustración de la cubierta:
“Amazona”, 1931-1932.
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN: 978-84-38138-25-6) – D. L.: 279-2020
Ediciones IDEA, Islas Canarias. (Año 2020)
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José
Rivero Vivas
FALSO
RUMOR
Fragmento
de Cautivo
Un aire de
inmersión social
(Cap.14;
págs. 236-239)
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Aquí, en
Puntasol, todo el mundo sabe quién es quién, según versión propia del supuesto
documentado, con lo que el original no se conoce de frente ni de principio,
sino de soslayo, al buen tuntún, en razón inversa del sujeto en cuestión, quien
alimenta la historia que sobre él maquinan sus semejantes. Nunca se adquiere
información directa, sino sesgada, a través de la referencia que proporciona su
prójimo, amigo o enemigo, simpatizante o detractor. De este modo, el bulo rueda
y la noticia se expande allende el sinuoso ámbito de la vecindad. Cuando uno
viene a darse cuenta, el falso rumor cae encima de su estructura con todo el
peso que ha sido depositado en su activo, que a su vez es descargado entero
sobre las espaldas del protagonista accidental.
Aunque remiso,
reconozco que me siento reacio a integrarme en el actual estilo de vida, cuyo
código de conducta sofoca mi soberanía, pese a que no me seduce la condición de
hidalgo y rechace el oficio de fiel y leal escudero. Ello nos confirma que rara
vez se pregunta por el arte de quien no es cantor oficial de la capilla real,
por lo cual nunca fue recogida su voz en hilo musical atesorado.
On this matter Mister Rosenthal pointed out:
“Man is not allowed to be himself, for he is
obliged to exist as programmed individual within the offered narrow diversity.”
Lo deploro. No
estoy conforme. Me niego a caer en el manejo de quien, a solas o en abigarrado
conjunto, decide a capricho el color de nuestro destino, aun cuando mucha gente
crea vivir un universo feliz, con infinitas oportunidades al alcance de quien
llegue antes y en plenitud de facultades, rémora extemporánea que conforma la
apuesta general. No procede, por lo tanto, mezclar lo visto en escena con
incentiva meditación, por si aboca en insensatez y dificulta la corrección de
una oferta, vanamente desdeñada por la inepcia del patrón.
Pienso que en mi
divagación me disipo y caigo fácilmente en error; aunque así lo he aceptado por
mi cuenta y riesgo, llevado quizá de apremio y débil concentración. Por eso
estoy aquí, de pie frente al mar, sin trabajo ni perspectiva de futuro.
Entiendo ahora el refunfuño de Juana, mi madre, cada vez que me oye despotricar
sulfurado porque no me pintan oros en la jugada ocasional. Su resignación
frente al hado es ejemplar y conforta, lo que induce a pensar cuánto mejor
sería para el afligido mantenerse sereno y callado, dentro de un laudo
pacífico, sin flaco pronóstico de pérdida y ahorro, exento de crédito y favor,
erguido sobre sí mismo, colmado de su propia aureola, carente de alegría y
renuente al descontento; pero feliz, lleno de dicha y exento de fortuna
material.
Me reconcilia
conmigo mismo la larga plática sobre este tema que Don Quijote tiene con
Sancho, en especial cuando le dice: “…yo te perdono, con que te enmiendes, y
con que no te muestres de aquí adelante tan amigo de tu interés…”
En mi comején
estaba cuando columbré a Rosa, meciéndose en las ramas de los tilos, los
alerces y los sauces que bordean el sendero hasta llegar a su casa. Reanimado
ante la perspectiva del futuro encuentro, lelo perdido inicié mi viaje astral,
atravesando el espacio exterior en nave de cartón, ideada por mi espíritu de
hombre joven y despierto, de tenaz aplicación y variada laboriosidad,
Heme aquí,
ahora, sufriendo el encono provocado tras mi dislate, causado por mi genio
atrabiliario, obstinado y puntilloso; así estoy dando vueltas en Puntasol,
expuesto a ser la risa del pueblo y sin posibilidad de evitarlo. Que se burlen
de mí porque Maestro Gabriel me ha puesto de patitas en la calle, pasa, no
importa, me trae sin cuidado; pero que me miren con hocico arrugado y me
zahieran por mi obcecación en pretender ser escritor y considerarme con
facultades para equipararme a Cervantes, eso sí que me incomoda, me amuela y me
enfurece. Es algo que me saca de quicio, y ganas me dan de fajarme a la piña
con quien me mire atravesado, se trate de Maestro Gabriel, de Mister Rosenthal
o de Lázaro el del bar. Inclusive Rosa me molesta. Qué carajo... Cada cual
tiene sus cosas, y yo tengo las mías; por tanto, que me dejen en paz.
-Tú eres un
alborotador, y puede que un día quieras enmendarte para no incurrir en males
mayores.
No echo en saco
roto la sentencia de Maestro Gabriel, aunque no abrigo la pretensión de
enderezar entuertos, como el Caballero Andante.
Conste además que nunca había concebido una idea semejante, lo que
sinceramente le comuniqué de buena voluntad. Sin embargo, ante su torpe
reacción, me encrespé de tal modo, que no pude contenerme y le zurré, como él
mismo hubo hecho en el instante del majadero insulto.
“…vuestra merced
se quede quedo; si no, por Dios verdadero que nos han de oír lo sordos…” Fue la
respuesta de Sancho a Don Quijote cuando quiso azotarle, en prenda de la deuda
por el desencanto de Dulcinea.
Sin hechizo
alguno, después de la disputa, he tenido que afrontar las consecuencias del
altercado; pero, en resumidas cuentas, me importa un bledo la opinión de los
demás. Sigo adelante con mi sonsonete, sintiéndome en el fondo tan buen
escritor como Cervantes, quizá porque, en parte, nos determinan raíz, origen y
precariedad; suma resuelta en cualidad, que nos diferencia de tanto profesional
de la pluma, absorto en resaltar la sublimidad de las letras, aplicadas a la
descripción de héroes y hazañas, por medio de la bella expresión con que
adornan la estampa de egregios personajes, actores deslumbrantes y estrellas
fulgentes de cada momento, pretérito y presente. Confieso, no a despecho, que a
mí no me interesa nada más allá de estos límites de Puntasol, donde brilla
asimismo el resplandor de quien, envanecido, irrumpe en el camino creyendo
exhibir su aura de semidiós.
Mister Rosenthal rises up his book and show out Don Quixote
on proverbs:
‘Faith and troth,’
quoth Sancho, ‘this is just as the saying is, the porridge-pot calls the kettle
black-arse.’
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FALSO RUMOR
Fragmento de
CAUTIVO
(Un aire de inmersión social)
José
Rivero Vivas
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José Rivero Vivas
CAUTIVO – Obra: NC.10 (a.19) – Novela-
(Un aire de inmersión social)
Ilustración de la cubierta:
“Amazona”, 1931-1932.
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN: 978-84-38138-25-6) – D. L.: 279-2020
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Diciembre
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