ENTRE IMPUNES ANDA EL JUEGO
DAVID BOLLERO
El expresidente José
María Aznar y el rey emérito Juan Carlos
en una foto de archivo.
- EFE
Llegaba crecido José Mª Aznar a la Cope después de darle un buen repaso a su propio líder en el PP, Pablo Casado, con la hinchada popular aplaudiéndole por ello, y quiso marcarse una borbonada. El expresidente vino a sugerir que, con todo el bien que ha hecho el rey emérito por España, cualquier cosa se le perdona. Entre impunes, dado que él mismo debería haber sido juzgado como criminal de guerra, se da este chusco compadreo porque ven la vida como un paseo al atardecer pisando cuellos.
Cabe cuestionarse
-aunque no nos dejen los poderes, con la complicidad del PSOE blindando a la
Corona- cuál habría sido la evolución de España desde el fin de la dictadura
sin la jefatura de Estado del designado por Franco. Somos muchos, mayoría según
los únicos sondeos fiables realizados, quienes consideramos que la figura del
rey es absolutamente prescindible.
Sin embargo, no
será esta consideración la que aborde hoy aquí, sino que aunque hubiera sido
tan relevantemente positivo como algunos insisten, eso no habría de perdonar
sus delitos porque, no lo olvidemos, Juan Carlos I es un delincuente confeso y
así lo demuestra su regularización fiscal.
No opina del mismo
modo Aznar y eso nos da una idea muy clara del significado de justicia de quien
indultó a los condenados por el GAL a los pocos meses de entrar en prisión. Ya
saben, democracia plena, como la califican quienes confunden la crítica
constructiva con debilidad institucional. Esta postura es muy distinta a la
mantenida hace un año, cuando fue entrevistado por Jordi Évole y se mostró más
crítico con el Borbón. Le pierde a Aznar un baño de multitudes; si con tal de
inscribir su nombre en la Historia ayudó a inventarse una guerra, qué no haría
por un aplauso.
No es el único
error o desviación de la que ayer hizo gala Aznar en el programa del fanfarrón
Carlos Herrera, de cuyo destino en Somalia se sabe lo mismo que de la mudanza
del PP de Génova. En un mano a mano de genuflexión desenfrenada, el popular
afirmó que "el sitio del emérito está en España", recalcando que no
sólo "debería volver a España en cuanto sea posible", sino que ya
"debería estar aquí".
De las palabras de
Aznar pudiera pensarse que el Borbón permanece en Abu Dabi obligado cuando no
es así. Libremente se fue con sus amigos sátrapas violadores de Derechos
Humanos, y libremente permanece entre ellos viendo a todo lujo. Es la cobardía,
la bajeza moral y el temor a que se le corte el grifo de la riqueza que le
pagamos entre todas y todos los españoles lo que le impide regresar. Y es que,
si Felipe VI ve peligrar su sustento, si considera como ha considerado que la
vuelta de su padre daña a la monarquía, entre cortar el grifo a su padre o que
el suyo propio se vea clausurado, no crean que hay dudas. La deslealtad de hijo
a padre también se hereda, como la Corona, y no precisamente debido a fines
nobles, por muy nobleza que se crean...bien lo sabía Don Juan.
Ver o sugerir, como
hacen desde el PP, una mano negra del Gobierno en la huida vergonzante del
Borbón es errar de pleno. La Historia así lo demuestra, pues la cobardía ha
dominado la vida borbónica y, más concretamente, la de Juan Carlos I, que no
dudó ni por un segundo en vivir bajo el ala de un dictador si ello le podía
traer una vida de ostentación y mínimo esfuerzo.
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