INFORMAR ES DE IGNORANTES
ANÍBAL MALVAR
Una vacuna contra la covid. EUROPA PRESS
Puede ser que la Organización Mundial de la Salud, hace tan solo unos pocos días, haya puesto a España como ejemplo de gestión ante la pandemia. No digo esto para que los rojos que leéis este panfleto tiréis cohetes, pues asustan a los perros y la OMS tampoco se puede considerar un dechado de científicas virtudes apolíticas. Pero es la OMS, coño. Dice el ABC de hoy que "2022 va a estar marcado por la falta de previsión del gobierno, no solo a la hora de frenar el impacto sanitario de una pandemia que se apresuró a dar por vencida, sino para amoldarse a un escenario económico falseado". Los datos científicos dicen que somos uno de los países, o quizá el país, que mejor ha afrontado esta peste. Pero los datos científicos, para nuestras cavernícolas derechas, ya tal.
Pide el torcuatiano
diario "políticas de ajuste, sanitario y presupuestario". Con dos
cojones. El significado del sintagma "políticas de ajuste" lo
conocemos todos. Las políticas de ajuste consisten, mayormente, en despedir a
tu médico a cambio de que señores como M. Rajoy cobren casi medio millón de
euros en insondables apuntes contables. O que un tal Juan Carlos Equis le
regale 65 millones a una novia lazarilla que quería robar más queso. Esta gente
sabe mucho de literatura anónima sin haber leído nada, lo cual es mucho de
admirar.
Ya digo yo que los
halagos de la OMS no me impresionan. Pero sí me llevan impresionando dos años
los ataques descerebrados y carentes de toda rigurosidad científica que
nuestros viejos periódicos siguen usando con pasmosa tenacidad para minar al
gobierno. Así, además, es muy difícil para nosotros, los ignaros periodistas
que intentamos ver la realidad desde una óptica transparente, criticar a este
gobierno. Pues no tenemos tiempo. Yo me paso todo el día intentando desmentir
los bulos de nuestra derecha mediática, y así no me queda tiempo para escribir
que esta contrarreforma laboral es una puta mierda.
Se ha convertido en
prioridad de la prensa decente no ya informar, sino desmentir los constantes
bulos que consienten nuestros compañeros de los periódicos del otro bando
(fijaos en lo doloroso que tiene que ser para un periodista o un poeta hablar
de otros bandos, cuando el periodista y el poeta nacieron para escribir sin
bandos ni enemigos).
Y lo que más me
jode no es ya que critiquen lo incriticable, pues en esta pandemia inconclusa
lo único que se ha podido hacer es improvisar, ya que ni los científicos saben
a qué nos estamos enfrentando. Lo que me jode de verdad es que esa crítica se
sustente en adjetivaciones insultantes y no en datos. Pero nuestra fachería
sabe que es lo último que debe cultivar: los datos: la objetividad: el votante
de derechas está sediento de ignorancia. Y hay que empezar a ser elegantemente
objetivos a la hora de insultarlos. Pero hay que insultarlos. Por lo menos.
Antes de que nos maten del todo, que ya nos están matando: hay dos mil niños en
la Cañada Real, Madrid, que llevan dos años sin luz: eso también es matar. Y
esta gente no escribe de eso. Dice que "hay que hacer políticas de ajuste
sanitario".
La derecha, que
siempre ha sido iletrada, pues ser conservador significa no entender nada para
intentar que nada cambie, está consiguiendo que nos metamos en un bucle
desintelectualizador basado en adjetivos azarosos e insultos poco imaginativos.
En tiempos de Franco, las izquierdas insultábamos mejor. Ahora nos tenemos que
conformar con desmentir las atrocidades cotidianas de nuestros más televisivos
intelectuales ágrafos. Y de nuestros jueces, por poner otro liviano ejemplo.
Yo nunca pensé que
me metía en esta profesión para escribir contra nada, pero no me han dejado
otro remedio. Cada palabra que escribo me asquea, porque escribo contra el
asco; y cada palabra que escribo me ignoriza, porque escribo contra la
ignorancia. Me encantaría mostrar ahora un gesto cyraniano y escribir aquí que
nunca volveré a leer uno de nuestros periódicos tradicionales. Y que renuncio a
esta columna sobre los periódicos. Pero es que dejé a deber en el súper el
beluga de ayer y necesito la pasta. Comprendedlo.
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