EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO Y POETA.
El desparpajo, la
simulación, la mentira de ninguna verdad, el travestismo mediático al servicio
del espionaje, la estafa y el fraude lo han tomado todo, en la era del
Covid-19. Un nuevo paradigma se ha instalado en este sistema, donde los
individuos son espectadores pasivos del acontecer de su vida.
Y el principal
cambio que ha tenido espacio en tiempo de desgobierno macrista fue “el rapto de
la realidad”. Y le pregunto a machirulo, ejemplo formidable del simulador, ¿A
qué democracia se refiere y que valores eleva a categoría de deidad?, ¿valores
de mesas de dinero o de paraísos offshore?
Wall Street aplaude
y los banderazos se suceden, a espaldas de cientos de miles de muertos por la
pandemia que asola al mundo. Pareciera que los gobernantes no se asimilan a que
transitamos otra realidad. Bien, a asimilarnos a ella, pues ¿qué queda cuando
las huellas del pasado han perimido?
Sensación de
“orfandad” muy concreta se siente en Argentina y el planeta. Sensación de
violencia se palpa y es latente en Argentina, mi país, en días de celebrarse
aniversario de la Independencia, aún no cristalizada… se percibe de manera
clara la falta de verdad, la ignorancia, la agresión, la justicia ausente, la
desazón, la contaminación real y metafórica, la eliminación de la libertad de
expresión, en nombre de la libertad de expresión. Se reprime y silencia a los
que piensan diferente y también a los que piensan. Parece que la consigna es:
“no pensar”, “ser leve”, “mentiroso”, “traidor” y “cobarde”.
Mentir, acusar,
descalificar, agredir, difamar, culpabilizar, dictaminar, decretar y expulsar
mintiendo, siempre la mentira cual signo de una oposición cacofónica, liderada
por un opositor ignorante con patologías inocultables severas, marcan la
tendencia de comportamiento de los “neo-salvadores de la mentira”.
Un tanto escéptico,
pero consciente en intuición, no dudo ya que han existido pactos a espaldas del
pueblo, nada ha quedado librado al azar, de otro modo no se concibe tanta
impunidad de la plutocracia ignorante, que manipula el destino de Argentina. La
burguesía tilinga defiende a los estafadores y lavadores, a quienes el gobierno
de Alberto Fernández, huérfano de comunicadores esenciales, pretende expropiar,
intervenir empresas quebradas, con activos incorpóreos. Ha declarado una guerra
la denominada oposición de gorilas fascistas new-age. Bien, si la convicción
asiste al gobierno, debería de inmediato responder sin piedad a quienes vienen
por todo, en tiempos de pandemia... cretinamente, irresponsablemente y
criminalmente, espiando...
El poder de la
corpo-mediática asesina, contrata infectos ejemplares, a los que habilita en
nombre de la simulada información de la posverdad, para entretener, hipnotizar
y anestesiar a una platea conformada por una comunidad amancebada, temerosa y
obediente, muy atentas al decir de estos fetiches de la “farsa” y la
ignorancia, que lanzan sus “trascendidos” sobre realidades inexistentes… la
esclavitud de millones de seres, sojuzgados por la información fraguada en las
usinas de la recontrainteligencia de gobiernos de todo tipo y color, es un
‘tanto’ alarmante. La libertad, hoy, es solo una leyenda y un mito, ni siquiera
una esperanza.
La legitimación de
estafadores, delincuentes y alcahuetes, se ha ido cristalizando en estos años,
ante los ojos de una humanidad mansa y obediente. Se ha convertido en
indiscutible e inamovible la publicidad del delito elevado a categoría de
tendencia a seguir, a símbolo. La desmesura conforma el gran “proyecto” del
tercer milenio, en clave matrix-simulatrix. La transgresión del límite ha
afectado no solo a la ley, en forma de delito, sino también a la legitimación
en forma de deslegitimación.
El culto y la
transgresión del límite, es un culto a la ley, convertida en corteza que
legitima el delito, bajo la sombra de una justicia espectral. Si a pesar de
todo esto, se elige vivir (o sobrevivir), se detesta la cobardía de la gente y
sobre todo al mundo armado a medida y en beneficio de unos pocos, al que se
denuncia en todos los tonos, en nombre de la libertad de expresión o del libre
albedrío, advirtiendo las influencias nefastas de todo aquello que se vuelve
absoluto, rígido y sombrío, en un orden establecido que llega a proferir la
conocida blasfemia de Proudhon: “Dios es el mal”, ante los holocaustos
cotidianos, la indolencia de las comunidades religiosas, que descreen lo que
suponen superado y la permanencia de la inercia en estado de voluntad de la
Academia del mal, cual metáfora del demonismo.
Donde reina “el destripe”
es peligroso dar prueba de amor o simplemente de dignidad o valor. Por el
contrario, las comunidades aprenden, que para salvar el pellejo hay que mentir,
reptar, engañar y si es necesario matar, en nombre de ningún sentido.
Pareciera que hoy
reina un solo mandamiento, dentro de la moral de este milenio “demoníaco”, en
cuanto institucionalización del mal y la indiferencia, convertidos en dogma de
ninguna fe, que rige el planeta: “Sean Cobardes y Simuladores” pero, con
naturalidad…”. A pesar de esto, pero no por esto, asistimos a una situación de
crisis absoluta de los valores: una absoluta crisis de lo absoluto. Para unos,
síntoma infernal de la confusión del mundo, el demonio y “la carne”, para
otros, realización del paraíso de la igualdad, la fraternidad y la libertad.
Finalmente, para todos, un flujo irreversible de acontecimientos, cuya
flexibilidad no consigue ocultar su extremo rigor.
No tengo optimismo
como tampoco vitalismo. Si pensamos que en la filosofía contemporánea hay
posiciones mortuorias en vez de vitalistas, diría que son las fundamentales. La
actitud represiva, como negación de la naturaleza, sólo puede organizarse sobre
la muerte y el miedo, contra la sumergida y oscura moralidad de los
acontecimientos. Es hora de salir del miedo y la timidez del gozne,
construyendo un gran relato, con verdad de la historia, en teoría y acto.
Hoy debería
comenzar el tiempo de una narración del proceso de liberación, aún pendiente,
pues todos estos elementos construyen ese mosaico sobre cuya base se puede
volver a contar una historia de liberación que es absolutamente necesaria, ante
la crisis del sentido y la realización del simulacro como modo de vida.
Lo expuesto, da una
visión de la Argentina y del mundo, devenida en un tumulto de nihilismo, pesadillas,
visión enferma y degradada de esta nación, perversidad, sado-masoquismo,
obscenidad, cinismo, que estallan en este editorial, cual diagnóstico
“naturalista” de los efectos que el odio, el miedo y la fealdad, interpuestos
en el destino fatal de un pueblo, que camina con tedio, lenta, pero
inexorablemente a su fracaso, en su afán de ser los “campeones del mundo”.
Cual epifanía dejo
con la sensibilidad del instante, un poema escrito hace unos años
"Andando, siempre Andando".
Andando, siempre
andando, acumulé lágrimas en mi lágrima,
voces en mi
voz...sentimientos en mi sentimiento, risas en mi risa...
Andando, dejé
huellas en senderos y caminos, de mi tierra...se borraron.
Mis camaradas,
andando, siempre andando, también lo hicieron...los borraron.
He andado y ando
sobre mi sombra, junto a las sombras de los que resisten y anduvieron.
Mi andar es un
alarido y un silencio.
Mi andar dibuja mi
tiempo y espacio,
vida pintada en
paisaje sin pintar...
Pasé ligero y
andando, siempre andando…
Cada frase, cada
palabra: pretexto para seguir andando.
Este periplo, casi
mínimo que es mi vida...solo para seguir andando.
Miles de palabras
que anuncian caídas y resurrecciones...
Ando, siempre ando,
resistiendo el espectáculo insano de los sedentarios.
Mi voz perdurará en
la voz de los que andan.
Andantes en
tránsito, vagabundos sin destino...para seguir andando, siempre andando.
No importa si la
academia, intenta eternizar mi nombre vegetal...seguiré andando, en la memoria
de los que andan.
Me eternizará la
voz del que anda, y resiste al silencioso, sin nada que decir y mucho por
hablar.
Huellas que se
borrarán siempre, aguardando la nueva huella, del que va viniendo: andando
El que anda,
llenará el vacío que dejaré, para remendar la herencia...
¿y qué sentimiento
irá el sentimiento a dejar?
Andantes, todo
comenzó andando, hace un tiempo...
y concluirá después
de nuestra partida, andando... siempre andando.
(*) Filósofo y
poeta
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