ISRAEL Y SUS PATAS CORTAS
PABLO JOFRE LEAL
Israel como entidad
y la ideología que la sustenta, el sionismo, están marcadas por la mentira como
esencia de su nacimiento y actuar. Su visión de mundo y la conducta seguida
contra otros pueblos está basada en el carácter mesiánico de aquellos que han
permitido el surgimiento, tanto del régimen israelí como del desarrollo de su
doctrina mesiánica.
Un antiguo refrán
afirma que “las mentiras tienen patas cortas” pero, cuando el paso de los años
va marcando una política de quimeras proferidas por una entidad nacida,
igualmente, mediante acciones falsarias, de farsa tras farsa, acumulándose
pesadamente sobre las espaldas de un pueblo, se va generando también la idea
que los mitos, las falacias, los engaños pudiesen tener algo de verdad. Y así,
esas mentiras van mutando, dando un segundopaso con patas cada vez más largas,
con el objetivo de tender un manto de olvido sobre ocupaciones, colonialismo y
crímenes.
Esa es la realidad
de una entidad autodenominada Israel, nacida a la luz internacional un día de
mayo del año 1948 justificando ese inicio a la luz de mitos fundacionales,
propios de cuentos infantiles. Una de esas ficciones refiere a un supuesto
pueblo judío (1) como si la religión formase la concepción y características de
lo que se conoce como pueblo, que habría recibido la gracia divina de ser
considerado la niña de los ojos de un dios, un pueblo elegido por obra y gracia
del poder supremo y omnipotente de una divinidad que prefirió a estos seres
humanos por encima del resto de la humanidad.
Idea, que a lo
largo de la historia ha sido también usado como argumento para dominar a países
y sociedades, como es el caso de Estados Unidos y su destino manifiesto, junto
a asociaciones cristianas de ese país – aliadas algunas de ellas con el
sionismo – que suelen argumentar que tienen una misión divina cuyo objetivo es
promover los valores cristianos y de luchar activamente contra los enemigos de
esos valores y del estilo de vida estadounidense. Noción manifestada también en
el nacionalsocialismo cuya idea principal era que un pueblo elegido (lo que
llamaban la raza superior aria) estaba destinada a dominar sobre el resto de la
humanidad y con la necesidad de un espacio vital (el denominado lebesraum).
Otro de los mitos
esgrimidos por el sionismo refiere, a que ese supuesto pueblo elegido, no puede
andar errando por el mundo como un mendicante, sino que deben tomar posesión de
una tierra, que al parecer el mismo dios que les dijo que eran “la créme de la
créme” les habría prometido su propiedad, sin exhibición alguna de título que
demostrara esa presente anunciado a Abraham. Pero, al parecer el dios judío
tenía características de cartógrafo y si bien, tanto en los libros del Génesis
como del Éxodo los límites de la dádiva divina no son tan precisos y hablan de
extensiones “desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos y desde el
desierto hasta el río Éufrates” en el Tanaj (también conocida como Biblia
hebrea) esos límites parecen haber sido ejecutados con un GPS (2).
A las mencionadas
fábulas se une otra idea fantasiosa, que así haya sido mencionado por
restauracionistas o sionistas en su origen, refleja exactamente lo que deseaban
colocar en la discusión aquellos que perseguían con apoyo del imperialismo
británico, establecer una punta de lanza de la hegemonía de ese poder global en
Oriente Medio. Palestina, en esa creencia, era un objetivo para ocupar y
colonizar porque sostenía este sionismo que era “una tierra sin pueblo, para un
pueblo sin tierra”. Aunque en el momento en que dicha máxima comienza a
adquirir fuerza tras los congresos sionistas celebrados a fines del siglo XIX,
existieran en Palestina 700 mil nativos y sólo 15 mil árabes de creencia judía.
Una idea que no sólo va en el camino de justificar la necesidad de un supuesto
retorno, sino que le da el carácter fundacional al sionismo como ideología.
Otro de los mitos,
que comienza a establecerse como una verdad irrefutable y hasta punible cuando
se discute y se critica al sionismo como ideología criminal, es atribuir
elementos de discriminación – denominándolo erradamente como antisemitismo o
antijudaísmo – frente a la legítima critica del actuar político, como ocupante
y colonizador de ese sionismo concretado a partir del año 1948 como entidad
israelí. El oportunismo de la denominación antisemita, para generar así
solidaridad con Israel, apelando al supuesto carácter semítico de aquellos
colonos extranjeros, que comienzan a instalarse en Palestina.
Gran parte de esos
inmigrante, llegan a tierras de palestina desde tierras europeas, nacionales de
Alemania, Inglaterra, Francia, Polonia, Rusia, muchos de ellos de habla Yiddish
(idioma que mezcla de elementos del francés antiguo, alto alemán, hebrero y
dialectos del norte de Italia) hablado, principalmente, por las comunidades
alemanes askenazis, gran parte de ellas escasamente creyentes, considerados
como judíos conversos (de origen jázaro en forma preponderante) por tanto, el
carácter identitario semita, suele ser uno más de la ficción narrativa
sionista. En este marco de mitos se desenvuelve la fantasía sionista, destinada
a justificar la ocupación y colonización de Palestina, que ha transitado por
guerras de ampliación, como fue la guerra de junio del año 1967.
La ocupación de
sitios sagrados del pueblo palestino, que tejen otro manto de ficción
religiosa, tratando de presentar las lógicas acciones de resistencia palestina
como parte de una guerra religiosa. Ello, bajo un supuesto ataque a lo “judío”
de tal manera de atraer opiniones favorables de potencias occidentales donde la
islamofobia y la desconfianza, por ejemplo, contra lo árabe, ha logrado ser
sembrado en suelo fértil. Un marco también dotado de impunidad gracias a la
labor de los lobbys como se dio a conocer en segundopaso.es en su programa
opinión sin mordaza.
En estos días,
donde el gobierno del procesado primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, en
una administración conjunta con el ex jefe del estado mayor del ejército
ocupante Benny Gantz (responsable militar de los crímenes contra la población de
gaza en la agresión del año 2014) han decidido, al amparo de la “imposición del
siglo” acordado con Washington; anexionar el 30% de tierras cisjordanas bajo el
eufemismo de “extender la soberanía israelí sobre judea y samaria”; estos mitos
se han hecho más presente que nunca, para tratar de argumentar en una forma,
que no parezca que son un gobierno y simpatizantes esquizofrénicos.
La campaña de
Hasbara y limpieza de imagen de los crímenes del sionismo, incluyen las
orientaciones entregadas al cuerpo diplomático sionista, entre ellas a la
actual embajadora de la entidad sionista en Chile, Marina Rosenberg, que con su
acento porteño y sus videos edulcorantes y fantasiosos, pretende hacer creer
que Israel es una maravilla y que todo lo que realiza va en función de vivir en
paz y prosperidad. La Sra. Rosemberg, formada en la estrategia de la Hasbara,
ha sostenido en una declaración pública, que nada sabe de los intentos de su
gobierno de anexionar tierras palestinas. Su Twitter publicado el día 30 de
junio del 2020 a las 10:27 de la mañana asevera “En las últimas semanas he
visto especulaciones, que rozan el fake news, sobre una posible extensión de la
soberanía israelí en Judea y Samaria. Nadie tiene la bola de cristal, para
saber que decide el nuevo gobierno de unidad. Lo único seguro es que Israel
sigue comprometida con la paz”.
Tal declaración
presenta a esta embajadora, ya sea como una verdadera inepta en materia de
conocer lo que el gobierno que la envió a Chile piensa y hace o simplemente es
un maniquí puesto allí sin capacidad de razonar. Esto, pues resulta evidente,
que el Twitter difundido es un insulto a la inteligencia y un atropello al
derecho internacional. No es raro, los sionistas se comportan así, mucha
parafernalia, fuegos de artificio en los avances tecnológicos, en su
autocalificación de país gayfriendly, en la utilización que hace de los
recursos acuíferos (usurpados al pueblo palestino por supuesto) en sus
capacidades de crear empresas emergentes, pero imposibilitados de mostrar un
mínimo de decencia, dignidad y humanidad.
Tal vez, porque en
su autodenominación de pueblo elegido, piensan que todo el resto de la
humanidad (los Goyim) son una masa de idiotas, incapaces de estar a la altura
de esta “niña del ojo de dios”. En mi caso suelo recordar, como prueba de ese
mesianismo, las expresiones de su ex primer ministro, Menachem Begin, quien en
un discurso ante la Knesset el año 1978 revela en toda su dimensión a este
régimen y su ideología “Nuestra raza es la raza maestra. Nosotros somos dioses
sobre este planeta. Somos tan diferentes de las razas inferiores como ellos lo
son de los insectos. De hecho, comparadas con nuestra raza, las otras son
bestias, ganado a lo sumo. Las demás razas son consideradas como excremento
humano. Nuestro destino es gobernar sobre las razas inferiores. Nuestro reino
terrenal será gobernado con vara de hierro por nuestro líder. Las masas lamerán
nuestros pies y nos servirán como nuestros esclavos”
Ante ese tipo de
declaraciones no se ha escuchado ni leído nunca una declaración de condena de
la comunidad judía de Chile. Pero, sí la defensa irrestricta de una entidad
extranjera. En una misiva, enviada a sus miembros el día 30 de junio del 2020
solicitan, vanamente, no subirla a las redes sociales, demostrando en ella la
misma supuesta ignorancia respecto a los objetivos expansionistas y de robo de
tierras de su gobierno. Y no hablo del gobierno chileno, pues si algo ha
demostrado esta comunidad es la absoluta lealtad a un gobierno extranjero, que
suelen defender con dientes y uñas y al cual incluso, suelen mandar sus hijos
para hacer el servicio militar, generalmente en los territorios de un estado
ocupado como es el palestino.
A confesión de
parte relevo de pruebas se suele decir en el ámbito jurídico y en su comunicado
señala esta comunidad “sepan que cumpliremos, férreamente, con nuestro mandato
de cuidar a nuestra comunidad, al pueblo judío y el apoyo al estado de Israel”.
No hay referencia ninguna al país en el cual muchos de ellos nacieron o fueron
acogidos y donde han desarrollado su vida. Estamos en presencia de una
comunidad con cero críticas a una potencia extranjera que viola el derecho
internacional ocupa tierras que no le pertenecen, que extermina a su población,
que asienta colonos violando el IV Convenio de Ginebra, que ejecuta asesinatos
selectivos, bombardea países gozando d ela impunidad de su alianza con
Washington. Es una comunidad obcecada, cómplice y aval del sionismo. Su
silencio, manifestado en su advertencia a sus miembros, evidencia la
imposibilidad de defender una postura criminal. No se puede estar ocultando
permanentemente la mano del que asesina y justificándolo contra viento y marea.
Esta en veremos
cómo reaccionará tanto el gobierno israelí como la comunidad judía chilena
frente a la decisión del senado chileno, que el día viernes 1 de julio, con 29
votos a favor, 0 en contra y seis abstenciones, resolvió solicitar a la
presidencia a través de la cancillería “revisar todos los tratados entre Chile
e Israel para asegurar de que ellos incluyen referencia específica a las
fronteras de Israel, reconocidas como las fronteras anteriores a la guerra de
junio de 1967, de acuerdo a la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la
ONU, que reconoce al Estado de palestina sobre la frontera de 1967 con Al Quds
Este como su capital”.
Lo más probable es
que tenga la misma opinión expresada contra la Alta Comisionada de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet quien declaró que “la
anexión sea un 5% o un 30% es ilegal y punto” Palabras que no gustaron a Tel
Aviv quien acusó a la alta funcionaria de unirse a la campaña palestina
conjunta, aún antes que el gobierno sionista haya decidido avanzar con la
decisión final que se tomó sobre el asunto. “Durante mucho tiempo, Israel ha
perdido la confianza en la capacidad de la comisionada para promover los
derechos humanos en nuestra región de una manera justa”, señaló el comunicado
demostrando que las denuncias y presiones internacionales han hecho mella en un
Netanyahu que soberbió decidió avanzar contra viento y marea en su decisión de
seguir usurpando tierras palestinas.
Sostuve, hace un
tiempo, que de nada sirven las operaciones de lavado de imagen que pretende
mostrar a Israel una sociedad “democrática y de corte occidental” pues la
porfiada realidad manifiesta, que el criminal podrá vestirse de ropajes de
demócrata, pero la sangre que chorrea de su vestimenta lo denuncia y condena, al
igual que las patas cortas de sus crónicas mentiras. Nuestro deber es impedir
que esas patas muten y más bien las cortemos de raíz.
1. En la
presentación del libro del historiador israelí Shlomo Sand, la Editorial Akal
señala “Todo moderno Estado-nación cuenta con una narración de sus orígenes,
transmitida tanto por la cultura oficial como por la popular; entre tales
historias nacionales, sin embargo, pocas han sido tan escandalosas y
controvertidas como lo es el mito nacional israelí. El muy conocido relato de
la diáspora judía del siglo I d.C. y la reivindicación de una continuidad
cultural y racial del pueblo judío hasta el día de hoy, resuenan más allá de
las fronteras de Israel. Pese a su abusivo empleo para justificar el
asentamiento de judíos en Palestina y el proyecto del Gran Israel, se han
realizado muy pocas investigaciones académicas sobre su exactitud histórica. En
este valiente y apasionado libro, Shlomo Sand demuestra que el mito nacional de
Israel hunde sus orígenes en el siglo XIX, no en los tiempos bíblicos en los
que muchos historiadores judíos y no judíos reconstruyeron un pueblo imaginado
con la finalidad de modelar una futura nación. Sand disecciona con la
minuciosidad de un forense la historia oficial y desvela la construcción del mito
nacionalista y la consiguiente mistificación colectiva.
https://www.akal.com/libro/la-invencion-del-pueblo-judio_34755/
2. “Cuando hayáis
entrado en la tierra de Canaán, esta será la tierra que os ha de caer en
herencia, y estos serán sus límites: tendréis el lado del sur desde el desierto
de Zin hasta la frontera de Edom, y su límite estará en el extremo del mar
Salado, hacia el oriente. Este límite os irá rodeando desde el sur hasta la
subida de Acrabim, y pasará hasta Zin; se extenderá del sur a Cades-Barnea,
continuará a Hasar-Adar y pasará hasta Asmón. Rodeará este límite desde Asmón
hasta el torrente de Egipto y terminará en el mar. El límite occidental será el
mar Grande; este límite será el límite occidental. El límite del norte será
este: desde el mar Grande trazaréis una línea hasta el monte Hor. Del monte Hor
trazaréis una línea hasta la entrada de Hamat, y seguirá aquel límite hasta
Zedad. Seguirá luego hasta Zifrón y terminará en Hazar-Enán. Este será el
límite del norte. Como límite al oriente trazaréis una línea desde Hazar-Enán
hasta Sefam. Este límite bajará desde Sefam a Ribla, al oriente de Aín. Seguirá
descendiendo el límite y llegará a la costa del mar de Cineret, al oriente.
Después descenderá este límite al Jordán y terminará en el mar Salado: esta
será vuestra tierra con los límites que la rodean” Números 34:1-12
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